Ha pasado apenas una semana y pareciera, para muchos, que es un tema completamente olvidado, como si hubiera ocurrido hace años e incluso ya fuese asunto que no vale la pena recordar. Carpetazo, todas las heridas sanadas y a seguir como si nada.
Todavía recuerdo el momento en que me avisaron por teléfono y luego en persona que nuestra compañera y amiga Montserrat había muerto. El mundo se paralizó por un instante, el ambiente se tornó frío y una serie de imágenes que me hacían recordarla pasaron de inmediato por mi cabeza. “Si apenas la vi hace unos días”, comenté y volví a quedarme en silencio.
El impacto fue grande, la recordaba sonriente y amable. Trabajando de manera incansable, aun a pesar de algunos males que la aquejaban, ella siempre tenía una propuesta, una sonrisa y la mano extendida para ofrecerla a quien la quisiera tomar. Quienes la vieron un día antes, recuerdan haberse despedido con un “nos vemos mañana, que descanses”, jamás nadie se imaginó que cerraría sus ojos para no abrirlos más.
Llega el tiempo de las campañas y los políticos, aspirantes y suspirantes están… estamos, llenos de ocupaciones; actividades que nos traen vueltos locos y que provocan que no pensemos en el mañana. Hay quienes actúan como si tuvieran asegurada la vida hasta el momento de tomar posesión en un cargo que no han ganado. Ya se ven sentados en la silla, ataviados con trajes nuevos y rodeados de un séquito de hombres y mujeres dispuestos a actuar a un chasquido de sus dedos.
Los hay pedantes, que evitan el contacto con las personas, quienes no caminan las calles o aquello que entraron a esto con la firme intención de “sacar” algo para ellos y los suyos. Están los urgidos de poder, que desde ahora cuentan los días para que llegue el momento de tener un nuevo cargo.
Sin embargo y tras lo ocurrido la semana pasada con Monste, entró en mí una profunda necesidad de reflexionar sobre lo que somos, lo que estamos haciendo y lo que debemos hacer.
Nadie en lo absoluto sabe cuándo acabarán sus días en este mundo; pocos se han puesto a pensar que este día quizá antes de terminar de leer este comentario, puede ser el momento en que exhalen su último aliento o al caer la noche e ir a dormir y no tener la oportunidad de ver el amanecer mañana. Decir “hasta luego” y no volver a ver a esa persona.
Innegablemente sucesos como el ocurrido nos deben hacer pensar un poco más, haya sido o no una persona conocida, a la que queríamos o estimábamos. El hecho de que pasen cosas así de sorpresivas nos deben obligar a hacer ese alto en el camino y pensar… pensar un poco más en lo que ocurre con nosotros mismos.
Historias de actuar y hacer las cosas como si éste fuera el último día de nuestra vida, sobran, abundan y además de que son repetitivas, poco y nada es lo que hacemos al respecto.
Porque no se trata de despedirnos de todos y cada uno o actuar como si no hubiera mañana; es más bien comportarnos de tal manera, que sea cual sea el día en que seamos llamados a dormir y no despertar, lo hagamos con la tranquilidad de al menos esa jornada hicimos lo mejor que pudimos.
Las personas a nuestro alrededor se quedarán y ¿cómo quieres que te recuerden esas personas? Es como cuando te vas por un momento, te ausentas, estando en una reunión y cuando regresas te percatas de que están hablando bien de ti. ¿Cómo te sientes?
Si bien luego de morir no podemos, según las leyes de la vida, regresar para escuchar lo que están diciendo de nosotros, imagina lo que sentirá tu familia, tus amigos, todos tus seres queridos cuando sepan que en tu ausencia, están hablando bien de ti, por todo lo bueno que hiciste.
La vida nadie la tiene segura, por eso en este día, quiero vivirla feliz aunque haya buenos y malos momentos, voy a sonreír un poco más y buscar hacer hoy, un nuevo amigo. Empecé un listado de las cosas que pienso hacer y para empezar no voy a dejar nada para mañana, no quiero perder ni un solo segundo, mi propósito final es hacer feliz a las personas que están conmigo, agradecerles su apoyo y ofrecerles siempre el mío. Le diré cuánto amo cada que tenga oportunidad a la persona que amo y así seguiré cultivando lo más valioso que tenemos.
Voy a trabajar con más ahínco, lo haré ahora en campaña durante cada día y si se me permite lo seguiré haciendo hasta que ya no pueda más. Hoy y cada día, daré lo mejor de mí. Estrecharé más manos, regalaré más sonrisas, caminaré más kilómetros y veré a los ojos a más y más personas. Quiero que cuando todo esto acabe, se hable bien de mí, de mi trabajo y de lo que he sido.
Han pasado apenas unos días y no te hemos olvidado Montse, trabajamos cada día acompañados de tu recuerdo y lo hacemos con una gran ejemplo que nos diste: el de hacer lo que nos gusta de la mejor manera posible hasta el último momento y siempre acompañado de una sonrisa sincera.