Palacio Nacional, Ciudad de México. 12 de agosto de 2013. En un mensaje en cadena nacional, con motivo de la presentación de la reforma energética, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dice: “Hace 75 años, precisamente en este salón del Palacio Nacional, el presidente Lázaro Cárdenas llevó a cabo la Expropiación Petrolera”.
Mirando fijamente a la cámara, el mexiquense concluye: “El petróleo y los demás hidrocarburos seguirán siendo de los mexicanos. Los mexicanos seguiremos siendo los únicos dueños de la renta petrolera”.
El presente artículo tiene por objeto explicar al amable lector el contexto geopolítico en el cual se dará la discusión de la reforma energética en nuestro país y los pronósticos sobre ella que se hacen en el vecino país del norte.
La geopolítica, “la ciencia profunda de la evolución mundial” (Parag Khanna dixit), tiene por objeto estudiar cómo la situación geográfica de un país influye en su política exterior.
Cuando el entonces presidente de la República, general Lázaro Cárdenas del Río, expropió, en un acto de afirmación de la soberanía nacional, la industria petrolera a las compañías extranjeras, principalmente británicas, el tenor geopolítico era la proximidad de la Segunda Guerra Mundial, en la cual la Alemania nazi y sus aliados se enfrentarían a los Estados Unidos, la Gran Bretaña y la Unión Soviética.
Tres cuartos de siglo después, el contexto geopolítico de la industria energética está caracterizado por: la demanda es impulsada por los llamados “países emergentes”, destacando principalmente China e India. Segundo, los Estados Unidos, gracias a una combinación de tecnología, innovación y espíritu emprendedor, han logrado avances significativos en la producción de petróleo y gas obtenido en las rocas de lutitas, peñascos que contienen hidrocarburos que requieren fracturarse para obtenerlos.
Más todavía, varios de los principales productores a nivel mundial –Irán, Rusia y Venezuela- son países antagónicos a las políticas emanadas desde la Casa Blanca. Cuarto, la energía nuclear está desprestigiada pues, debido al accidente de la planta atómica de Fukushima, ha perdido su aureola de industria “eficiente y segura”. Finalmente, el cambio climático ha impulsado un énfasis en la energía eólica, solar, etc.
Esta situación geopolítica ha impulsado al gobierno de la Unión Americana a crear, en noviembre de 2011, la Oficina de Recursos Energéticos –dependiente del Departamento de Estado-, la cual tiene por objetivo: gestionar la geopolítica de la industria energética, impulsar políticas en términos de energía alternativa y expandir la buena gobernanza.
Dicha agencia es dirigida por uno de los principales expertos en la industria energética de los Estados Unidos: Carlos Pascual, un viejo conocido de México, pues fungió como embajador de su país entre los años 2009 y 2011.
En abril de 2013, Pascual testificó por escrito ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, e informó lo siguiente sobre la industria petrolera mexicana: “México tiene 10.2 billones de barriles en reservas probadas, pero su producción ha caído un 23 por ciento de 2004 a 2011, y casi todos los pronósticos indican que la producción mexicana continuará declinando en el corto plazo”. El diplomático yanqui concluye: “Esta tendencia significativa es a menudo atribuida a la madurez de los principales campos y los retos para la compañía nacional, Pemex, de mantener los niveles de inversión necesarios en el sector”.
Asimismo, Pascual dijo que “el uso de combustibles fósiles declinará ligeramente del 80 al 75 por ciento. El uso del gas natural y los renovables se incrementará, pero el petróleo y el carbón seguirán siendo los combustibles más usados” (The Canadian Press, 11/06/2013).
Todo lo anterior, lleva a concluir que, a pesar de reducir su dependencia del petróleo del Medio Oriente, Washington sabe que el petróleo mexicano es, como ha dicho hasta el cansancio el geopolítico Alfredo Jalife-Rahme, un “petróleo de paz”, pues los yanquis están al corriente de que no tienen un rival geopolítico que les dispute el acceso.
Por ello, y por el bien de México, la reforma energética que habrá de discutirse, aparte de verdaderamente modernizar a Pemex, debe asegurar que nuestros hidrocarburos seguirán siendo propiedad de la nación.
Aide Mémoire.- Barack Obama es un político inepto y un negociador mediocre; Vladimir Putin un genio de la geopolítica y un represor.