Lleva tiempo llegar a ser joven
Pablo Picasso
Los anales de la historia nos hablan, en distintas culturas, de los consejos de ancianos; en la Roma antigua, una institución que alcanza a nuestros días: el Senado, nació justamente como ese cuerpo colegiado en que se manifestaba la importancia de las opiniones de los ancianos, (Senado: del latín senex, senis, anciano) de la valoración que se daba a aquellos que por el simple transcurso de su tiempo vivido habían alcanzado una mayor experiencia en los distintos temas.
En una coproducción hispano-argentina, el Director Marcos Carnevale nos presenta en su filme Elsa y Fred una divertida comedia sobre la vida en la edad adulta mayor, destacando los avatares por los que deben pasar quienes siempre seguirán siendo los pilares de la familia, los protectores del domus, los abuelos que a pesar de no contar ya con la misma fuerza o los recursos económicos de la juventud, deben, a pesar de todo, seguir acompañando y ayudando, o incluso resolviendo en muchos casos los problemas de sus hijos y nietos.
Elsa y Fred es también un marcado homenaje a la prototípica la Dolce Vita de Federico Fellini pues al final de la cinta sus escenas se desarrollan a manera de aquellas que recuerdan al gatto piccolo e bianco y la fontana di Trevi. Una película sencilla y sin mayores pretensiones sobre una mujer mitómana y divorciada en su amor otoñal con un hombre hipocondríaco y viudo reciente que deben conjugar su reciente romance con los demás problemas que acarrea la vejez.
Sin lugar a dudas los prejuicios discriminatorios nos acompañan en todas las sociedades; tan naturales nos resultan que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ellos aun siendo el blanco de los mismos. Pese a que cualquier acto de discriminación debe ser reprobable, considero que particularmente aquella que padecen nuestros adultos mayores debe ser objeto de nuestro reproche pues son ellos justamente las raíces de nuestra historia, de nuestras tradiciones, de nuestro yo, aquello que nos ata a la tierra.
Al respecto, al encontrarse la tercera edad en un grupo de personas vulnerables por su propia condición, las políticas públicas deben encaminarse a mejorar las condiciones de vida, mejor dicho, de calidad de vida que tienen los abuelos en nuestro país, en estos días es tema de los encabezados en todos los noticiarios la Reforma Hacendaria y sus efectos en la Pensión Universal para los Adultos mayores. Aun y cuando quizá no existan en ningún lugar o tiempo recursos que alcancen para cubrir todas las necesidades de la población, ya desde el afamado “Pacto por México”, en el rubro de Seguridad Social Universal se planteaba “Pensión para los adultos mayores de 65 años que no cuenten con un sistema de ahorro para el retiro o pensión del IMSS o ISSSTE”.
Así como ocurrió en la firma del mencionado pacto, se deben dejar de lado los colores y partidos para que la Reforma Hacendaria verdaderamente se haga en la medida de esos postulados que en el Pacto enarbolaron todos los signantes: la dignidad de quienes fraguaron la historia moderna de nuestro país tiene que respetarse y demostrarse actuando en consecuencia en beneficio de este tipo de medidas que ayudarán a salvaguardar el que al menos las necesidades básicas de la población en este rubro de edad sean colmadas a cabalidad.
Con esa pensión universal hoy se ve cristalizada la justicia social en un sector tan sensible para nuestra población como lo son los abuelos, resulta pues enormemente encomiable la propuesta del Presidente Peña Nieto en que se recuerda esa vuelta a los orígenes donde se guardaba un estatus especial para los más antiguos.
El Gobierno del Estado ha puesto manos a la obra sobre el propio tema de apoyo a la calidad de vida de nuestros ancianos creando las estancias de día para los mismos en la que pueden convivir con otras personas coetáneas además de disfrutar de terapia ocupacional y alimentos con la asistencia de personal capacitado para ello.
Pese a que las medidas que se tomen, sean cuales sean los medios, parecen no ser suficientes, es importante desde nuestros hogares, de todos los cuáles forman parte nuestros propios “viejitos”, devolver la dignidad que una figura mayor como ellos tenían en sociedades como la romana, volver a darles ese estatus de Pater familias con el respeto que merecen por la sabiduría que los años y la experiencia les ha dado.
