Por Julieta Orduña y Miryam Almanza
Don Ignacio López Tarso pisó tierras aguascalentenses con una obra que ya dejó huella en la historia del teatro en el estado, Il Postino o El cartero, una caracterización soberbia y un profesionalismo de un grande de la escena. Precisamente conversamos con él acerca de este trabajo creativo y de algunas otras precisiones que versan sobre el teatro en México.
—Acerca del montaje de Il Postino (El cartero).
—Llevamos 300 y pico de funciones, estamos ahora recorriendo la República, muchas ciudades, norte, sur del país, ahora nos tocó Aguascalientes, afortunadamente. Éste es un teatro magnífico [Teatro Aguascalientes], aunque lo encuentro un poco descuidado, por desgracia, pero es muy buen teatro, ¡hay que cuidarlo! La gente del teatro de Aguascalientes tiene la obligación de cuidar esto.
—¿Cuánto hace que no venía a Aguascalientes?
—Ya hace tiempo. Vine también con la obra de Macario, así como con una versión de El Quijote; también con 12 hombres en pugna, y ahora El cartero.
—Esta obra llama la atención porque aparte de tener un tema hermosísimo, existe la película del mismo nombre, ¿la obra fue una adaptación de ésta?
—La película fue adecuada a la novela pero filmada en Italia, y la historia sucede en Isla Negra, un lugar a donde se retiraba a escribir, a pensar, a estar solo, Pablo Neruda, el gran poeta. Esa versión tuvo mucho éxito porque la historia y las anécdotas son muy buenas, pero lo ambientaron todo en Italia, y en realidad esto sucede en Chile, de manera que la adaptación a teatro es mucho mejor que la película.
—Platíquenos del elenco que lo acompaña en El cartero…
—Helena Rojo y dos jóvenes, Érick Elías y Sara Maldonado, los dos muy buenos. Helena tiene una carrera muy larga, muy brillante en teatro, en la televisión y en el cine. Es una de las primeras actrices en México que se ha conservado muy bien, se conserva guapa y es muy buena actriz. Y los dos jóvenes son muy buenos como actores, tienen su experiencia también, y en todos los teatros en que hemos estado son muy diferentes.
—¿Qué número de función sería ésta?
—320, ya que desde septiembre del año pasado estamos en temporada. Hacemos sólo seis funciones a la semana en la Ciudad de México, y el resto en gira, en total son 14 funciones a la semana. Las otras ocho las hacemos en ciudades de provincia. Ya estuvimos en Tijuana, en Mexicali y en Ensenada, también en Mérida, en Cancún, en todo el norte y el sur, y ahora nos toca el centro de la República.
—Cuál es su opinión sobre la cartelera teatral que hay en la Ciudad de México.
—Todos los teatros están llenos, hay de todo, de buena, regular y mala calidad. Hay cosas muy interesantes, otras no tan buenas, pero la cartelera está hasta el tope. La gente está esperando a que se desocupe un teatro para utilizarlo; muchas compañías ya están formadas, ya preparadas y tienen todo listo para cuando se desocupe un teatro.
—En teatro independiente ¿hay infinidad de grupos?
—No sé exactamente qué es teatro independiente.
—O por qué le llaman teatro independiente, ¿quizá porque no hay algún subsidio del gobierno?
—No, el apoyo del gobierno lo tienen muy pocos grupos; en la Ciudad de México todo es teatro independiente, en ese caso. Esta obra es una empresa, en la que hay un señor que pone su dinero para producirla; ésta es la novena y es el productor más joven que hay en el teatro en México: Daniel Gómez Casanova; él tiene nueve obras, una tras otra en el Teatro Libanés, y le ha ido muy bien; con ésta es con la que le ha ido mejor.
—¿Han pensado en irse de gira internacional con El Cartero?
—Pues vamos a Los Ángeles, California, a fines de agosto o principios de septiembre, sólo cuatro días, y ya están hablando de alguna otra ciudad por ahí, ya que hay público mexicano en Estados Unidos.
—¿Y cómo le hace para tener una actividad tan constante?, no solamente es El cartero, usted tiene un repertorio adicional de obras por invitación…
—Son pequeñas cosas adaptadas a teatro, acabo de hacer La tempestad, de William Shakespeare, patrocinado por una universidad. Ese tipo de teatro es clásico: Shakespeare, Molière y los grandes autores del siglo de oro español y los griegos. Este tipo de teatro lo tiene que hacer el Estado pero no hay empresario que se anime, y ellos tienen la obligación de hacerlo, yo con la universidad he hecho estos montajes desde hace 20 años: El rey Lear y ahora La tempestad, también con el gobierno y con el Seguro Social hice Edipo Rey, de Sófocles, Cyrano de Bergerac, y teatro mexicano como Moctezuma II, de Sergio Magaña.
—¿Qué recomendación le da a los jóvenes directores que inician en el proceso creativo del teatro clásico?
—Creo que en ningún lado se interesan por este tipo de teatro; por ejemplo, yo hice Edipo Rey cuando tenía 30 años de edad, una historia que termina cuando él se saca los ojos porque se entera que su madre es también su esposa y da a luz a sus hijos. 40 años después, en el año 2000 y con 75 años de edad, presenté Edipo en Colono, que es la continuación de la historia anterior que se desarrolla también 40 años después, y en la que Edipo lleva a una de sus hijas como guía. De esta manera mi vida coincidía muy bien con la historia original de Sófocles.