El Rey de Nemorisis / Los molinos de la mente - LJA Aguascalientes
14/11/2024

El “Rey del Bosque” es un capítulo de la famosa obra La Rama Dorada de Sir George Frazer. La historia tiene lugar en el bosque que está contiguo al Lago Nemi, en Italia, a unos 30 kilómetros al sur de Roma. Este bosque era considerado como sagrado por los pueblos que habitaban el área, incluidos los romanos propiamente y estaba dedicado al culto de la diosa Diana (en la mitología Romana) quien era la diosa protectora de la naturaleza y la caza. El equivalente a la diosa Artemisa de los griegos. Durante muchos años, particularmente en tiempos del Emperador Calígula y de Tiberio, el culto a Diana en el Lago Nemi tuvo gran fuerza como sostén de la creencia en la necesidad de rendir culto a Diana para garantizar la bonanza y agradecer los favores de la naturaleza. Diana era considerada por los romanos, como la encargada de proveer alimento y fertilidad en el planeta.

La historia del Rey de Nemorisis no es exclusiva de Frazer, ya que existen varias citas históricas al respecto. Ovidio en su obra poética Fasti hace referencia a esta leyenda, lo mismo que el filósofo griego Strabo, entre otros. En este bosque sagrado, santuario de la diosa Diana, había un árbol en particular que era motivo de especial culto y reverencia. La preservación del árbol en cuestión era de gran importancia según las creencias antiguas, así que se asignaba a una persona encargada de cuidarlo siempre, noche y día, con la consigna de matar a quien se acercara a él. A esta persona se le conocía como el “Rey del Bosque” o el “Rey de Nemorisis”. Este Rey, dada su ocupación de guardián del árbol sagrado, recibía dádivas y viandas de los creyentes para su subsistencia de manera de que no dejara su puesto y pusiera en peligro la existencia del árbol. Armado de un garrote o de una espada –según la descripción de Frazer- custodiaba los 365 días del año en pro de defensa contra cualquiera que traspasara hasta allí, con la autorización expresa de darle muerte a quien lo hiciera. El vigilante, el cuidador, no era elegido para su puesto por votos ni designado regularmente por alguna autoridad, sino que se ganaba su puesto de encargado, de guarda del árbol sagrado, por haber asesinado a su predecesor y así lograr el empleo para él. Así, extrañamente, este codiciado puesto de “Rey de Nemorisis” se encontraba continuamente disputado por individuos atraídos a ser mantenidos y alimentados por los demás, bajo la única condición de salvaguardar la integridad del árbol sagrado, que tenía un significado íntimamente ligado a la fertilidad y a la abundancia. “Tal era la norma del Santuario. Sólo podía ocuparse el puesto dando muerte al sacerdote para reemplazarlo, hasta ser asesinado por alguien más fuerte o más hábil”.

La teoría de Frazer al respecto de esta leyenda, se fundamenta en un viejo ritual romano en el que se sacrificaba a prisioneros extranjeros en la orilla de la playa del lago de Nemi, que eran ofrecidos como ofrenda para la prosperidad y la fertilidad, la abundancia. Pero con el tiempo la norma hubo de cambiar, y se le daba la oportunidad al cautivo extranjero de intentar romper una de las ramas del árbol sagrado. Si llegaba a conseguirlo, entonces podía retar al “Rey del Bosque” en turno, a quien sucedería si llegaba a matarlo. De lo contrario, moriría a manos del “Rey del Bosque”.

Aunque la leyenda parece encontrarse dentro de un absurdo trágico, de personas que viven esperando la muerte a manos de quienes desean ocupar su puesto y detentar sus prerrogativas, en la realidad el proceso no es tan descabellado como tan inusual como pudiera parecernos. Por ejemplo, los grupos de narcotraficantes y muchos de los grupos políticos de nuestros tiempos operan en forma similar. Quien mata al capo ocupa su lugar y sus privilegios, hasta que alguien más fuerte o más hábil lo asesine y tome su lugar en el negocio. Con la clase política sucede lo mismo, y vía del asesinato político lo hemos visto suceder repetida y constantemente a través de la historia humana. Igual que el sacerdote que cuidaba el árbol sagrado, el capo y el político, se pasan la vida luchando por conservar su poder y sus privilegios, hasta que otro los desbanque. Antiguamente quien asesinaba al Rey ocupaba su puesto. Pero sin ir más lejos, dentro de la vida laboral de las medianas y grandes empresas sucede lo mismo. Hay una competencia encarnizada y habitualmente desleal para lograr obtener para sí el puesto superior de un colega, que nos durará tanto como el tiempo que podamos defenderlo de otra persona ávida de las prerrogativas y privilegios inherentes al puesto, a la plaza. Así, como el “Rey del Bosque”, de manera muy similar, muchos de nosotros nos encontramos viviendo una vida inserta en el absurdo trágico de la competencia, de la manipulación, de la envidia, del deseo de poseer las condiciones de otras personas, o bien esperando el ataque de otras personas que desean obtener para sí algunos privilegios que tenemos. En poca o gran medida, todos somos  el “Rey de Nemorisis” y estamos custodiando el árbol sagrado, sin darnos cuenta de que la vida sigue fluyendo y la estamos malgastando, mayoritariamente en juegos de poder baladíes que nos hacen desperdiciar un tiempo valioso.

 

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