Afortunadamente llegamos al final de las campañas políticas, con ellas se termina la invasión de cruceros, el malestar que los simpatizantes o voluntarios “a la fuerza” causaron a los automovilistas por el afán de pegar, entregar o repartir cualquier tipo de artículos propagandísticos. La etapa del posible convencimiento terminó, los medios ahora obligados a guardar silencio identificarán un hueco informativo que se volverá a nutrir el domingo 7 de julio.
Los candidatos, agotados pero satisfechos del espectáculo tan malo que han dado se repliegan a meditar. Valen la pena los golpes bajos, las calumnias, la poca creatividad en las campañas, los militantes mal preparados para la contienda, los medios electrónicos alimentando el ego de los que quieren gobernarnos, por el poder que esto representa a los partidos políticos y por los intereses personales de los candidatos, mientras que la sociedad pasa a segundo plano.
Trataron de convencer a los ciudadanos con la ley del mínimo esfuerzo para que les crean, montaron un show “social” donde todos estén completamente ciertos de lo que se busca, es decir, ganar votos.
A final de cuentas rumores, todos en absoluto, nada que declarar, nada que decir, simplemente “brillar”.
¿Cómo es que llegamos hasta aquí, cuándo perdió la sociedad el interés por ella misma, quién es responsable de este mal que padecemos desde el presidencialismo de Cárdenas?
El chiste es que en teoría estamos frente a uno de esos cambios socio-políticos nacionales que dejarán huella, de ésos que ocurren cada tres y seis años, no sólo por lo que pase o deje de pasar el próximo domingo, sino por lo que conlleva.
El cambio o la continuidad, la institucionalidad o la nueva manera de gobernar, la derecha y la supuesta izquierda, ése es el mediocre escenario que tenemos a la vista. Disculpe usted querido lector, de verdad no se llama pesimismo el cristal con el que estoy observando el fenómeno que nos atañe; es referencial, son experiencias vividas por la sociedad, son hechos del pasado que nosotros, usted y yo y el que tiene al lado en este momento no hemos corregido y dejamos que pasen, es ese conformismo que pareciera tenemos en el ADN. Nunca alzar la voz de más, siempre esperar la respuesta por parte de la instancia superior, léase padres, jefes inmediatos, gobiernos o la figura que represente autoridad, siempre dejar en las manos de “dios” el futuro de la humanidad o por lo menos del micro entorno que rodea al individuo, esa fe malinterpretada que hace que nos atengamos a una decisión divina y nos postra en un estado de confort que nos regala tiempo para ver la televisión y sedar cualquier intento de reflexión. En estos momentos, a lo que más atinamos es a criticar de manera superflua las ahora extintas campañas políticas desde su forma y poco en el fondo y créame que (de alguna manera) no es culpa de cada uno de nosotros sino de la información a la que tenemos acceso. Los medios reportan situaciones delicadas sobre los candidatos, entre ellos mismos se desacreditan, las supuestas promesas de campaña quedan en segundo término y eso ocasiona que la sociedad quede parada en un terreno confuso, pantanoso, donde a ciencia cierta nadie sabe nada de los aspirantes al poder. No culpe al gobierno, a los partidos políticos a los medios de información, en fin a los aparatos ideológicos del estado, la culpa es mía y suya porque no estamos comprometidos con nosotros mismos, porque nos gana la corrupción, el conformismo y el temor a perder lo poco o mucho que en este momento tenemos. Pareciera que estamos inmersos en un estado de conformismo desde el principio de los tiempos de este país y los pocos destellos que hemos tenido los atesoramos como lo más valioso que nos ha pasado y creemos que esos tiempos son difíciles de repetir.
Todos nuestros males, ocasionados por nosotros mismos desaparecerán cuando la sociedad así lo quiera, cuando todos tomemos la decisión de modificar la estructura que nos precede y que a la fecha usamos. No sólo este domingo sino todos los días prenda sus antenas, esté atento de lo que pasa en su entorno, denuncie irregularidades, ayude al que tiene a su lado, no fomente la corrupción, no pague favores que no tienen por qué existir con papel moneda, no caiga en el jugo de la ilegalidad, lea, analice, proponga, defienda lo que tenga que defender, denuncie lo que esté fuera de la ley, sea activo y proactivo, reclame a lo que tiene derecho y deje de exponerse a los falsos placeres que le ofrece el sistema con tal de no dejarlo reflexionar.
No espere a que los partidos políticos y sus candidatos hagan todo, tome las riendas de la sociedad y participe de manera positiva por el bien de todos nosotros. Quiera de verdad un mejor país.
Twitter: @ericazocar