- Gibraltar
Por: Soren de Velasco Galván
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.
Madrid, España. 4 de agosto de 2013. Entrevistado por el rotativo conservador, ABC, con motivo de la crisis con Gibraltar, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, se enfoca a la cámara, sonríe amenazadoramente y suelta a bocajarro: “Hay que entender que con este Gobierno las cosas nunca van a funcionar así. Se ha acabado el recreo”.
El presente artículo tiene por objetivo explicar al amable lector los antecedentes históricos del conflicto diplomático que sostienen España y el Reino Unido por la posesión de Gibraltar y cuáles podían ser los motivos del gobierno español para reanudar la crisis.
Los antiguos griegos denominaron al Peñón de Gibraltar como “las columnas de Hércules”, pues pensaban que el mítico héroe había separado las rocas en uno de sus trabajos. Para el Imperio romano, en cambio, simbolizaban el fin de del mundo conocido.
El nombre actual se deriva de Yabal Tariq –“Monte de Táriq”- en honor del caudillo bereber, Táriq Ibn Ziyad, quien desembarcó en el lugar en abril de 711 para así comenzar la conquista árabe de la península ibérica. Hasta 1462 Castilla recuperó Gibraltar.
Durante la Guerra de Sucesión Española (1701-1713), una flota anglo-holandesa ocupó el Peñón el 4 de agosto de 1704. Posteriormente, en el Tratado de Utrecht de 1713, España cedió “a perpetuidad” el territorio al Reino Unido.
Para afianzar su dominio en la estratégica base naval, los británicos importaron trabajadores de Inglaterra, Génova, Malta, y Portugal, los cuales frecuentemente se casaban con las mujeres españolas de los poblados cercanos. Esta rica mezcolanza cultural derivó en su propio dialecto, el llanito, una mezcla del inglés británico con el español andaluz.
Asimismo, los gibraltareños desarrollaron una férrea lealtad a la Gran Bretaña debido a los 15 sitios que han soportado, destacando entre ellos: el Gran Asedio, ocurrido entre 1779 y 1783, durante la Guerra de Independencia de los Estados Unido; al comenzar la Segunda Guerra Mundial, la población civil fue evacuada a la metrópoli y el Peñón sufrió los embates de las fuerzas aéreas y navales de la Alemania nazi y la Italia fascista.
En los años 60 del siglo pasado, el dictador español, Francisco Franco, intentó negociar con el Reino Unido la soberanía de Gibraltar. Por su parte, los habitantes del Peñón respondieron con un referéndum, ocurrido el 10 de septiembre de 1967, en el cual 12 mil 138 votantes (99.64 por ciento) contra 44 optaron por retener los lazos con la corona británica. Finalmente, el 23 de mayo de 1969 se promulgó el Orden Constitucional, donde se establece el compromiso británico de respetar la voluntad de los gibraltareños.
Enfurecido, un decrépito Francisco Franco ordenó cerrar la frontera y fue hasta 1985 cuando España, recién incorporada a la Alianza Atlántica y deseosa de unirse al Mercado Común Europeo, decretó el fin del último asedio.
Los gobiernos de José María Aznar y Tony Blair intentaron llegar a un acuerdo, pero los gibraltareños organizaron un referéndum en el 2002, en el cual votaron abrumadoramente a favor de seguir siendo un territorio de ultramar británico. Esto condujo a la implementación de una nueva Constitución en 2006, la cual establece un gobierno autónomo para Gibraltar, con la excepción de que los asuntos exteriores y de defensa son responsabilidad de Londres.
Este año, la crisis estalló cuando patrullas de la Guardia Civil dispararon contra un esquiador acuático; luego el gobierno del Peñón arrojó bloques de hormigón en la bahía para evitar la pesca por parte de los españoles; a continuación vinieron las estridentes declaraciones de García-Margallo, a las cuales respondió el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, diciendo que eran “claramente reminiscentes de las políticas y tácticas desarrolladas por el régimen fascista de Franco en los 50 y 60”.
Para el escribano, el gobierno de Mariano Rajoy pretende envolverse en el manto del nacionalismo con el fin de desviar la atención de la opinión pública respecto a los casos de corrupción que, cual espada de Damocles, penden sobre su instituto político, el Partido Popular, además, de distraer al electorado ibérico en lo concerniente a la lúgubre situación económica que vive España.
¿Volverá Gibraltar a ser español? Para responder esta pregunta hay que remontarnos a una leyenda urbana que dice que los británicos no abandonarán Gibraltar mientras exista en el Peñón su célebre asentamiento de macacos de la Berbería –los únicos primates salvajes en Europa-. En 1942 –durante la Segunda Gran Guerra- la población se había reducido a siete, por lo cual el primer ministro Winston Churchill ordenó importarlos desde África del Norte para aumentar su cantidad y reforzar así la moral de las tropas británicas. De acuerdo al último conteo son más de 300 monos los que habitan la zona.
Aide-Mémoire.- Rusia asilando a un perseguido político estadounidense. O tempora, o mores!