El valor formativo de las tareas escolares / Discere - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

Yo fui educado por unos padres que eran analfabetos. La escuela puede instruir a sus alumnos pero no puede educarlos, porque no tiene medios ni es su finalidad. La responsabilidad de educar recae en las familias.

José Saramago

Me gustó mucho esta reflexión del escritor portugués, José Saramago, al que se le otorgó el premio Nobel de Literatura en 1998. Es muy significativo que alguien tan destacado en el mundo de las letras señale el analfabetismo de sus padres, ya que le quita importancia a la instrucción y se la pasa a lo que realmente tiene valor, la formación que recibió en su casa y la fuerza que eso le dio para llegar a ser quién fue. Hay una frase del gran humorista argentino, Quino que dice: “Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar usted necesita saber, pero para educar se necesita ser”.

Es un hecho que muchos padres se sienten frustrados cuando sus hijos llevan tareas a casa y ellos no pueden apoyarlos en su resolución porque no tienen el conocimiento suficiente para hacerlo. Ante esa situación se rebelan contra las tareas escolares y le piden a maestros y autoridades que aprovechen bien el horario escolar para que sus hijos aprendan todo lo que sea necesario en ese tiempo y no tengan que llevarse las tareas a la casa. Sin embargo, los programas académicos son muy extensos y el tiempo escolar no es el suficiente como para que se pueda profundizar demasiado en los temas, porque de otro modo no podrían abarcarlos.

Una tarea bien pensada debiera tener como objetivo el ejercitar los temas dados en clase para que el alumno pueda interiorizarlos y convertirlos en un aprendizaje efectivo. Pero deben ser temas explicados en horario escolar y entendidos por lo alumnos, para que no obliguen a los padres a convertirse en maestros particulares de su hijos.

La polémica sobre las tareas escolares es tan vieja como la escuela misma, y no tiene mucho que ver con la preparación académica de los padres, sino más bien con el concepto que tienen sobre la educación y su prioridad en el contexto familiar. Antiguamente los padres no tenían tanta preparación para ayudar a sus hijos y como en el caso de Saramago, abundaban los analfabetos, sin que ello les impidiera ayudarlos en los estudios, logrando en muchos casos que sus hijos fueran adultos exitosos.

Hoy día los papás están cada vez más preparados, pero también están más ocupados, por lo que el rechazo a los deberes escolares ha ido en aumento ya que alegan que no tienen tiempo de supervisarlos, además de que prefieren que sus hijos descansen o se dediquen a actividades más divertidas, atiborrándolos, la mayoría de las veces, de actividades extraescolares, que en algunas ocasiones no es más que otra forma de eludir la responsabilidad de atenderlos personalmente.

Esa manía tan posmoderna de evitarle a los hijos el esfuerzo, el dolor, o la frustración, les está ocasionando un gran daño y las consecuencias están a la vista, con jóvenes cada vez más inmaduros e incapaces de afrontar los problemas, dándose por vencidos con facilidad o renunciando a todo aquello que les exija el ejercicio de una voluntad que jamás les permitieron formar.


Las tareas, consideradas como un complemento al trabajo de la escuela, no deben llevarles demasiado tiempo a los alumnos, porque es verdad que también tienen que descansar y cambiar de actividad, pero bien llevadas son una ocasión propicia para desarrollar en los hijos una serie de hábitos como el orden, la disciplina o el trabajo, además de que les permite ejercitar la fuerza de voluntad y la responsabilidad.

Los deberes escolares son una magnífica oportunidad para que los papás se den cuenta del avance de sus hijos en la escuela, es el pulso que los informa de muchas cosas y la manera de educarlos en muchas otras. Si los hijos no las tuvieran, pocas veces se darían cuenta de cómo van, cómo escriben, cómo leen y de paso preguntarles sobre sus maestros, sus compañeros y muchas otras cosas y, mientras los escuchan, establecer un hermoso diálogo que puede prolongarse el resto de su vida.

La labor básica de la escuela es la de instruir porque es el lugar donde el niño va a aprender, pero la misión de educar le corresponde a la familia, por tanto, sin importar si son papás preparados o no, su trabajo no es el de instruirlos sino el de alentarlos en los estudios y aprovechar las tareas escolares para fortalecerlos, desarrollarles buenos hábitos y hacer que amen el estudio, ya que al final de cuentas, será esta formación la que más les va a servir el resto de su vida porque, para instruirse, siempre habrá oportunidad. Me gusta la frase del filósofo George Santayana que dice: “Un niño educado sólo en la escuela es un niño no educado”.

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Twitter: @petrallamas


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