Cómo entender que la capacidad de la sociedad mexicana, para repetir coyunturas políticas sea tan verdaderamente fantástica, cuando en otras latitudes, los conglomerados sociales, se han venido decidiendo a cambiar radicalmente las situaciones que no les permiten perfilarse a escenarios democráticos o a acrecentar los espacios de sus todavía incipientes democracias.
En estos días en que venimos siendo testigos de sal, de las reiteradas estrategias de una de las partes del magisterio nacional, la llamada: CNTE, que basan toda su protesta en contra de la Reforma Educativa, en realizar paros en las diferentes entidades donde tienen representación y preferentemente en desquiciar la Ciudad de México, para así como ellos dicen “mostrar músculo”, todos recordamos que ésa es la misma película que hemos venido presenciando en los últimos años, y lo único que ha cambiado es que no vemos a algunas de las secciones del SNTE, realizando iguales actividades, como si el que se haya encarcelado a la sempiterna dirigente de ese poderoso sindicato, les haya traído la actitud cautelosa de revisar cuál será el método a poner en práctica.
La pregunta obligada que nos hacemos muchos mexicanos es por qué dejarlos llegar hasta estos niveles de protesta, ya que si ahora la excusa de la misma es la Reforma Educativa, en otras oportunidades han sido otros los elementos por los cuales estos contingentes magisteriales terminan por afectar de manera decidida a millones de niños y adolescentes, al no impartir clases, ya que lo más increíble, es que no se manifestaron en el periodo vacacional, sino que esperaron a que iniciara el ciclo escolar, para manifestarse en contra de lo que haya que manifestarse.
De nueva cuenta vuelven a escucharse las voces de los ciudadanos que se preguntan hasta cuándo se encontrará el método de diálogo y acuerdo con estos docentes para que no sigamos viendo cómo se empecinan en mantener la educación como un tema, que parece no tener solución, y que a pesar de lo que algunos dicen seguirá siendo el Talón de Aquiles de nuestro país. Cada ocasión que el tema educativo se aborda por los analistas y estudiosos, se convierte en un crucigrama sin respuesta, unos quieren matizar y utilizan eufemismos para no decirle a las cosas por sus nombres, y otros piensan que con autoflagelarse, ya aportaron sus concienzudas expresiones a este asunto, que en honor a la verdad merece ser tratado con ecuanimidad y con claridad.
Existen gobernadores que claman por sancionar ejemplarmente a los profesores que abandonan sus clases y se van a manifestar a la Ciudad de México, y señalan que si éstos no se presentan a trabajar serán dados de baja y se contratará a nuevo personal, para ocupar las plazas que queden vacantes, lo absurdo de su propuesta, es que esos mismos gobernadores, no acometen esas determinaciones cuando los profesores aún están en sus entidades, y lo hacen sólo cuando estos mismos ya van camino a la Ciudad de México, como si con eso quisieran comprometer a la autoridad federal a secundar sus “valientes determinaciones”. Lo más increíble de esto es que varios de estos gobernadores, llegaron a las gubernaturas de sus estados apoyados por esos mismos grupos del magisterio, ya que utilizaron la mala relación de sus predecesores en los gobiernos estatales con esos grupos de docentes, y en sus campañas políticas les ofrecieron “la construcción de una relación armónica, que permitiera recuperar el rumbo de la educación en el estado”.
Cuando aún no se sale de este atolladero, ya se tiene en ciernes otro asunto, que muy posiblemente va a derivar en otro movimiento que casi seguramente se expresará en manifestaciones y campamentos, y éste es el tema de la Reforma Energética, que a unos días de haberse dado a conocer, ya comenzó a polarizar las posiciones entre quienes están a favor y quienes están en contra.
Cuál será la dinámica que determinará este desencuentro aún está por verse, pero el panorama de lejos no pinta nada bien; a fuerza de ser sincero, el mayor equívoco de la forma en que ésta se presentó fue el haber utilizado la figura y los supuestos argumentos del General Lázaro Cárdenas, para legitimar una decisión de esa envergadura. En lo personal me hubiera gustado escuchar argumentaciones sólidas y auténticas al momento de presentarla, con lo cual se pudiera haber dado la imagen de estar sinceramente convencido de la misma, y no el efecto contrario, que se causó al haber tratado de justificarla a partir de argumentos y propuestas, que no pertenecen al mismo momento histórico, económico y social del país.
Esto se ha venido desarrollando en un marco que no muestra diferencia alguna con lo que venía sucediendo hace ocho meses; la expectativa de crecimiento de la nación se está cayendo; la delincuencia organizada está cada vez más presente; el asunto de las guardias comunitarias está proliferando, al grado de que en estos días ya se conoció la conformación de uno de estos grupos por mujeres, y la lista de pendientes no decrece, al contrario crece significativamente.
Si a fin de cuentas, el gobierno federal y los partidos políticos, han ponderado de manera reiterada el mecanismo de acuerdos en el marco del llamado Pacto por México, esto debiera empezar a rendir resultados, que no sean solamente en beneficio de alguno o algunos de quienes confluyen en él. La población está esperando resultados, y los quiere ver, no quiere absurdas e insustanciales explicaciones, como las que expresa el director general de Pemex, en cada ocasión en que lo entrevistan, cuando evade preguntas, cantinflea, o se esconde en verborrea barata. Si el señor Lozoya no sabe a cuánto puede ascender la disminución del costo del gas y la electricidad (con la Reforma Energética que propuso el gobierno federal) en el recibo de una familia común en México, y sólo dice que “a unos puntos porcentuales”, alguien le debería explicar aunque fuera “con peras y manzanas”, que si la disminución del recibo es de 1 por ciento, nadie le va agradecer a la Reforma Energética, los grandes logros que va a rendir, y si pudiéramos recordarle que no se equivoca la sabiduría popular cuando dice “de tal palo, tal astilla”.