Presenta Ana García Bergua antología personal de cuentos - LJA Aguascalientes
15/11/2024

  • Mis cuentos son de gente normal, anodina, a la que meto en aprietos
  • El limbo bajo la lluvia reúne 20 años de trabajo como cuentista

Ana García Bergua (México, DF) es una de las escritoras más importantes de su generación, dueña ya de una larga y productiva carrera; es autora de las novelas El umbral (1993), Púrpura (1999), Rosas Negras (2004), Isla de Bobos (2007) y La Bomba de San José (2012), también cuenta con varios libros de cuentos publicados: El Imaginador (1996), Postales desde el Puerto, instantáneas de Veracruz (1997), La Confianza de los extraños (2002), Otra oportunidad para el Señor Balmand (2004), Pie de página (2007) y Edificio (2010).

Poseedora de una voz narrativa personal y de un sentido del humor lleno de matices, oscuro, irónico, Ana García Bergua presentó recientemente su libro El limbo bajo la lluvia, que es una antología personal de cuentos, presentada por la editorial mexicana Textofilia, en la que reúne cuentos dispersos que no habían alcanzado a entrar en sus otros libros.

“Recibí la invitación del editor de Textofilia, Alfredo Núñez Lanz, de hacer una reunión de cuentos –contó Ana García Bergua en entrevista–, la idea era primero juntar todos los libros de cuentos pero después él tuvo la idea mucho más interesante de hacer una selección de los libros que ya no están en circulación y de cuentos que estaban en antologías e inéditos, y de todos esos cuentos él hizo una selección y los ordenó y lo fuimos trabajando juntos, pues él me iba proponiendo y yo le iba diciendo sí o no, y en uno que yo quise meter le cambiamos el final.

Javier Moro Hernández (JMH): ¿Cómo fue revisitar algunos cuentos que se escribieron hace mucho tiempo?

Ana García Bergua (AGB): Pues fue curioso porque yo tenía la idea en un primer momento de que iba ser algo así como la momia, pero al estar revueltos con otros cuentos y en otro orden, los cuentos viejos adquirieron otra cosa, otra fuerza, otra vitalidad y al final es como ver un nuevo libro y me permitió darme cuenta que había temas que no se repiten, sino que están relacionados, que han sido como obsesiones constantes, como el tema del encierro, la soledad, que se pueden ver, que están ahí en los cuentos del principio y en lo más recientes.

JMH: Los cuentos reunidos llaman la atención porque parecen pasar en una realidad muy cotidiana que de repente pasan a una realidad extraña de un momento a otro, pienso por ejemplo en “El Palco” en donde una familia acepta la idea de vivir en un palco de un teatro.

AGB: Ése, por ejemplo, es un cuento inédito, y maneja la idea de que uno se habitúa a lo que sea, la costumbre muchas veces es más fuerte que otras cosas, y bueno en la ficción debes establecer ciertas reglas esperando que el lector te crea y te siga. O por ejemplo “Los conservadores” que es un cuento que ha sido muy antologado pero que no había sido publicado en ningún libro y surge desde la idea de que esta mujer quiere conservar a su marido, tenerlo al lado, pero no lo quería ver desde el lado drama, de la pérdida, ni desde el lado del terror, quise hacer una mezcla de absurdo y costumbre, ver qué resultaba y terminó siendo un cuento que tiene una mezcla medio siniestra y jocosa, con un toque de humor negro.

JMH: Siento que te diviertes cuando escribes…

AGB: Sí, la verdad es que me divierto mucho cuando escribo y además yo siento que muchos jóvenes me conocen como cuentista a partir de Edificio, y no conocía los cuentos anteriores y en este nuevo libro se reúnen 20, alrededor de 20 años de trabajo como cuentista. El primer libro de cuentos salió como en el 96, pero eran cuentos que yo ya había publicado en periódicos, en revistas, fue la primera reunión de cuentos que hice y Edificio, además, fue el primer libro que tuvo un tema, aunque el libro de La confianza en los extraños giraba un poco alrededor de lo siniestro y de la muerte, pero no era un libro hecho deliberadamente así, y luego El imaginador, que fue mi primer libro de cuentos, era un libro sin tema, libre, con cuentos que tenían diferentes temáticas aunque sí giraba alrededor del tema de la imaginación, por eso le puse ese título.


JMH: Eso serían dos partes esenciales en tus cuentos, la imaginación y el sentido del humor, ¿cómo es trabajar en el sentido del humor sin caer en la crueldad?

AGB: Es un filo muy delgado, que hay que cuidar mucho y de alguna manera mis cuentos salen como salen y luego ya después le voy dando vueltas, los voy trabajando, quitando y poniendo, probando otras posibilidades y en ese proceso van cambiando los cuentos. Es un trabajo de taller y de tiempo porque a veces hay cuentos que escribes y lo lees y te das cuenta de que no funciona así como está, lo dejas y por ahí, tiempo después se te ocurre una idea y le intentas dar una nueva vuelta de una u otra manera. Hay cuentos que se quedan ahí, latentes, esperando una revelación y puede ser que pasan dos años y ahí se quedó en la computadora, tengo muchos cuentos así, guardados en la computadora, que no han visto luz o futuro todavía, y un buen día dices “puede ser esto” y lo intentas y puede que salga así. No siempre los traigo en la cabeza todo el tiempo, pero ahí los voy masticando.

JMH: Me parece que tus cuentos hacen un análisis sobre una clase media mexicana urbana, por ejemplo pienso en “Mrs. Robinson” pero siempre tocando temas como los celos, el engaño, el miedo…

AGB: Mis cuentos se desarrollan en ambientes o entre gente que es muy anodina y de repente algo les mueve y algo les saca un secreto, una revelación. El año pasado estaba dando un taller de autobiografía en el Claustro de Sor Juana que se llama “Cuéntame tu vida” y de repente de las personas que menos te imaginabas, todos, todos los que fueron al curso tenían una historia, que aunque no la tuvieran así de repente en la cabeza de entrada, pero platicando y buscándole de repente salían unas historias tremendas, muy buenas para escribirlas incluso y muy sorprendentes, y ahí es donde te das cuenta que no todos somos iguales, pero no porque unos seamos mejores que otros, sino porque cada individuo lo hace muy distinto de los otros. Me gustó mucho ese taller porque fue como una cosa de fe en la humanidad, porque también fue darme cuenta de que la uniformidad no existe, por más que políticamente la quieran aprovechar, y la vida individual siempre tiene una historia diferente, y mis cuentos son de gente normal, anodina y yo los meto en aprietos.

JMH: ¿Cómo surgen los cuentos, los imaginas desde antes?

AGB: Me los imagino un poco como apuesta y me pongo a pensar “y si a alguien de determinadas características le pasara tal cosa”, algo que me pasó un poco en el cuento de “Ya olvidé” en donde a un cantante alcohólico y deprimido lo visita una testiga de Jehová, ¿qué le pasaría? Y así un poco, así surgen los cuentos, como un poco de taller, de laboratorio, y de cosas que la verdad me dan risa y se me antojan para escribirlas.

JMH: Entre tus novelas y tus libros de cuentos, ¿qué diferencias encontrarías o marcarías?

AGB: Pues que las novelas, en general, están tratadas con un poco más de realismo, no mucho, pero sí un poco más.

JMH: Los cuentos que estaban en antologías y en revistas pero que no estaban publicados en libros, ¿cómo fue el proceso de recuperación?

AGB: Pues yo los tenía, tenía un archivo en la computadora al que le había puesto redil, como con las ovejitas, ahora sí que los tenía juntos, sabía qué estaba publicando y en dónde, entonces no fue tan difícil, porque los había ido guardado en esa carpeta de que ya sé que están publicados aquí o allá. Porque si estoy armando un libro, tengo una carpeta con esos cuentos y éstos, pues un día me puse a juntarlos porque se me ocurrió que en algún momento salieran juntos, porque hay cuentos, como por ejemplo “Segundo”, a mí me ha sorprendido mucho, agradablemente, salió en un antología de la propia Textofilia, pero yo siento que a veces los cuentos en las antologías se pierden un poco como obra de autor, ya pasan a formar parte de la antología y están en función del tema y eso está bueno, pero yo tenía ganas de recuperarlo para mí, como parte de mi obra, y pues cuando surge la posibilidad de hacer esta reunión, Alfredo Núñez me lo pidió, porque además él ya lo conocía y en la presentación lo leímos. Fue muy curioso, porque sí adquirió un peso, incluso ante mí, que no le había terminado de dar, y de repente me gustó mi cuento, pues siempre tengo muchas dudas y leyéndolo en este contexto me pareció que adquiere otra dimensión. Me gustó, y pues creo que tiene que ver con el orden que le terminó dando Alfredo a los cuentos, porque hay cuentos muy relacionados con el cuerpo humano, con la idea del ejercicio, de los caníbales, sí hay muchas cosas que he escrito sobre el cuerpo, el libro les dio otro contexto a los propios cuentos, y yo creo que ése es todo el crédito para Alfredo, porque él fue el que le fue dando ese encadenamiento a los temas dentro del libro.

JMH: ¿Cómo nacen tus cuentos, los piensas siempre en función de un libro o van naciendo a partir de un tema, una idea?

AGB: Pues si tengo un tema, los voy pensando en ese tema, pero luego salen temas, ideas que me llegan y no tienen que ver con ese tema, pero igual me gusta y quiero escribirlo y ya después decido cuáles se quedan para ese proyecto de libro y cuáles no. Tengo aún varios cuentos que no se han publicado y que quiero juntar un libro con esos cuentos, pero luego pasa que a muchos escritores nos piden cosas, lo cual es bueno, pero luego andan desperdigados, pero eso es parte del trabajo, y medio que vivimos de esto y entonces uno no puede andar guardándose como señorita, y no cae mal lo que nos pagan por un texto, y además luego ver el cuento publicado te permite verlo en otra dimensión, ya es otra cosa, aunque a veces da miedo porque te das cuenta a detalle del texto, te das cuenta si funciona, porque ahí se ve todo, puedes ver las virtudes y los defectos, luego cosas que uno sólo ve y por más que te torturas y le dices a las personas si ya se dieron cuenta, si ya se fijaron, y los demás te dicen “no importa, nadie se da cuenta, no te preocupes”, pero siempre hay gente que sí se da cuenta, la autocrítica del autor siempre es feroz.


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