Jorge Cuesta, el poeta que defendió la libertad creadora - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Este 13 de agosto se cumplen 71 años del deceso del autor de Canto a un Dios mineral

0 RAún hay mucho qué analizar del poeta Jorge Cuesta (23 septiembre 1903-13 agosto 1942), pues sus biografías se incrementan constantemente y son generadas desde distintos aspectos, como poeta, o bien como el alquimista del grupo de Los Contemporáneos, sin olvidar que es el fundador de la crítica literaria en México.

Jorge Mateo Cuesta Porte Petit desarrolló en sus ensayos diversos razonamientos y un profundo vigor intelectual, para de esa manera sacudir los cánones de la cultura en las primeras décadas del siglo XX. El título Obras reunidas II. Ensayos y prosas varias, de Jorge Cuesta, editado por el Fondo de Cultura Económica, señala que su corta vida dejó en la literatura nacional la profunda marca de una de las inteligencias más destacadas de su tiempo.

Si bien Jorge Cuesta privilegió el soneto, su poema más ambicioso y mejor logrado es Canto a un dios mineral, obra que se pertenece a la rica tradición del poema filosófico mexicano, por lo que se le coloca en las recopilaciones del género al lado de obras como Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz; Muerte sin fin de José Gorostiza; Blanco de Octavio Paz e Incurable de David Huerta.

Jorge Cuesta nació en Córdoba, Veracruz, donde realizó sus primeros estudios. En la Ciudad de México cursó la carrera de ciencias químicas. En 1927 conoció a Guadalupe Marín (entonces esposa del pintor Diego Rivera), que más tarde sería su esposa, y ese mismo año publicó su polémica Antología de la poesía mexicana moderna.

En 1928 viajó a Europa, donde estuvo en contacto con André Breton, Carlos Pellicer, Samuel Ramos y Agustín Lazo. A partir de 1930 formó parte del grupo Los Contemporáneos, quienes lo llamaron El Alquimista.

Colaboró en la revista Ulises, en los periódicos El Universal y El Nacional, en las revistas Contemporáneos, Voz Nacional, Letras de México. En 1932 fundó la revista Examen. Su poesía fue recopilada póstumamente en dos ediciones, una prologada por Alí Chumacero y otra por Elías Nandino y Rubén Salazar Mallén.

Jorge Cuesta se quitó la vida el 13 de agosto de 1942, cuando tenía 38 años, se colgó con sus propias sábanas de los barrotes de la cama.

La recuperación de su obra


En el tercer tomo de la colección Obras reunidas, editado por el Fondo de Cultura Económica, uno de sus compiladores, Jesús R. Martínez Malo, señala que Jorge Cuesto ejerció una apasionada defensa de la única moral que pregonó: la libertad del artista en el ejercicio de su acto creador, desligando al arte de cualquier atadura al servicio de intereses políticos, ideológicos y partidistas.

“Esto lo demuestra en muchos de sus textos, pero sobre todo a través de su lúcida argumentación contra la escandalosa y vergonzosa consignación de su revista –Examen–; en su polémico texto sobre Marx; en los escritos en que defendió a capa y espada la autonomía universitaria, así como en sus sólidos argumentos en contra de la implantación de las políticas culturales y educativas al servicio del nacionalismo a ultranza, tan en boga en su época.

“La mayor parte del total de la producción literaria de Jorge Cuesta fue publicada en vida por el autor en las revistas que en su momento fueron las más importantes para la difusión de la vanguardia cultural en México, es decir, al reunir en un solo tomo sus ensayos y obras varias, se ofrece al lector la oportunidad de entrar en contacto con el escritor, quien ‘piensa en voz alta’ sobre los temas que le interesaron siempre”.

Otro de los compiladores del tercer tomo de Obras reunidas, del Fondo de Cultura Económica, es Christopher Domínguez Michael, quien señala que el poeta, en su corta vida, dejó en la memoria de amigos y conocidos las marcas profundas de la amistad y de la admiración hacia una de las inteligencias más destacadas de su tiempo.

“Ningún escritor mexicano tuvo una muerte tan atroz (autocastración y suicidio) y ninguno recibió de la posteridad una reparación tan cumplida. Veinte años después de su muerte comenzó la recuperación de los papeles de un poeta y crítico que nunca publicó un libro en vida”.

Los primeros en acercarse a la obra de Jorge Cuesta fueron José Emilio Pacheco y Juan García Ponce en los años sesenta del siglo XX. A partir de entonces, prácticamente todo los escritores mexicanos contemporáneos se han acercado a su producción literaria.

“Es frecuente encontrar discusiones sobre su trabajo como poeta, sobre su caso psiquiátrico, al suicida, al químico y al alquimista, al fundador de la crítica literaria en México, al observador implacable del nacionalismo cultural y de sus mitos plásticos, al espíritu liberal que combatió por el Estado laico y lo defendió, en la educación pública y en la universidad, contra el clericalismo de derechas y de izquierdas.

“Cuesta fue quien dio forma al canon de la tradición literaria y uno de los pocos intelectuales latinoamericanos que, siguiendo a Julien Benda, denunció ‘la traición de los clérigos’, ese momento fatal cuando se olvidó ‘la obligación moral de ser inteligente’ y se puso a la crítica al servicio del comunismo y del fascismo”.

Christopher Domínguez Michael señala que Jorge Cuesta ha sido el rito de transición indispensable para entrar en la tradición crítica: de autor secreto a conciencia de una literatura, ese ha sido el destino de un hombre que, habiendo vivido en las sombras, alcanza su centenario en el mediodía.

El también crítico literario destaca que fue el primer intelectual moderno de México. “Su pensamiento crítico está arraigado en la cultura contemporánea del país como si con los años sus textos hubieran proliferado hasta poblar tupidamente el jardín del porvenir. La suya es una de las pocas victorias morales que la posteridad ha concedido a un intelectual.

“Jorge Cuesta es una referencia cultural porque tuvo razón o porque consideramos sus razones como nuestras. Esa empatía la provoca el ejercicio de la crítica moderna en las condiciones de un contexto que no la acepta como tal. Parece que el escritor no fue comprendido en los años treinta del siglo pasado por lo que sería aberrante que el presente no intentara pagar una deuda tan grande”.

Chistopher Domínguez comenta también que la critica literaria de Jorge Cuesta fue el objetivo de la mayoría de sus ensayos, e inclusive leyéndolos como formas estáticas que relacionen autoras y obras, “estamos ante un caso notable de la perspicacia estética. Su obra resiste la prueba de la actualidad.

“Si entendemos al critico sólo como aquel que establece personalmente una jerarquía de valores, la atingencia de este autor sorprende por su afirmación en el gusto contemporáneo. Recordarlo es un homenaje y una forma de intentar corregir esa situación”.

Con información de Conaculta


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