- Toda ciudad de alguna u otra manera es terrible
- “Ciudad Juárez es un bourbon rasposo y demasiado dulce, cuando se acaba, esperas la siguiente ronda”
Por desgracia, lo primero que uno piensa cuando escucha hablar de Ciudad Juárez es en la violencia, una violencia sorda y oscura que parece oscurecer todo lo demás, la vida de miles, de millones de personas que cruzan una de las fronteras más transitadas del mundo. Sin embargo Ciudad Juárez es más que esa urbe que obtuvo el odioso primer lugar como la más peligrosa del mundo hace apenas un par de años atrás. Es más que violencia, drogas. El escritor César Silva Márquez lo sabe bien, pues nació y vivió en antiguo Paso del norte buena parte de su vida y por eso entiende que Ciudad Juárez es una ciudad en donde miles de seres humanos hacen su vida cotidiana, es el espacio en el que aman y mueren, viven y desean, sueñan y sufren. Es la ciudad en la que miles hacen su vida, tienen hijos, se casan, buscan casa, encuentran al amor o lo pierden y un poco de esa triste (y a la vez hermosa) cotidianidad, es la que el escritor juarense retrata en su más reciente novela Juárez Whiskey (Almadía, 2013), libro que se presentará en la Feria del Libro de Aguascalientes a realizarse entre el 21 y 30 de septiembre próximos.
César Silva Márquez (Ciudad Juárez, 1974) es autor de las novelas Los Cuervos (2006) y Una isla sin mar (2009) y de los poemarios Par/ten (2000), escrito al alimón con Edgar Rincón Luna, ABCdario (2000 y 2006) y Si fueras en mi sangre un baile de botellas (2005) entre otros. Con Juárez Whiskey nos sorprende con un tono mesurado, contenido, para contarnos los días de Carlos, un ingeniero que ama estar detrás de un escritorio casi tanto como al whisky y que se acaba de separar de su novia después de una relación larga que iba a terminar en matrimonio y que pasa sus días entre el trabajo, la casa de su amiga y vecina Belinda y los recuerdos de las diferentes mujeres que han ocupado su vida en diferentes momentos. Una novela escrita en tonos sepias, tendríamos que decir si pudiéramos definir la nostalgia, la tristeza que acompaña la vida de una ciudad que se esfuerza por sobrevivir.
“La idea surge de emular de alguna manera la película de Pink Floyd The Wall, -nos cuenta César Silva Márquez-, en donde el personaje principal se encuentra en su habitación antes de entrar en escena y cómo lentamente se va volviendo loco. Aunque bueno, en Juárez Whiskey, Carlos el ingeniero, no es un cantante de rock y no terminará loco al final de la novela. Me llevó un año, más o menos, terminarla. Entre ajustes y revisiones. La comencé a escribir a principios de 2008. Cuando la violencia aún no afloraba del todo. Más o menos como sucede en la misma novela”.
Javier Moro Hernández (JMH): Uno de los temas que me parece central de tu novela es la soledad del protagonista, un personaje que sin saberlo (tal vez) ha vivido para aprender a estar solo.
César Silva Márquez (CSM): Creo que me gusta eso de “sin saberlo ha vivido para aprender a estar solo”. Aunque yo creo que no quiere estar solo. Es más la desidia que impera en él. La falta de fuerza para concretar. Los intentos son los importantes, según yo.
JMH: Cuando uno piensa en Ciudad Juárez irremediablemente piensa en lo que se ha vivido ahí en los últimos años: la violencia desatada, la furia de los cárteles, la impunidad. En tu novela, sin dejar de estar todo esto, la violencia no juega un papel central.
CSM: No juega un papel central porque quise reflejar la vida cotidiana de una ciudad como Juárez. El ir y venir de sus habitantes. En 2008, cuando escribí Juárez Whiskey, escuchabas cosas terribles pero esporádicas, lejanas. Creo que en 2009 la situación se agravó.
JMH: Carlos, el personaje de tu novela tiene una relación muy particular con las mujeres, se rodea de ellas, piensa en ellas todo el tiempo, Juárez Whiskey es al final de cuentas una novela con una presencia femenina muy importante.
CSM: Sí que lo es. Me gusta pensar que les he dado un peso importante. Son todas ellas inteligentes y atrevidas (y viscerales como en el caso de Blanca). Ellas vuelven importante a Carlos.
JMH: Sin caer en la prosa poética el lenguaje de tu novela tiene elementos poéticos, ¿cómo fue el proceso de trabajo de la escritura?
CSM: Comencé a escribir poesía a los 17 años. Mi primer poemario se llama ABCdario, que fue publicado en el 2000. El más reciente apareció en 2010 y se llama El caso de la orquídea dorada. Mi lectura principal por mucho tiempo fue la poesía. Me gusta mucho Bukowski, Becerra, Paz, Chumacero, Lizalde, Anne Sexton, Sylvia Plath, Rosario Castellanos.
JMH: En Juárez Whiskey la acción se reduce a pequeñas desplazamientos al interior de la ciudad, a restaurantes, porque en realidad la acción de la novela transcurre en el interior de Carlos, es una novela de recuerdos, de ideas, introspectiva me parece. ¿Cómo fue el proceso de escribir una novela con este tono meditativo-meditabundo?
CSM: Creo que regreso a la idea de la película de Pink Floyd The Wall. Un hombre encerrado en su habitación. En mi caso, Carlos en su estudio viendo Internet y bebiendo whisky. Aunque yo creo que sí hay acción, la necesaria para que Carlos conozca a Blanca y a Gabriela, la dentista. Si te fijas, creo que así es la vida de mucha gente. De la oficina a la casa. De la casa al restaurante, luego a la casa de nuevo.
JMH: ¿Cómo podrías definir a Ciudad Juárez?
CSM: En Ciudad Juárez puedes encontrar lo que quieras, lo mejor y a los mejores precios, por su cercanía con Estados Unidos. Es una ciudad donde la gente es amable y donde pasan cosas terribles. La gente no se anda con rodeos. Ciudad Juárez de alguna manera es ese bourbon que existió llamado Juárez Whiskey, rasposo y demasiado dulce, pero que cuando se acababa, esperabas la siguiente ronda.
JMH: Como la historia personal de Carlos, su vida que parece estarse yendo a pique, funciona muy bien como alegoría de la historia de la ciudad, de la sociedad, en donde vive, que sin darse cuenta parece encontrarse en un punto en donde el desasosiego y el miedo son lo único real.
CSM: No lo sé, pero es el mismo Carlos quien se compara con la ciudad. Y como es un personaje depresivo, pues se refleja en las cosas terribles de su tiempo. Toda ciudad de alguna u otra manera es terrible. De que hay algunas peores que otras, sin duda. A Carlos le tocó vivir en Ciudad Juárez. Pero no creo que haya sido más feliz en San Miguel de Allende o Querétaro o el DF o donde tú lo pongas.
JMH: Por último, ¿en qué nuevo proyecto estás trabajando?
CSM: El próximo año saldrá en Almadía el libro de cuentos Hombres de nieve, libro que obtuvo el premio Nacional de Cuento San Luis Potosí en 2011.