Y ante tanto, ¿para qué votar el 7 de julio? / Ricardo Serrano en LJA - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

Construir sobre lo construido. Reconocer lo que está ya bien hecho, y usarlo como cimiento para lo que viene.

Antanas Mockus

Por fin llegó la veda. La electoral. Se acabaron las campañas y a escasos dos días del ejercicio democrático del sufragio, hay que hacer un recuento de los días. 45 días duró la campaña. 45 días llenos de cruceros y propaganda, llenos de noticias. Algunos cuantos llenos de desenfoque político, pero al fin ya llegó la hora de la verdad.

Lo que no me gusta de las estadísticas y los pronósticos negativos es que luego se cumplen. Me han dicho que históricamente las elecciones intermedias —como éstas del 7 de julio— luego son desairadas por los votantes. Supongo que el branding masivo de un candidato a presidente de la república no se puede comparar con uno a municipal, pero el hecho es el mismo. En ambos casos, lo que se elige es un representante, un gobernante.

Si a mí me preguntaran —a pesar de las estadísticas históricas de las elecciones intermedias— las elecciones a presidentes municipales y legisladores locales, tienen una relevancia fundamental: el municipio sigue siendo el medio de comunicación más cercana a los ciudadanos de a pie. Es más, en algún momento de la historia, la gobernanza debiera salir comenzando desde los municipios y no en cascada como ahora. Es evidente que la parte más fidedigna de las necesidades sociales las conoce un municipio, pero incluso en la participación de los municipios en los recursos, éstos tienen poca decisión y los repartos de recursos se hacen de manera central. No cabe duda que esto quizá iría en contra del federalismo, pero iría a favor del municipalismo,  y con ello se tendrían quizás mejores diagnósticos programáticos en la atención de las necesidades más básicas de la ciudadanía.

Pero no todo está mal, en realidad, un municipio vive de recursos federales mayormente. Ello le ayuda a cumplir con las obligaciones que le encomienda la constitución en el artículo 115. Es un prestador de servicios públicos, es lo que dice la ley. Pero al estar tan cerca de las realidades sociales, el municipio ha asumido otros compromisos que diversifican su actuar: educativos, salud,  cohesión social, gestión de mejoras en el ingreso familiar, alimentación, entre muchos otros. Estas responsabilidades se han ponderado positivas porque las necesidades existen.

Pero entonces, ¿para qué votar? Como editorialista en este medio, he dicho que los partidos están en crisis, y los ciudadanos también lo están. Es más he dicho que las campañas han convertido en usuarios a los ciudadanos más que en votantes reflexivos. Lo reitero. Me parece que en términos de democracia, este país, esta ciudad tiene todavía mucho que avanzar. Pero eso no implica —mis dichos— que al revisar el estado de las cosas, el veredicto sea la renuncia a ello. Es precisamente ese acto de renuncia el que provoca que las cosas no cambien. No sé dónde escuché una frase de Thomass Alba Edison, que versaba algo así como “antes de encontrar la forma correcta de encender una bombilla con luz eléctrica, hubo 2 mil intentos. Eso no significa fracaso, sino que encontré 2 mil formas de no encender una bombilla de luz”, si tomamos esto como válido, la democracia no es un modelo perfecto como una llave y una puerta, es un proceso perfectible que con la experiencia se tiene que ir fortaleciendo. Este fortalecimiento tiene que surgir al menos de tres elementos: el estudio, la historia y la realidad actual.

En la forma en que se han construido las democracias de países más desarrollados se puede vislumbrar un trabajo de construcción ciudadana —que todavía no alcanzamos a ver en nosotros— que si bien sigue con sus correlativos vicios (la corrupción o la indiferencia) ha avanzado de forma tal que incluso hay maneras digitales de participación electoral. El detalle es que hemos venido resolviendo nuestros problemas sociales desde hace décadas, y no hemos podido empezar un proceso de construcción participativa en la ciudadanía. Es importante tener representantes y gobernantes que entiendan lo que refrenda Antanas Mockus cuando afirma que “el ciudadano se construye para que la sociedad se transforme y ese proceso de construcción ciudadana es un proceso de transformación social”, pues mientras no le apostemos a la construcción ciudadana, no tendremos más que mercadotecnia política. Un ejemplo de este poder, sería que en la nueva legislatura se abriera la posibilidad de una comisión de participación ciudadana en la que sea más fácil de entender y clasificar la forma en que la ciudadanía participa y así prospectar la forma en que podría hacerlo de una  manera más eficaz en términos de democracia en el amplio sentido.


Además de todo lo dicho, si la forma más cercana a la gente son los municipios, es pues menester que a pesar del estado de las cosas en materia electoral, principalmente en las campañas, y siguiendo este dato de la apatía en las elecciones intermedias, hay que invitar a la gente a votar, porque si el municipio es su principal forma de acercarse al gobierno, ese gobierno municipal tiene que contar con la legitimación ciudadana de sus votantes. Lo que estoy diciendo, es que las elecciones municipales, son por mucho, tan importantes como las estatales o nacionales, si no es que más.

Siguiendo con mi pregunta del para qué votar, es necesario decir que aunque hay muchas  “razones” para no hacerlo, hay otras más relevantes para hacerlo. En primera porque al votar usted manifiesta que tiene esa capacidad de elegir, puede o no coincidir conmigo, pero elegir es un derecho que ha costado mucho en este largo y sinuosos camino hacia la democracia plena y que es importante no perder. Sobre todo invitar a votar a quienes  lo hacen reflexivamente sin adjetivos de ningún tipo.

La segunda razón es que más que un derecho de sufragio, hay una obligación de participación. La participación hace que el término coproducción social tome sentido. Poco a poco esta manifestación de cogobernar, se hace más real, y ello comienza cuando el ciudadano elige a sus gobernantes.

La tercera razón es que al participar, gane o no el que usted eligió, hay la posibilidad de exigir la rendición de cuentas. De solicitar transparencia. Esto que parece fácil, implica un ejercicio complejo de seguimiento y análisis de los gobernantes, pero al ver todo el proceso se logra lo que en la ingeniería se sabe como “lean manufacturing” es decir, la exactitud (manufactura esbelta dicen los que saben y se refiere a la exactitud en materias primas, tiempos de proceso, entrega y producción y calidad más precio y cadenas de valor), esta exactitud de seguimiento podría con el tiempo entregar un proceso electoral que no tenga mermas o virutas —como las mermas en la industria— para que los tiempos de campaña tengan muchos contenidos y menos “borra” y que los procesos electorales sean más exactos (me refiero a la capacidad primero ciudadana de conocer las propuestas políticas y analizar sin condición la mejor para elegirla, y en segundo a los partidos para que tengan más capacidad de convencimiento ideológico y no tanto material) y lograr entonces un proceso exacto que beneficiaría a los presupuestos, a los ciudadanos y a los representantes elegidos puesto que la legitimación ciudadana les daría fortaleza en el cumplimiento de proyectos y satisfacción de las necesidades sociales.

Salga a votar, y mientras seguimos trabajando en el perfeccionamiento democrático, usted cumpla, porque con eso contribuye a la transformación social. El enemigo del domingo es el abstencionismo. Vote y participe.

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