Las Naciones Unidas, Nueva York, Unión Americana. 21 de septiembre de 2010. Dirigiéndose con emoción al Parlamento del mundo, la Asamblea General, la canciller alemana, Angela Merkel, afirma: “la Declaración del Milenio es el marco para hacer de la globalización algo equitativo. Sus cuatro áreas prioritarias: paz y seguridad, reducción de la pobreza, protección del medio ambiente, así como la promoción de los derechos humanos, la democracia y la buena gobernanza”.
La rubicunda política germana concluye: “el gobierno alemán también basa su política de desarrollo sobre esos principios, fortaleciendo así los esfuerzos colectivos de todos nosotros”.
Con motivo de la elección federal, la cual tendrá lugar el próximo domingo 22 de septiembre, el presente artículo tiene por objetivo explicar al amable lector por qué, a 80 años de la llegada de los nazis al poder, de 68 anales del fin de la Segunda Guerra Mundial y en el 24 aniversario de la Caída del Muro de Berlín, Alemania se ha convertido en un callado prototipo para el orbe entero.
Los estereotipos propagados por Hollywood sobre el típico alemán -pasando desde la imagen del metódico oficial prusiano, con monóculo en el ojo derecho y acerada mirada, hasta el sádico miembro de las SS, que disfruta estrellando las cabezas de los niños hebreos contra las paredes- han quedado en el olvido ante la nueva realidad que proyecta Alemania.
Dicho contexto se basa en que el país de los teutones es un milagro de cultura y tecnología, inventivo y con un espíritu emprendedor, donde el cuidado al medio ambiente ocupa un lugar primordial.
Escéptica por naturaleza, debido a su formación como química, la canciller Angela Merkel, como parte del “Diálogo sobre el Futuro de Alemania”, comisionó, en el año 2012, a la Sociedad Germana para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) para que llevara a cabo una serie de entrevistas con tomadores de decisiones para indagar sobre la percepción que se tiene sobre la patria de Brecht, Kant, Lutero, Nietzsche, y Planck allende sus fronteras.
Los resultados de la encuesta “Alemania ante los ojos del mundo” fueron recibidos con alivio en Berlín pues confirmaron que los estereotipos del pasado innoble habían sido superados. Para los entrevistados en 21 países los germanos son: “diligentes, disciplinados, sistemáticos, directos y confiables”. Estas cualidades están relacionadas directamente a su ética de trabajo.
Más todavía, los consultados dijeron que el desarrollo de tecnologías para mejorar y proteger el medio ambiente y su sistema político, basado en la participación y el federalismo, eran -junto con sus eficientes productos en los ámbitos automotriz, farmacéutico, de la moda y químico- los ejemplos más atractivos que Alemania ofrecía al resto del mundo.
La mencionada encuesta junto con las realizadas por la BBC de Londres y el Índice Marca País 2012-2013 acabaron por confirmar que Alemania y su capital, Berlín, la cual fuera la capital europea de la innovación y tolerancia durante los años veinte y principios de los treinta del siglo pasado, habían recuperado un lugar especial entre los ciudadanos del mundo.
Sin embargo, los consultados querrían saber más cómo trabaja su administración gubernamental, cómo organizar un sistema educativo, cómo descentralizar un país. Además, perciben que Alemania es “tímida” al momento de hacer valer su peso económico en el escenario global.
Tal vez el dilecto lector de La Jornada Aguascalientes se pregunte por qué Alemania es importante para México. La respuesta es sencilla: hay 1,300 compañías con capital germano en nuestro país, las cuales emplean a más de 120 mil compatriotas. Asimismo, Alemania es nuestro principal socio comercial en la Unión Europea.
En su poema de 1933 titulado Deutschland (Alemania), el dramaturgo y rapsoda marxista, Bertolt Brecht, se lamentaba del ascenso del nazismo en su patria con estas palabras: “¡O Alemania, pálida madre! qué tan sucia estás, al sentarte entre la gente, haces ostentación de ti, entre los ensuciados”.
Ochenta años después, y gracias a su disciplina y trabajo callado, es posible afirmar que Alemania, habiendo exorcizado los fantasmas del nacionalsocialismo y la Guerra Fría, se ha convertido en lo que uno de sus principales metafísicos, Federico Nietzsche, siempre aspiro a ser: “un buen europeo” y, además, un ciudadano ejemplar del globo terráqueo.
Aide-Mémoire.- El mundo al revés: Florence Cassez libre; Alberto Patishtán preso.
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.