- Crónica del desayuno priísta de cierre de campaña donde el pastel no tuvo cereza
- Manlio Fabio Beltrones no vino porque un banco de niebla impidió su despegue
El desayuno priísta de cierre de campaña parecía pesar en algunos de los 850 asistentes, invitados por la Federación de Trabajadores de Aguascalientes; se inhalaban “aires de decepción” y se exhalaban “sospechosismos de derrota”; para colmo, no venía Manlio Fabio Beltrones.
El ausente se perdió que La Jornada Aguascalientes le preguntara por el aparente “empate técnico” de su candidato Fernando Castro Trenti en Baja California, a quien no apoya Enrique Peña Nieto; o por la violencia electoral que se disparó con el acoso del crimen organizado a Graco Ramírez, gobernador de Morelos, al que le secuestran digitalmente a 10 niños de un colegio, para obligarlo a pactar… Él se la perdió.
Si la política se bursatilizara -como en el mundo financiero- podría pensarse que “las acciones” priístas prácticamente se habían desplomado la mañana de ayer, en la ex Hacienda La Noria, en el día 45 de la campaña, que lo quieran reconocer o no, no dejó nada nuevo a la gente ávida de lo diferente: “sorpréndeme y voto por ti”, pensaban algunos.
Domínguez, decía el gafete del capitán de meseros, comentó al reportero que sólo se instalaron mesas suficientes para 850 personas, muchas menos de las mil del Salón de las Locomotoras para el desayuno de la CNOP con Emilio Gamboa Patrón, y muchísimas menos aún que las mil 600 del magisterio de Juana Alicia, en el Andrea.
Nada comparada la convocatoria con aquellos 5 mil ferrocarrileros que juntó Armando García, por instrucciones de su líder Víctor Flores, en Las Tres Centurias, cuando con matraqueros y todo apoyaron a los entonces candidatos Carlos Lozano y Lorena Martínez, en 2010.
Pero en aquella misma campaña, ya cuando no estaba su dirigente nacional, Armando García puso una gran lona de Martín Orozco Sandoval, en el edificio de la Sección II, “desplante” que no se le olvida todavía a Guadalupe Ortega y que quizá por eso, en este proceso le tocaría una quinta posición plurinominal para una regiduría capitalina; “aires de decepción”, pues.
“¿Y qué opinión le merece, ingeniero Olivares, que las cuentas públicas anden tras los empresarios?”, le preguntamos a Teodoro Olivares Ventura, presidente del Consejo Estatal Agropecuario, teniendo tras él a Miguel Ángel Godínez Antillón, del CCE; Heberto Vara Oropeza, de Canacintra; y Pedro de la Serna López, de la CMIC… “Nada ni nadie por encima de la ley”, nos respondió al bote pronto.
Mario Vargas Aguiar les pidió amablemente a los empresarios cambiar de lugar porque se habían sentado en el presídium, que ocuparían Francisco Chávez, Pilar Moreno, Guadalupe Ortega y él, el delegado nacional del PRI.
Uno a uno de los 18 candidatos a diputados locales, al igual que quienes buscan las alcaldías, fueron mencionados por el maestro de ceremonia. Hubo uno que rompió el aplausómetro, y otro que de plano, tuvo que lamentar los errores de juventud. Normando López Meixueiro, quien ya fue balconeado por golpear a una mujer, igual que el ministro Genaro Góngora Pimentel con la madre de sus hijos… “sospechosismo de derrota”.
Pilar Moreno habló y disculpó la ausencia de Manlio Fabio, porque un banco de niebla impidió el despegue de su aeronave en el aeropuerto de Toluca y arengó encendido discurso triunfalista. Después, en conferencia de prensa, se comprometería a apoyar al alcalde Francisco Chávez, “porque vamos a ganar”, con recursos gestionados ante el Congreso de la Unión.
El candidato Chávez Rangel reseñó el esfuerzo de su equipo en la campaña, los intensos recorridos a los lugares más apartados del municipio y su entrega a la gente, que le ayudó con sus propuestas a integrar su plan de gobierno, retórica que reiteraría durante su conferencia de prensa posterior, ahí mismo.
Cuando se pensaba que se “había descapitalizado” la campaña priísta, porque el pastel se había quedado sin cereza, salió un as de la manga del delegado Mario Vargas Aguiar y la situación cambió radicalmente… Porque en la noche todos irían al baile.
Foto: Gilberto Barrón