- A los 36 años llegó a Calvillo, trabajaba lavando, torteando y haciendo cualquier oficio para sacar adelante a sus hijos
- En el “pequeñísimo” Calvillo sólo había tres pequeñas chozas de zacate y las paredes de piedra de cada lado del camino
Calvillo es uno de los municipios de Aguascalientes que se ha convertido en Pueblo Mágico. Millones de personas buscan conocer todo sobre el pueblo, pero pocos saben que es el municipio que alberga a la persona más longeva del estado, es por eso que decidimos buscar la casa de María Ruiz Villalobos, quien el pasado 25 de julio cumplió 107 años en total salud y lucidez.
Hace unos meses el DIF Estatal reconoció su larga vida durante un evento de la Secretaría de Desarrollo Social, en la que se le otorgó un recurso a su familia para que organizara el festejo de cumpleaños, en el cual, según lo platicó la señora Mary, estuvo la mayoría de su familia y una gran cantidad de vecinos calvillenses.
Con tres hijas (una ya murió), dos hijos y más de 200 nietos, bisnietos y tataranietos, esta mujer tiene una salud increíble y una memoria inmejorable, a pesar del desgaste biológico de los años, aceptó la visita de La Jornada Aguascalientes para compartir un poco de sus 107 años de vida.
Es fiel seguidora del rodeo y conoció a su marido en Guadalajara, “yo soy del rodeo, de ahí era yo”, dijo emotivamente tras explicar que tuvo que casarse de negro, pues su madre murió días antes de realizar la boda, la cual ya había sido pospuesta por cuestiones de papeleo de su marido, quien era arriero y que con sus burros iba hasta Juchipila, Jalpa y Aguascalientes.
Llegó al “pequeñísimo” Calvillo, como lo nombra ella, a la edad de 36 años al quedar viuda. En ese entonces sólo había tres pequeñas chozas de zacate y paredes de piedra en cada lado del camino.
Al día siguiente de llegar al pueblo calvillense comenzó a buscar trabajo con los vecinos, lavaba ajeno, torteaba, planchaba, cosía ropa, hacía cualquier oficio con el que pudiera obtener recursos para sacar adelante a sus hijos.
Al platicar con los vecinos, éstos mencionaron que era una mujer “luchona y terca”, nunca decía “no puedo”, además tiene un carisma especial, por lo que las personas no pueden dejar de buscarla, ya sea para trabajar o para convivir amistosamente.
En 1926, en la época de la Guerra Cristera, la señora Mary vivió en las primeras casas que se construyeron sobre el cerro, donde nunca le tocó observar alguna matanza, pero sí recibir las visitas de los elementos de la infantería para pedirle comida y agua, “asustaban a la gente para que les dieran lo que querían, una vez se juntaron muchos hombres y decían que quemarían el rancho pero sólo hicieron que sacaran sus cosas y se fueron”.
Una mañana, cuando subía a casa con su cántaro con agua hacia la cocina, los soldados le gritaron “que viva Cristo Rey” y por miedo a que le hicieran daño no respondió, incluso, hicieron que les diera tortillas y agua, “ya tenía todo para el mediodía, pero se los tuve que dar y me quedé sin nada”. Fuera de esto, siempre la respetaron, nunca fueron groseros, aunque sí imponían miedo.
Al morir su madre tuvo que hacerse cargo de sus dos hermanos: uno de ocho y otra de 11 años, ya que “no quisieron irse con mis tíos y los tuve siempre conmigo hasta que se casaron”.
Actualmente toda su familia (madre, padre, marido, hermanos, tíos) fallecieron. Sólo queda ella con sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, que cuando organizan reuniones, la calle Aldama en la zona centro se cierra y se convierte en todo un festín de pueblo.
Ésta es una de tantas historias de vida que Aguascalientes acoge en sus municipios, María, aunque no nació en Calvillo, se ha convertido en toda una enciclopedia viviente, pues cientos de personas la visitan y escuchan por horas sus historias, que aún le quedan muchas por contar.