Escribo para comentar la nota sobre educación de Itzel Acero “Ocho colegios particulares en situación crítica de cerrar”. Mi opinión es que la reportera apenas rasguñó la enorme corrupción que existe en los colegios privados de México, justamente por el prurito de la matrícula. Si entendemos que un alumno menos es una colegiatura menos, entenderíamos que los colegios hacen lo imposible para retener a los alumnos. Y la forma más efectiva de hacerlo es no reprobándolos. En esas escuelas no hay reprobados o hay muy pocos. Yo fui 20 años profesor de varias escuelas particulares a nivel bachillerato y nunca reprobé a nadie y no porque los alumnos fueran excelentes sino porque si lo hacía te corrían y el siguiente profesor (y están haciendo cola para entrar a trabajar) pasaba a los alumnos “con un trabajo”. Así están todas las escuelas privadas basta con preguntar a los profesores de esas instituciones (obviamente, que no sean funcionarios de las escuelas o que hayan tenido o tengan algún “hueso” chico o grande en ellas). La calidad de una escuela no tiene que ver casi nada con el costo de sus colegiaturas. Lamentablemente los padres piensan eso y pagan sumas estratosféricas por matricular a sus hijos en escuelas de “prestigio”. Pero por más cara que sea una escuela, si el alumno es malo, no lo va a convertir en bueno. Lo único que puede hacer (y eso lo viene haciendo desde hace décadas) es pasarlo. Tampoco las instalaciones son importantes, como dice el señor Bernal, para la calidad de la educación. Bastaría con que una institución tenga un mobiliario mínimo, maestros razonablemente preparados y alumnos razonablemente interesados en la escuela, para que ésta funcionara. Lo demás es puro blof. Si tiene buenas instalaciones qué mejor, pero eso no decide la calidad de una escuela. Sin embargo, a los señores propietarios de escuelas privadas les conviene seguir repitiendo este prejuicio para justificar su negocio. Prejuicio que lamentablemente también creen los padres de familia. No obstante, en la educación el costo no es calidad. En todo caso tendríamos que ver cuánto ganan los profesores, en qué condiciones laborales realizan su trabajo y qué preparación tienen, de lo cual el señor Bernal no dijo ni una sola palabra. Es ahí donde debe de intervenir la reportera pero parece que tampoco sabe ella lo que se cocina en la educación privada. Aunque una institución educativa tenga buenas instalaciones y buen profesorado, si el alumnado es deficiente, no se puede hacer mucho. Ni la escuela ni el dinero hacen milagros por alumnos que sienten a la escuela como una agresión y que no quieren saber de ella. Desde mi punto de vista, un elemento esencial para que un alumno tenga éxito, es que sus padres se preocupen por su aprovechamiento, no importa que su familia sea humilde. Claro, siempre y cuando no esté en pobreza extrema.
Haría falta a la reportera Acero rascarle un poco más a este asunto que es de interés nacional. Gracias por su atención.
Adrián Elías García Pérez