Los cambiazos / Guía para adoptar un mexicano - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

 

El principal proyecto de los mexicanos es ellos mismos. Su yo, ego, espíritu, alma, mente, o como desee llamarle, es la principal obra de su vida. A un mismo tiempo arquitectos, ingenieros y maistros albañiles de sí mismos, los mexicanos tienen grandes planes para ese ente biológico y social que les tocó ser. Los planos han sido desarrollados minuciosamente, la visión es clara: quién quieren llegar a ser. Los materiales están listos y reunidos en un mismo lugar. El plan de trabajo es claro: los propósitos han sido delimitados y definidos, las metas son ambiciosas. Aquí se comienza, allá se desea llegar. Es momento de mejorar y enaltecer esa edificación nuestra que ha venido decayendo por el tiempo o por la inercia o por el olvido, o por todas las razones anteriores juntas. Todo está listo, pues, sólo hay que empezar.

Tiene que ser un Big Bang, piensan los mexicanos, un gran cambio. Las mejoras en uno mismo no se pueden llevar a cabo de manera gradual, si se introducen cambios poco a poco, nadie lo notará, ni nosotros mismos. El mexicano no piensa en sutilezas ni en proyectos a largo plazo, tiene que ser de tajo, no un borrón y cuenta nueva, sino arrancar la hoja o hasta cambiar de cuaderno.

“Hoy voy a cambiar” reza la canción himno de la indecisión de las mexicanas ardidas, y bien podría servir de mantra a todos los mexicanos con un pequeño pero significativo añadido: “hoy voy a cambiar… todo”. Los mexicanos tienen grandes y loables planes para sí mismos y todos los pretenden empezar el mismo día, el día “d”, el día que dará inicio la gran transformación. Cabe aclarar, los mexicanos tienen dos días “d”, todos los primeros de enero por venir, todos los lunes de aquí al fin de los tiempos. Cada primero de enero y cada lunes, pues, los mexicanos pretenden empezar a dejar de ser quienes son y a transformarse en alguien radicalmente diferente de ellos mismos. Todo, en un día.

Básicamente, el plan de metamorfosis comprende dieta y ejercicio. Los mexicanos no buscan modificar sus hábitos alimenticios de manera gradual: la primera semana dejar de tomar coca a diario, por ejemplo, y sólo hacerlo cada tercer día hasta eliminar su consumo, la segunda reducir un poco las porciones, la tercera introducir la ingesta de verduras, la cuarta “limitarse” a un solo desayuno y en casa, etcétera. No, los mexicanos han de comenzar con una dieta salvaje: como cavernícolas sólo consumen alimentos crudos o como judíos eliminan la carne de puerco –ésta es una de las más extremas–, o como starlets se limitan a complementos alimenticios y drogas legales e ilegales, o como gurúes trasnochados eliminan todos los alimentos y se concentran en observar la luna y masticar raíces, o como top models se limitan a observarse desnudos en el espejo hasta que se les pase el hambre y entretanto se cachetean, se flagelan con lechugas orejonas, se acusan: ¡gordo!, ¡gorda!

Con el ejercicio la cosa va más o menos similar. Para romper con su sedentarismo, los mexicanos no comienzan con caminatas diarias de media hora, por ejemplo, y van aumentando cada semana el tiempo y la intensidad, no empiezan con una rutina de ejercicio relajada que les vaya mejorando, día a día y siguiendo más o menos un plan, la condición física general. No, comienzan con entrenamientos diseñados para deportistas de alto nivel como si mañana, martes o dos de enero, fueran a participar en un triatlón o en el maratón de Nueva York, o se inscriben en el gimnasio de moda más equipado de la ciudad, se compran la ropa y el calzado más caros y se van a socializar entre caminadoras, bicicletas fijas y aparatos de pesas, por unas tres semanas, más o menos.

Además, como mencionamos, la cuestión está en que los mexicanos quieren comenzar a cambiar todo en un día. Así que no toman una cosa a la vez, el ejercicio un mes, la dieta el siguiente, no, de un día para otro, se alimentan sólo con agua y vitaminas y se ponen a correr 15 kilómetros diarios, además de que cambian su estilo de vestir de ejecutivo a hippie o viceversa, por primera vez en su vida comienzan a ahorrar, guardando debajo del colchón 80 por ciento de sus ingresos, y se pintan el pelo de rubio o de naranja. Por supuesto, el resultado de semejantes “planes” siempre es uno: fracaso y frustración. Si entre su planes próximos está adoptar un mexicano, siga los siguientes pasos.

Primer paso: Enséñele a su mexicano que cualquier propósito para mejorar su mexicana persona puede empezar, uno, cualquier día del año, o dos, cualquier día de la semana. De verdad, echar a andar el programa de mejoras para uno mismo puede empezar un martes, por ejemplo, o en verano, los resultados serán los mismos.


Segundo paso: Enséñele a su mexicano el concepto de dosificación, mejor distribuir todos los planes y cambios deseados en un periodo de seis meses, por ejemplo, que tratar de engullirlos todos de un solo trago.

Tercer paso: Enséñele a su mexicano que no por ser el campeón de los tacos y de la televisión, va a convertirse de la misma y facilona manera en campeón olímpico con un cuerpo digno de una estatua renacentista. Del sillón al podio hay muchos puntos intermedios y vale la pena conocerlos todos.

Preguntas frecuentes: ¿Los mexicanos hacen dietas? Depende. ¿Los mexicanos hacen ejercicio? Depende. ¿Los mexicanos hacen cambios? Depende.

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