La investigación bajo un paradigma debe ser una forma particularmente efectiva de inducir un cambio de paradigma.
Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas
Por Vicente Morales-Oyarvide
Durante los dos años que ha durado mi estancia en Boston y en el Hospital General de Massachusetts he tenido el gran privilegio de formar parte de un enorme equipo de médicos e investigadores a la vanguardia del progreso científico y la práctica clínica. Día con día, esta ciudad es testigo de nuevos hallazgos basados en el más estricto método científico y se enorgullece de ser la cuna del hospital actualmente catalogado como el número dos de los EE.UU. (Hospital General de Massachusetts) y de la Escuela de Medicina de Harvard. Es por ello que éste era el último lugar donde habría esperado encontrar un instituto dedicado al estudio de la medicina mente-cuerpo, sede de una verdadera revolución de la práctica médica como la conocemos.
La falta de seriedad con la que el mundo científico ve al estudio de la interacción mente-cuerpo data de siglos atrás. En el siglo XVII, René Descartes postuló la división del cuerpo humano (y del resto de la realidad) en res cogitans y res extensa. En breve, la res cogitans es la sustancia pensante, la mente y la experiencia subjetiva caracterizada por los pensamientos, mientras que la res extensa es el cuerpo físico, material y sujeto a leyes mecánicas. En el modelo cartesiano, esta dualidad era irreconciliable (algo podía ser res extensa o res cogitans, pero no ambas), y la interacción dentro de esta dualidad se daba gracias a la glándula pineal situada dentro del cráneo, que funcionaba como el “asiento del alma”. El modelo cartesiano fue descartado poco tiempo después y dio lugar al materialismo, corriente imperante en el mundo científico y que considera a todo lo que conocemos –incluyendo la mente- como el resultado de interacciones físico-químicas de la materia.
El modelo materialista ha traído consigo innumerables avances en la medicina con beneficios impresionantes para la salud humana: antibióticos, vacunas, anestesia, sofisticados procedimientos quirúrgicos, y expectativas de vida sin precedentes. No obstante, ha dejado de lado el estudio de la interacción entre la mente y el cuerpo (tan preciada en el pasado), y la ha relegado al dominio de la medicina alternativa, al mundo religioso, o a los trastornos psicosomáticos en el mejor de los casos. Hasta ahora.
Gracias al trabajo y al valor de médicos e investigadores como el Dr. Herbert Benson (cardiólogo de la Escuela de Medicina de Harvard y Director Emérito del Instituto Benson-Henry de Medicina Mente Cuerpo), hoy sabemos que la mente tiene el poder de ejercer un efecto sanador en el cuerpo. Lejos de ser una especulación o experiencia anecdótica, esta capacidad ha sido sometida al rigor del método científico más estricto, la misma ciencia usada para evaluar nuevas drogas y procedimientos quirúrgicos. Sin embargo, ejercer un cambio de paradigma de este calibre dista mucho de ser una tarea sencilla; se necesita asestar un golpe en la esencia misma del modelo actual: la expresión genética.
Sabemos que cada una de nuestras células –con contadas excepciones- contiene genes que codifican la información necesaria para formar un cuerpo humano; sin embargo, no todos nuestros genes se “expresan” al mismo tiempo: es decir, nuestros genes pueden estar en un estado “encendido” o “apagado”. Las células de nuestro corazón son tan distintas a las de la piel o a las de un tumor debido a las diferencias en los genes que expresan. Si bien no podemos cambiar nuestros genes, nuestro cuerpo ejerce un continuo control sobre cuáles genes se encienden o se apagan en respuesta al ambiente.
En un estudio revolucionario publicado en 2008 en la revista científica PLOS One, Jeffrey Dusek, Herbert Benson, y colaboradores demostraron que la práctica de ejercicios mente-cuerpo es capaz de alterar la expresión genética de cientos (y hasta miles) de genes. El estudio estuvo formado por dos grupos: un grupo control formado por 19 sujetos sanos sin conocimiento previo acerca de la medicina mente-cuerpo, y un segundo grupo de 19 personas con un promedio de 9.4 años de experiencia en prácticas que activan la respuesta de relajación (estado opuesto a la respuesta de estrés, definido por Benson hace décadas y que describiré con más detalle en otra ocasión) tales como diferentes tipos de meditación, yoga, u oración repetitiva.
Se midió la actividad de 54 mil genes en cada uno de los participantes y se encontró que los practicantes experimentados expresaban de forma diferente 2 mil 209 genes específicos en comparación con el grupo sin experiencia. Posteriormente, el grupo sin experiencia fue sometido a un periodo de ocho semanas durante el cual activarían la respuesta de relajación durante aproximadamente 20 minutos diarios escuchando meditaciones guiadas. Al final del estudio, se volvió a evaluar la expresión genética del grupo sin experiencia previa y se observó que después de ocho semanas de experiencia, había habido un cambio en la expresión de mil 561 genes. Más aún, cuando se comparó el grupo de ocho semanas con los practicantes experimentados, se observó que la expresión de 433 genes se había vuelto similar entre los dos grupos después de este breve periodo de práctica. De forma importante, los genes en los que se observaron variaciones han sido asociados con condiciones médicas relacionadas con el estrés, tales como respuestas inflamatorias alteradas, disfunción inmune, adelgazamiento de la corteza cerebral, entre otros.
Con este estudio, el equipo de J. Dusek nos muestra que actividades como la meditación son capaces de cambiar la expresión de nuestros genes y afectar nuestro cuerpo de manera importante. De esta forma, la medicina mente-cuerpo ha comenzado a recuperar terreno y seriedad dentro de la medicina occidental. Estos descubrimientos benefician de manera importante tanto al paciente como al médico, ya que nos permiten recuperar autoridad científica sobre un área antaño olvidada.
Finalmente, debemos estar conscientes de que la respuesta de relajación y la medicina mente-cuerpo no reemplazan el consejo médico ni son un sustituto para los tratamientos indicados por un médico tratante; más bien, representan una herramienta más a considerar, junto con pilares tan importantes como los fármacos y la cirugía.