La disyuntiva: desmitificar o vulgarizar la política / Jorge Izquierdo en LJA - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 

Apenas pasados unos días de la reciente elección en Aguascalientes, tuve la oportunidad de saludar a Don Chuy quien junto a su esposa Doña Mari, atienden una fonda y rosticería, en la que en innumerables ocasiones comí al lado de mi amigo Jorge Anguiano, cuando había llegado a esta ciudad, para incorporarme a la administración estatal del Lic. Otto Granados Roldán, como Subdirector de Prevención Social, allá por el año de 1992.

Pues bien, Don Chuy, sabiendo que desde siempre me ha apasionado la política, me preguntó cómo había visto los resultados que arrojó la jornada electoral del pasado 7 de julio, y cuáles eran mis apreciaciones al respecto, después de darle mis consideraciones sobre este tema, me dijo muy serio, que tal vez él no sepa de política y que además no es una persona “estudiada y leída”, pero que en su opinión era muy molesto observar cómo la política, ya había dejado de ser lo que fue en otros tiempos, que era impensable que hoy quienes aspiran a un cargo de elección popular, en el afán de “caerle a la gente”, quieren que los electores los reconozcan por sus apelativos o por los nombres con que los conocen y llaman la gente más cercana a ellas y ellos. Me dijo que para él eso era impensable, porque el día que ese candidato, “ya esté en el Palacio o en la Cámara, seguro será Don o Doña X”, y que ya es tiempo que “los políticos le regresen la seriedad a su actividad”.

Cuando me despedí de Don Chuy, me quedé pensando, cómo, de verdad, la actividad político partidista ha pasado a ser de una actividad envuelta de seriedad, formalidad, y otros atributos, a ser ahora una verdadera pachanga, en donde se ve lo impensable, se escucha lo inaudito y se puede esperar cualquier barbaridad. Sólo por hacer un ejercicio de este momento en que se encuentra la política, habría que voltear a ver lo que sucedió en este pasado proceso electoral en Aguascalientes, donde se vivió un ambiente lleno de descalificaciones, de vituperios, y todo tipo de hechos bochornosos, que dan pena ajena; y ahora como resultado de ello, se tiene una peor imagen de los partidos políticos entre la gente.

Yo recuerdo cuando muy joven tuve la oportunidad de saludar, durante su campaña presidencial al entonces candidato José López Portillo, que salvando lo que finalmente hizo como Presidente, tenía una presencia impactante y le daba a la política junto con otras y otros muchos políticos, una sensación de que estaban hechos para esta actividad, porque su formación tanto en lo académico, ideológico y político era íntegra, haciéndolos personas en muchos sentidos ejemplares para las nuevas generaciones que nos acercábamos a los partidos políticos con la finalidad de prepararnos para esta actividad; y no como ahora sucede, que muchas y muchos candidatos a cargos de elección popular, son absolutamente ajenos a los partidos que los postulan o peor aún en el pasado reciente, fueron parte de los partidos políticos opositores a los que ahora los postulan, peor cinismo no puede haber, quisiera saber qué puede aportar una persona con este perfil en los próximos grupos parlamentarios en el Congreso del Estado, si ni siquiera conoce la filosofía e ideología del partido que lo recibió como arribista, y tampoco conoce la plataforma política del mismo partido.

Estos arribistas podrán decir a su favor que a ellas o ellos los invitaron, y sólo aceptaron, no cabe duda que los caraduras ahora se dan en macetas, pero en esencia podrían tener algo de razón, lo increíble es que los militantes de los partidos que los postulan no digan nada, sabiendo que estas o estos candidatos, no merecen representar a sus partidos, donde estos militantes han transitado por muchos años, y como ahora se dice “en las buenas o en las malas”; por ello, es necesario que las y los militantes no permitan más la llegada de estos arribistas, que en el caso hipotético de alcanzar el cargo para el que fueron postulados, no moverán un ápice para defender los postulados del partido que ahí los lleve, porque no los conocen, o no los entienden o finalmente, porque no les interesa, ni se sienten comprometidos para hacerlo.

En esencia Don Chuy tiene absoluta razón, la política partidista en aras de ser desmitificada, ha perdido la mayoría de los elementos que la hacían ser una parte esencial de nuestra sociedad. Ya en otras ocasiones he referido lo que a mi parecer ha sucedido con las y los políticos en mi país, pero me permito volverlo a hacer. Cuando yo era un adolescente de 15 años y mi hermano Alfonso me acercó al partido en el que he militado por 38 años, me di cuenta perfecta que los políticos para alcanzar su madurez y formación integral los metían en estufas de leña, y para alcanzar la cocción, pasaban hasta 12 o 14 horas; cuando ya era un joven de 26 años, pude observar que los políticos los metían en estufas de gas y se cocían en seis u ocho horas; cuando ya tenía 40 años los metían en ollas exprés, y se cocían en dos o cuatro cuatro horas; ahora a estos pobres ingenuos los meten en el microondas y les hacen creer que en 30 segundos ya son políticos.

Al menos yo sí estoy convencido de que debemos regresarle a la política los atributos y la esencia que ha perdido en el afán de supuestamente desmitificarla, y que sólo ha servido para vulgarizarla.

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