El Pacto por México, entre los gobernadores y los partidos políticos / De política, una opinión - LJA Aguascalientes
25/11/2024

 

El Pacto por México es un importante espacio que han creado el gobierno de la república y los partidos políticos grandes; en ese espacio se han acordado necesarias reformas legislativas para el país, que han sido aceptadas por el congreso de la unión, quien las ha trabajado y votado expeditamente.

El funcionamiento productivo del pacto está supeditado, sin embargo, a dos condiciones elementales: la probidad y la confianza. El término probidad está directamente relacionado con la honradez, que significa “rectitud de ánimo, integridad en el obrar” (Diccionario de la RAE). De la probidad se desprende, consecuentemente, la confianza.

Desde esta consideración, es, precisamente, en la probidad, donde los priístas no muestran una clara disposición; tal vez sea por motivos de historia propia, pero la falta de confianza que suele aparecer entre los ciudadanos –que puede leerse como reserva-, se genera a partir de planteamientos que han hecho en determinadas ocasiones, y que, al final, han resultado engañosos.

Han sido los mismos dirigentes de los partidos políticos los que han señalado la falta de confianza, debido a algunos asuntos que han quedado de lado, después de que habían sido comprometidos.

El punto que, recientemente, generó desconfianza en los partidos políticos de oposición, fue el proceso electoral que terminó el pasado 7 de julio; fue el 7 de mayo cuando los presidentes nacionales del PAN, PRI y PRD, junto con el presidente de la república, Enrique Peña, tuvieron que firmar un adéndum al Pacto por México, debido a las denuncias de los partidos de oposición que señalaban al PRI y sus gobiernos de estar desviando recursos para apoyar a sus candidatos.

Dos de los puntos comprometidos en el adéndum fueron el sancionar a quienes hayan cometido o cometan delitos electorales, así como la creación de comisiones plurales estatales, donde participarían los gobernadores, para la preservación de la competencia electoral equitativa. De esta manera, los dirigentes nacionales del PAN y del PRD señalan que “aún hay déficit en compromisos y agenda del pacto (La Jornada, 18 Julio), ya que “resurgieron los peores vicios del antiguo régimen: trapacerías de gobernadores priístas, indolencia de algunos dirigentes de este partido y ausencia del gobierno federal priísta para impedirlas… Ante la frenética carrera de los gobernadores para restaurar al régimen de partido de Estado no hubo más que indiferencia o complacencia del gobierno federal…” (La Jornada, 15 de julio).

La respuesta del presidente nacional del PRI fue “Dejemos atrás el capítulo electoral y sigamos construyendo el futuro inmediato de México… Invito a quienes piensan políticamente distinto, a que subordinen los intereses de sus partidos políticos al interés superior de México” (En Twitter).

Hasta esta fecha, no conocemos información que contradiga las expresiones de los partidos de oposición; al contrario, la expresión del presidente nacional priísta marca una pauta que es necesario tener en cuenta: la limpieza de las elecciones y su reclamo por los partidos políticos de oposición será manejada como interés político particular, motivo suficiente para descalificar las quejas y continuar con los mismos patrones de conducta.


El diferendo, entonces, se ubica entre la fuerza de la razón o la razón de fuerza; la primera, haría prevalecer el respeto al estado de derecho, y, la segunda, llevaría a la prevalencia del abuso del poder político para volver a los tiempos, supuestamente, ya superados.

La resultante de la presunta “indiferencia o complacencia del gobierno federal” y del PRI ante este panorama (todavía está pendiente la aclaración del resultado electoral en Apizaco, Tlaxcala), lleva a los opositores a cuestionar su permanencia en el pacto. Es un cuestionamiento que denota varios puntos: si bien los institutos electorales son autónomos, dependen directamente de la voluntad de los gobernadores para recibir recursos para el desarrollo de su trabajo; además, la elección y permanencia de los consejeros, también está directamente ligada a los gobernadores no obstante que sea el congreso del estado quien tiene la facultad del nombramiento, ya que aquí encontramos otro elemento del poder supremo de muchos gobernadores en sus estados, que es la predominancia –o manipulación- de los diputados, particularmente los de sus alianzas.

Parece, por lo tanto, que un recurso a la mano es condicionar la permanencia en el pacto; el punto ahora es lograr que el presidente de la república lleve a que los gobernadores priístas desistan de usar sus poderes metaconstitucionales, y dejen el juego político a su libre movimiento contenido en el mismo estado de derecho.

Este último punto parece difícil de lograr: la transición y la alternancia políticas no sólo modificaron el uso de la democracia en el país, sino que desarticularon la rigidez y disciplina de los gobernadores priístas. Ante la ausencia de un presidente de la república priísta, los gobernadores asumieron el papel del supremo poder político en sus estados, con un beneficio todavía mayor al que tenían anteriormente.

Por último, tenemos una pregunta en dos sentidos: ¿los partidos de oposición deben tomar la permanencia en el pacto como estrategia de corrección y rectificación, o deben buscar una estrategia de real contrapeso político para lograr el objetivo que plantean, que, ciertamente, es indispensable y necesario? y, los priístas ¿deben utilizar el recurso de la fuerza del poder político para cubrir sus abusos, o deben aceptar que el pacto sea también el espacio para el diálogo e intercambio de los asuntos electorales, y no sólo para tratar las reformas pendientes?

El Pacto por México es un valioso y útil espacio de diálogos y acuerdos (que, desde luego, no sustituye la autonomía del poder legislativo ni su trabajo); también es la ocasión para mostrar la probidad y la confianza. Considero que el pacto está siendo la ocasión para observar a los miembros de la clase política, y conocer quiénes, efectivamente, están trabajando por encima de los intereses partidistas (ya que no basta con decirlo en un Twitt, sino que tienen que demostrarlo en los hechos).


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