A menos de tres meses de que terminen los trabajos de la actual legislatura, el congreso del estado estará haciendo un balance, pero no de la eficacia y de los avances que favorecieron a la ciudadanía, mucho menos un recuento de las promesas rogadas en las campañas, el balance que estarán haciendo es sobre qué grupúsculos partidistas quedaron mejor posicionados para seguir regateando puestos dentro de los gobiernos entrantes.
En Aguascalientes se vive una gran representación, la ficticia novela de “todo marcha bien y todos avanzamos” se mantiene pese a la secuencia de realidad que diariamente vive la gente común, las familias que día a día lucha por resistir las cascadas de desempleo y de bajos salarios. Pero flota un tema, una nube envuelve nuestro estado como a todo el país. La violencia.
La violencia que ocurre en Aguascalientes como todas las existentes, se nutre de algunos otros factores, la violencia no sobrevive sin la corrupción, sin el poder político, sin la organización de millonarios pagos en una cadena “no detectada” de intereses personales. La violencia es una expresión de la protección y la legitimación de la sociedad y la justicia corrompida para que un grupo de personas o una sola persona afecte a alguien más incluso en su vida.
El atentado a Leobardo Martín del Campo, hermano del electo presidente municipal, Antonio Martín del Campo, sin duda es un signo de que algo pasa y algo se mueve en Aguascalientes, lo mismo que ocurre en el país entero, el crimen organizado da una muestra de su presencia en el quehacer político, en las decisiones electorales, y todo eso que representa la institucionalidad que tan cara y tan obsoleta resulta a la hora de resolver y dar resultados a la sociedad.
No importa la visita y el visto bueno que nos den los embajadores que vienen de paso, al fin y al cabo ellos no viven aquí, no duermen en la inseguridad que los gobiernos han dejado avanzar. Aunque desde luego no están exentos de las consecuencias de sus propias declaraciones demagógicas y de la misma violencia que omiten.
Por lo anterior es que resulta importante el trabajo del congreso local, porque debiera ser el contrapeso a la organización vertical de los gobiernos y supervisar la calidad de su funcionamiento, vigilar y presionar que se den resultados en estos temas trascendentales para la población, pero no es así, quienes integran el congreso se preocupan más por hacer sus arreglos para poder saltar al siguiente puesto, por pertenecer al grupo partidista dominante. Quienes representan a la ciudadanía lo único que hacen es selectivamente amarrar intereses y la diputación la toman como moneda de cambio por tres años buscando conseguir lo más que se pueda.
El congreso del estado en esta legislatura, salió arañado, finalmente quedaron al descubierto las fuerzas que pretenden gobernar más allá de las diputadas y diputados. La maltrecha ley de protección a la vida presentada por el diputado José Luis Alférez fue una indicación, una orden directa y mal acatada del clero local, las promesas de uno y de otro lado sólo ellos las saben, pero fue evidente que del plato a la boca se les derramó la sopa.
Sin embargo esto no nos da ninguna tranquilidad a quienes trabajamos por la defensa y la lucha de los derechos de las mujeres, ya sabemos desde ahora que la siguiente legislatura que entrará en el mes de noviembre tarde o temprano volverá a la carga con sus intenciones de penalizar en todas sus formas la interrupción del embarazo e incluso, ya algunos diputados electos panistas han hecho declaraciones sobre su negativa a despenalizar el aborto y reconocer las uniones entre personas del mismo sexo, nada nuevo, esa postura ha sido lo que identifica esta corriente política arcaica que sigue respirando en Aguascalientes.
La historia de los congresos muestra que están más dedicados a proteger a personas en lo individual ligadas a la dinámica partidista política que a la sociedad, otro ejemplo fue el que se obstacularizara la comparecencia del procurador del estado ante el congreso. Una acción que pareciera sumamente lógica en una democracia donde podemos pedir cuentas y convencernos de que hay transparencia en los procesos de impartición de justicia fue al final un arreglo, un dando y dando para que no lo mandaran llamar. Había demasiadas preguntas y él no tiene respuestas y me refiero a transparencia, a procesos concretos, a resultados convincentes y lógicos, así es como podemos entender que la violencia va avanzando porque las instituciones que pueden hacer ese equilibrio están enfocadas en cubrir con un velo tramposo el derecho de uno sobre el de toda la ciudadanía.
No hay nada mejor que esperar con el nuevo congreso, otra vez escucharemos las declaraciones de autonomía del legislativo, de coordinación y organización con sus principios (como si los tuvieran) partidarios, intentarán mostrar que nadie va y manosea dentro del recinto, que nadie les manda. Aunque pasando los primeros meses quedará al descubierto todo lo contrario.
A quienes vimos en las diputaciones estos tres años, estarán en noviembre allá en esos puestos inventados o justificados y viceversa a quienes veremos en el congreso. Todo se recicla, el sistema no cambia más que en el discurso, no se trata de cambiar de color, lo que no sirve, no sirve.
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