- Celebran en Bellas Artes la obra ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 1963
- Participaron Orso Arreola, Tatiana Bubnova, Hernán Lara Zavala, Jorge Souza Jauffred y Sara Poot Herrera
“Somos más o menos 30 mil, unos dicen que más, otros que menos”, con esa línea inicia La feria, obra literaria que le mereció el Premio Xavier Villaurrutia en 1963 al ensayista, narrador y poeta Juan José Arreola (Zapotlán el Grande -hoy Ciudad Guzmán-, Jal., 21 de septiembre de 1918 – Guadalajara, Jal., 3 de diciembre de 2001), cuya publicación fue celebrada en el Palacio de Bellas Artes.
La novela, en la que se manifiestan aspectos fundamentales de la vida de Zapotlán el Grande y sus habitantes, fue recordada en la sala Manuel M. Ponce, en el evento La feria en domingo, mesa a 50 años de La feria de Juan José Arreola, en la que participaron Orso Arreola, Tatiana Bubnova, Hernán Lara Zavala, Jorge Souza Jauffred y Sara Poot Herrera.
El poeta y cuentista Hernán Lara Zavala señaló que contra la apreciación común que consideraba a Juan José Arreola afrancesado y cosmopolita, su imaginario se encontraba arraigado en su pueblo natal Zapotlán y así lo demuestra su novela La feria.
“Mediante su particular estilo epigramático revela sus inquietudes sobre la falta de justicia que privaba en Zapotlán, sus orígenes indígenas, así como usos y costumbres, mitos y leyendas de un lugar caracterizado por la multiplicidad de voces de sus diversos y pintorescos habitantes”, agregó.
El discípulo del taller de creación literaria que impartió Juan José Arreola en la Facultad de Filosofía y Letras, dijo que La feria es una novela de denuncia política, en su opinión cargada de sentido del humor.
Señaló que el poeta destacó desde pequeño como un gran lector y futuro poeta, dotado con el don de genio. “He conocido infinidad de escritores nacionales e internacionales, pero sólo he conocido a uno genial y ese era Juan José Arreola”.
Destacó que a pesar de todas las influencias que conformaron su estilo, Juan José Arreola, como en el caso específico de La feria, logró imprimirle a sus textos la impronta de su enorme personalidad.
Para el profesor universitario Jorge Souza Jauffred, Juan José Arreola fue el maestro de la perfección y de la brevedad. Recordó que La feria fue escrita cuando el autor tenía 55 años de edad. “Esta obra tardó un decenio, ya que el primer manuscrito data de enero de 1954, mientras que la publicación fue realizada en 1963. En ese tiempo el texto fue madurando hasta alcanzar la excelencia”.
Dijo que los 288 fragmentos narrativos que integran la novela están lejos de ser elementos aislados, pues cada uno de ellos fue escrito con precisión minuciosa que refleja el alma colectiva y la memoria multifacética de una ciudad pequeña, atada a la fuerza de las costumbres y los prejuicios, agitada por las pasiones, ambiciones, ilusiones y fracasos de sus habitantes.
“La feria es muchas historias integradas en redes, donde la perfección, el humor, la ironía, el dolor, la reflexión —cada uno en su turno— se manifiestan ante el lector para obligarle a ahondar en su interior y encontrar ahí un espejo”, aseveró Jorge Souza Jauffred.
En su opinión La feria es posible entenderla como un documento de valor étnico y antropológico. “Puede ser considerada una novela de nuestra historia, ofrece datos sobre distintas épocas de la región, pero también es un registro de costumbres, una muestra de coplas y refranes, obra de género, costumbrista, un compendio de referencias bíblicas sin dejar de admitir, por ello, la posibilidad de muchas otras interpretaciones. […] Un texto de denuncia social que narra las injusticias de la pérdida y lucha de la tierra por los naturales”.
Tatiana Bubnova, integrante del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, comentó que en La feria se presentan dos tópicos, la polifonía y la memoria antigua.
Expuso que las intervenciones del narrador en dicha obra son escasas y no destruyen la autonomía de las voces, que se convierten a su vez en contadoras de historias particulares.
“Arreola es una especie de sensible monitor, un escucha transmisor de temas, poniendo entonaciones y silencios de la época, del pueblo, de la historia misma, para transformarnos a partir de lo vivencial y documental en un objeto estético, de clase especial. Es un texto literario que incluye e inscribe el discurso social”, apuntó.
Orso Arreola, hijo de quien fue director y fundador de la Casa del Lago, dijo que el texto tiene un trasfondo donde la voz narradora habla de la tierra, los dones, el trabajo del campo, en un ambiente místico-religioso.
“Ese apego a su Zapotlán, me ha llevado a decir que no hay Arreola sin Zapotlán ni Zapotlán sin Arreola. Es a partir de ese espacio, de su tierra donde concibe y hace su relación con el universo, los dioses y Dios”.
Sara Poot Herrera, especialista en la obra de Juan José Arreola, dijo que La feria es una novela, pero también poesía y cuentitos desperdigados; hecha de retazos de documentos, voces vivas en contrapunto, alternancias, apropiaciones de personajes reales e inventados, de situaciones vívidas posibles, imposibles, reales y ficticias.
Con información de Conaculta