Sucedió en este diario, en este mismo espacio el 23 de abril de este año que suma seis.
Esta cocinera política, le narró a usted ese día y en esa fecha una terrible pesadilla: le hablé de los extraños seres que se habían posesionado de mi querida casa, de las extrañas hembras que acechaban a las integrantes de mi casa, de los candidatos de mi partido a diputados y alcaldes, pero que no pertenecían a mi instituto político y sobre todo, le hablé de lo enojados que estaban los vecinos-votantes en torno a mi hogar y, para finalizar ese escrito, anticipé que la pesadilla terminaría el 07 del 07 –siete de julio, pues- cuando los vecinos-votantes, nos devolverían con su voto nuestra casa a sus legítimos dueños: los auténticos priístas.
Con tristeza, debo hoy pronunciar “se los dije”. La derrota electoral del PRI en Aguascalientes, el 7 de julio, no es sorpresa para nosotros, los que dejamos nuestra adolescencia y juventud en los pasillos del tradicional edificio de López Mateos y Cosío. Ello no significa una fútil vanagloria, por el contrario, a quienes amamos nuestra entidad política nos llena de tristeza y vergüenza cada voto recibido en contra de ella.
Los vecinos de mi casa. Ese 23 de abril, recuerdo haber escrito que los vecinos de mi casa, miraban con estupor las escenas que se desarrollaban en mi casa y en torno a ella.
Afirmé entonces que mis ciudadanos vecinos estaban muy enojados. Por la distancia que los seres extraños y las extrañas hembras habían interpuesto para con ellos. Por el desdén con que trataban sus solicitudes vecinales. Por el tufo virreinal y palaciego que emanaban los líderes de los seres extraños. Porque las obras y acciones de los seres extraños eran aplaudidas y reconocidas en otros mundos, pero en nada les beneficiaba a los desprotegidos vecinos, porque se sentían frustrados por la indiferencia insensible de los seres extraños y agredidos por los vecinos malos que, ante la impunidad, hacían lo suyo a plena luz del día.
Y hoy, a pleno presente y con los resultados electorales en mano, me parece francamente risible el cuestionamiento de moda. ¿Por qué perdió el PRI en Aguascalientes?
El fin de la pesadilla. Sudando profusamente, jadeando angustiada, pero profundamente dormida, anclada en tan tenebrosa pesadilla vislumbré un número… número mágico, cabalístico ¡liberador! Era el siete, el cero siete. Era un número que parecía ser esa balanza celestial a la que nada se escapa. Esa balanza que a todo, da su justo valor. Su justa medida. Esto fue lo que compartí el mágico 23 con los apreciables lector y lectora. Sin embargo hoy, que los palacios menor y mayor se endosan mutuamente el pagaré de la derrota, que las autoridades locales del PRI se niegan a aceptar responsabilidades y la emprenden contra quijotescos traidores a la causa; que se evita una evaluación seria de lo realizado y lo omitido en el pasado proceso electoral y que la puerta de la casa tricolor que ya de por sí estaba cerrada se manda a tapiar; me cuestiono con preocupación el valor liberador, el valor democratizador de la jornada electoral del 7 de julio para el PRI en Aguascalientes. Es decir, me pregunto ¿qué realidad puede transformar quien se niega a reconocerla? ¿Qué le espera al PRI si sus dirigentes eligen vivir en la ficción triunfalista del 2010? ¿Vivir en esta realidad alterada, no es vivir en un sueño eterno? Quizá para los intrusos que hoy habitan de manera ilegítima nuestra casa, el PRI en Aguascalientes sea de ensueño. Porque para los auténticos priístas… la pesadilla no ha terminado.
Mi casa. En este mismo espacio, en este diario, Jorge Izquierdo habló con palabras de Carlos Alberto Madrazo Becerra, cuando algún periodista le preguntó por qué no renunciaba al PRI y la respuesta fue “porque no le voy a dejar mi casa a los intrusos”.
En ésta su cocina, se come, se lee, se estudia y se conversa de todo… particularmente de política.