La derrota de la selección nacional acaparó prácticamente la atención de todos los medios de comunicación, fue objeto de cientos de memes en Facebook, de trending topics en Twitter, comentarios de taxi, y un largo etcétera. Para muchos este rol protagónico es una desgracia pues en la república del sospechosismo, el futbol se transforma en el opio del pueblo, el distractor de la crisis, el circo para que se olvide, y un largo etcétera de oprobiosos comentarios donde el pueblo mexicano esa masa no identificable se transforma en un ser despreciable por el hecho de gustarles el futbol, categoría a la cual por supuesto no pertenecen los críticos, pues ellos que opinan como Vallejo en La Virgen de los Sicarios “Cuando la humanidad se sienta en sus culos ante un televisor a ver veintidós adultos infantiles dándole patadas a un balón no hay esperanzas”. La verdad que nunca he entendido porque los intelectuales utilizan esa frase de al pueblo pan y circo de una forma peyorativa. ¿Y qué más se necesita para ser felices que comer y esparcirse sanamente? En términos constitucionales estos dos derechos humanos se encuentran contenidos de manera directa en los artículos 1, 4, 5 y 123, y de manera indirecta en el resto del ordenamiento.
El futbol en México es algo parecido a una religión, y lo digo en buena lid; esa afición que idolatra respectivamente a su equipo (América, Cruz Azul o Chivas, por citar a los clásicos) generando toda una idiosincrasia en este país; no coincido con llevar a extremos el hecho de vivir para el futbol, pero al final de cuentas respeto esa decisión. Me gusta además que por regla general los hinchas mexicanos sean pacíficos a diferencia de las noticias que nos llegan de los pares sudamericanos y los hooligans ingleses.
A pesar de este hondo colectivo imaginario mexicano ligado al balompié, en la parte cinematográfica el futbol ha sido referenciado de manera directa con poco éxito, pues prácticamente se ha enfocado a las Chivas, al América o a su rivalidad. Sobre el mal llamado Rebaño Sagrado, Las chivas rayas y Los fenómenos del futbol, estelarizadas por Clavillazo y doña Sara García (interpretándose ambos a sí mismos una vez más) y que tal vez lo más relevante sea la participación de Chava Reyes y la Tota Carbajal dentro del elenco, pues en el resto sigue la receta del cine mexicano post-época de oro: estrellas relativamente consolidadas, folclor mexicano, panorámicas de la gran y moderna ciudad, y así. Por su parte al equipo de Coapa se le engalana en El chanfle y su secuela, escritas y actuadas por Roberto Gómez Bolaños y su pandilla son también poco relevantes pues prácticamente son el chavo del ocho versión pambolera. Sobre el clásico de clásicos entre América y Chivas se filmó Tirando a Gol (1966) protagonizada por Lucha Reyes y el hidrocálido David Reynoso. Todas tienen un denominador común: la comedia fácil, el futbol como eje del juego limpio, el honor y honestidad como signos de los protagonistas frente a los corruptores que pretenden lucrar de manera ilegal, en general nada trascendente. Por el contrario Atlético San Pancho (2001) trata una historia muy común: un equipo formado en una comunidad perdida que, pese a las adversidades, se esfuerza y logra ganar su torneo. En lo particular me gusta la cinta porque rehúye del futbol de estrellas y grandes equipos para concentrarse en el futbol llanero, la verdadera alma del deporte popular mexicano, hay además una parte muy interesante, la alineación de una niña en el equipo, algo bastante progresista y pro equidad de género. El soundtrack hace su papel en la peli, sobre todo Molotov con Just want to meter un gol y Suspenso, La gusana Ciega (excelente su Mascarita) entre otros.
En el fondo, a lo que se refieren los críticos de este gran fenómeno del gusto por el futbol y de la decepción que significó la ídem nacional, es el concepto y el desarrollo concreto del derecho al adecuado esparcimiento. ¿Es válido que la mayoría de los mexicanos se interesen más por fenómenos banales que por los problemas estructurales del país? Claro que sí, creo que en ello radica el esparcimiento, problema diferente es el hecho de no estar enterados y al tanto de los tópicos que pueden cambiar los derroteros de México. Pero, desde mi perspectiva, son dos cosas totalmente diversas, de un lado la obligación como mexicano de participar en la vida política y del otro el derecho de hacer con mi tiempo libre lo que se me pegue la gana, y en esto se incluye lo mismo ver futbol, leer algún sesudo libro (¡qué razón tenías Rockdrigo González en tu canción Los intelectuales!) o cualquier otra clase de hobby o vicio que se nos antoje.