Nomás por llevar la contra / La regresión democrática - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

La autocrítica no es moneda de uso corriente en Aguascalientes, aunque lo mismo se puede decir de cualquier comarca, especialmente en Aguas se usan afirmaciones que terminan dando penita ajena. Así, la Feria de San Marcos es la mejor de México, América o el mundo, dependiendo del grado de exaltación etílica del interlocutor; o en otro contexto, se presume que Aguascalientes es la “Atenas de América”, derivado de la presencia a mediados de los 60 de dos poetas medianitos, que pese a que nunca trascendieron a nivel nacional conjuntaron una cofradía de seguidores que lograron posicionar el concepto, incluso entre quienes nunca leyeron a los poetas de marras. Esta altísima autoestima se ha visto reflejada incluso en los trabajos académicos de pretensiones “serias”; pues hace algunos años un investigador presentó una estimación del “índice estatal de calidad democrática” elaborado a partir de metodología internacional y adaptado a nuestra idiosincrasia; medición que ubicaba a Aguascalientes en los primeros lugares nacionales, por encima del promedio nacional. Empero, luego de leído el documento y comprendidos sus detalles, surgieron dudas que no pudieron ser resueltas…

La calificación “democrática” del estado no podía ser alta si consistentemente el abstencionismo es más elevado que el promedio nacional, los padrones de militancia de los partidos políticos son exiguos, las organizaciones de la sociedad civil son en su mayoría asistenciales apenas disimuladas, la participación en sindicatos se da en la forma corporativa, lo que conforma una “ciudadanía de baja intensidad”, lejana de los principios democráticos. A lo anterior habría que añadir medios de comunicación casi asimilados al poder político, donde independencia y objetividad son valores secundarios subordinados al boletín oficial y la “de ocho”, por definición pertenece al gobierno de estado y la expresión de puntos de vista diferentes difícilmente encuentran espacios; conformando un panorama muy similar al de la prensa nacional en tiempo de la presidencia imperial. Había que reconocer, con todo, que Aguascalientes había pasado su proceso de alternancia política sin mayores contratiempos, sin intentos de fraude electoral ni movilizaciones en contra, sin alterar la digestión o el sueño de ninguno de sus ciudadanos. Desgraciadamente, el tiempo dio la razón a los críticos contra el optimismo del investigador.

Desde el pasado proceso electoral local la calidad democrática se vio menguada por la intervención del gobernador Reynoso en contra de su propio partido, encarcelando a su candidato a gobernador y poniendo al aparato de gobierno al servicio del PRI. A su vez, el candidato del PRI puso su parte, enarbolando un insólito discurso retrógrado, donde el mensaje se centraba en un pasado mejor al que se proponía retornar, rememorando un inexistente Aguascalientes donde los perros se amarraban con longaniza, los pobres eran respetuosos y sabían su lugar, la gente decente podía ir a misa y repartir limosna sin sobresaltos, no había inmigrantes y don Porfirio gobernaba con mano dura y justa y sin reticencias de derechos humanos y demás zarandajas. Obviamente esta propuesta de regresar los relojes un mínimo de 30 años no podía encontrar mucho eco entre la juventud, que nunca había conocido esa mítica situación, empero como indicaban las encuestas, los jóvenes se interesan poco y participan aún menos en la política, por tanto con el voto de los cuarentones conservadores y el acarreo corporativo bastaba para ganar.

Con tales prolegómenos nadie puede llamarse sorprendido por el estilo de gobernar del PRI retornado, empezando por la vulneración de la precaria institucionalidad ante la voluntad del gobernador, quien como Gonzalo N. Santos pone sus gustos y preferencias como mayor criterio de racionalidad política e incluso técnica; así, el proyecto de reindustrialización del estado, cuestionable en muchos sentidos deviene en prioridad sin mayor discusión o análisis de impacto y factibilidad. Incluso al interior de su propio partido se resiente esta reedición del “brazo fuerte” confrontándose con la alcaldía de la capital, teóricamente también priísta pero representante de otra corriente, no subordinada. En este nuevo contexto los medios de comunicación, de por sí tendientes a la subordinación vuelven al redil y rinden espacios y perspectivas al dinosaurio renacido.

El proceso electoral local da espacio a nueva expresión de la regresión, empezando por el propio PRI montándose una charada donde militancia y candidatos son comparsas ante la designación vía dedazo de candidatos, retomando el ejecutivo el rol del gran elector. Pero si en el PRI podrían quejarse de rudeza innecesaria, ya en campaña electoral se da una colección de viejas mañas, desde limitar el acceso a medios de comunicación, la destrucción de propaganda opositora, el uso del aparato estatal en campaña, cerrando con una desaseada ofensiva legaloide contra la alianza PAN-PRD; quedando claro que la intención última es retornar a los tiempos en que la primera regla electoral era que el PRI siempre gana y si no, arrebata.

Quizá la descarada y poco aseada intervención del gobierno estatal en el proceso electoral termine llamando la atención a nivel federal y la necesidad de preservar el Pacto por México sea razón superior para un manotazo a viejo estilo, factible considerando la poca estima que Peña tiene por el gober; empero ésta sería una solución espuria al riesgo de regresión, donde la Federación una vez más nos hace la tarea, mejor sería si Aguascalientes realmente asumiera los valores democráticos que presume su respuesta debiera ser en la urnas. Entonces sí habría de qué presumir.


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