Envejecer es como escalar una gran montaña;
mientras se sube las fuerzas disminuyen,
pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Ingrid Bergman
Ya he dicho en este espacio, que a las cosas por su nombre. A las personas también. Por lo tanto, este argot falaz de llamar con apodos de burguesía a cuestiones “lastimosas” o vergonzantes, no conviene. A la pobreza no le podemos llamar “capacidades económicas diferentes” sólo para no hacer sentir mal a los pobres, porque entonces los encargados de paliarla, estarán buscándola sin encontrarla. A la enfermedad del alcoholismo no le podemos decir “problemas con su manera de beber” y a robar tampoco pedir prestado temporalmente únicamente porque los bienes son universales. Bueno, pues la vejez, ni es adultez en plenitud, ni tercera edad, ni cuarta ni nada. Es vejez, y con todo el respeto, algo que no está nuevo, está viejo. Lo que no debería significar un acto peyorativo, sino sustancial: lo que llega a viejo está bien hecho.
Acuérdese de aquellos vehículos antiguos, se refiere uno a ellos porque los fabricaban para siempre, o al menos para muchas generaciones. Resulta pues que los mejores vinos, quesos, autos, obras de arte, etc., valen más cuanto más viejos son. La diferencia, es el estado en que llegan a esa vejez. Por lo tanto el binomio es, antigüedad más buen estado de las cosas.
Este mes, los más festejados son los ancianos. Abuelitos, adultos mayores o como el argot político luego les quiere nombrar. Pero con respeto les digo que son ancianos y mucho gusto me dará llegar a anciano en buenas condiciones, como un buen vino o un buen Thunderbird del 56’ de dos puertas, con refacción trasera y llantas cara blanca. En ese sentido, la vejez ha de procurarse en la juventud. Pero para tales efectos, es necesario reconocer, que ni todos los carros, ni todos los vinos, ni las pinturas en cuadros, llegan a viejos o en buenas condiciones. Asimismo, no todos los ancianos lo hacen.
La falta de previsión, la pobreza, la prisa o la ignorancia mandan al futuro a los adultos a tener una vida precaria. El dicho dice, que vivas los primeros 20 años aprendiendo, los segundos 20, previendo los últimos 10, y los terceros 20 trabajando lo que puedas, para que esos 10, te la pases recordando y disfrutando de lo que hayas logrado en tu pasado, por ejemplo, disfrutando de los nietos, de los hijos, de la familia, de una pensión o de un ahorro para el retiro (si primero no se esfuman las empresas que manejan esos dineros), yo digo que hay que vivir siempre con el espíritu de estar activo —en la medida en que las posibilidades se vayan dando— y con el pensamiento de llegar a viejo, con la ilusión de quien se tardó toda la vida escribiendo un libro.
El artículo 5 de la Ley General para la Atención de los Adultos Mayores, expresa el derecho de los viejos a recibir protección por parte de la autoridad, la familia y la sociedad en general. Se expresa dicho mandamiento legal en los siguientes ejes: a) integridad y dignidad; b)certeza jurídica; c) salud, alimentación y familia; d) educación; e) trabajo; f) asistencia social; g) participación; h) denuncia popular; i) acceso a los servicios. Con ello queda manifiesto que la vejez es tan importante para el Estado, como la juventud, la adultez, la niñez, la discapacidad, la atención a la pobreza o cualquier otra condición humana, porque ésa es la idea de vivir en sociedad: que un individuo se sienta protegido en todo su caminar a lo largo de la vida.
Pero ¿qué pasa cuando estas condiciones no se cumplen? Como ya lo comenté la omisión de los jóvenes, que “pensamos que nunca envejeceremos”, aunado a una vida arrítmica, acelerada y desordenada, provoca que la vejez hoy sea dicha como un insulto y vista como una tragedia. Y para poder contrarrestarlo es necesario actuar.
Los diversos actores sociales, han de arropar la ancianidad, no solamente con programas asistenciales “lastimeros”, es necesario, imponer las condiciones para promover la vejez como un puerto de llegada deseado. Desear llegar a viejo en buenas condiciones, tiene que ser una prerrogativa corresponsable: el individuo ha de dar de sí lo que le corresponde y la sociedad la otra parte. De qué sirve que a los jóvenes y adultos de hoy se les diga con campañas públicas, la problemática de la obesidad o la falta de activación física, o los daños del cigarro, las drogas o el alcohol, o los malos hábitos de sueño, alimenticios o cualquier otro consejo gubernamental, si el individuo no asume con responsabilidad su propio cuidado. Luego entonces, tendremos ancianos que se convierten en un problema de salud pública, de gasto gubernamental para paliar la pobreza, las enfermedades crónico-degenerativas, los cuidados paliativos, etc., por eso la vejez se arregla en la etapa previa. La pregunta es ¿cuándo hizo Noé el Arca? La respuesta es, antes de la tormenta. Así pues, si lo inminente es llegar a viejos, hay que tratar de hacerlo de la mejor manera y forma posibles.
Por el lado de la realidad. Es cierto que hay un olvido social de los viejos. No porque los asilos no estén llenos —aun— quiere decir que todos los ancianos estén bien atendidos. El dato más reciente de Inegi, revela que cerca del 25 por ciento de los adultos mayores de 60 años, no tienen ninguna seguridad social. Por otro lado, las enfermedades que después de la edad legal, más atacan son la diabetes mellitus y otras ligadas al corazón, ambas tratables pero mortales ante su desconocimiento. Un dato muy preocupante en el caso de mujeres, es que revela que casi el 90 por ciento de las mujeres mayores de 60, han padecido la violencia familiar, y en la mitad de los casos ha sido provocada por los hijos.
En Aguascalientes, hay alrededor de 90 mil personas mayores de 60 años, teniendo la capital casi el 70 por ciento. Estas implicaciones obligan a los gobiernos a establecer políticas públicas emergentes, para atender las necesidades más urgentes de los abuelos en condiciones precarias: pobreza, enfermedad, abandono, desempleo, violencia, etcétera, dichas políticas han de ir encaminando a los actuales jóvenes y adultos a prever el futuro para tener una vejez digna. El objetivo es reivindicar la vejez para que vuelva a ser aspiracional y no el castigo que nadie quiere. Y para ello la colaboración de los actores sociales es fundamental.
Ayer, 100 organizaciones presentamos una campaña denominada “Agenda 2020, Campaña de divulgación de los derechos y deberes de las personas”, en la que se pretende dar a conocer los presupuestos básicos para la vida y convivencia en nuestro estado, como lo son los derechos humanos. Se llama Agenda 2020, porque en 20 semanas estaremos dando a conocer los principales 20 derechos y deberes en los temas persona, familia, sociedad, país y medio ambiente. El primer derecho y deber fue para los abuelos y personas mayores de 60, con la esperanza de que sepan que los queremos a todos, y que son libros no leídos que queremos compartir y conocer porque son tan importantes, como los que apenas van llegando.