La UAA… más cerca de la Coca Cola que del saber / Nora Ruvalcaba en LJA - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

El mejor homenaje que profesores, alumnos y egresados le podemos hacer a la Universidad Autónoma de Aguascalientes en sus 40 años de existencia, es reconocer sus graves limitaciones en el desarrollo de la ciencia, la cultura, la historia y la política en nuestra entidad. Este 19 de junio la UAA cumple cuatro décadas y la verdad hay poco que celebrar. Muchos docentes y profesores laboran en ella y contados maestros han dejado en sus alumnos la “posibilidad para hacer” con lo aprendido la gran proeza de ligar la historia con su vida, según la misión de la Universidad aún vigente de Ortega y Gasset. Jorge Luis Borges afirmó alguna vez que la Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno porque si se aferra a lo propio y contemporáneo, la Universidad se vuelve inútil, al ampliar una función que ya cumple la prensa. Por otra parte algunos educadores proponen que la Universidad desarrolle un nuevo tipo de investigación y enseñanza-aprendizaje basado en los paradigmas de la Revolución Científica actualmente en proceso que conforman la llamada “educación holista” basada en la premisa de que toda persona encuentra su identidad, significado y sentido de su vida a través de nexos con la comunidad, el mundo natural y los valores humanos, tales como la compasión y la paz. Otros creen que la nueva misión de la Universidad tiene que ser congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo y más que formar profesionistas para obtener un diploma y obtener un empleo, debe formarlos para la adquisición de competencias de base mercantil que logren adaptar al asalariado a las transformaciones económicas y necesidades del mercado. ¿Qué ha hecho la UAA en 40 años de historia? ¿Qué capital humano ha construido en términos de aprendizaje acumulado? ¿Cuántos profesionistas ha formado para encontrar un empleo en medio de la crisis sin el peligro de enrolarlos al ejército de analfabetas funcionales? México, sin apartarse de esquemas neoliberales, apenas está asimilando los retos de la sociedad global del conocimiento, del mercado educativo y del desarrollo de nuevas tecnologías de la información y comunicación. Preservar el carácter de la educación como bien público con responsabilidad social es un reclamo nacional y sólo la educación garantizará lo que ya no puede hacer por la sociedad del siglo XXI ni la religión ni la técnica. La UNESCO postula para la educación cuatro tipos de conocimiento: saber ser, saber conocer, saber hacer y saber convivir . La UAA debe sepultar de una vez por todas su autocomplacencia y reconocer en un ejercicio de autocrítica las profundas limitaciones académicas de un profesorado que medio enseña y medio piensa. Por ello no puede ni debe confundir el alcance de un parámetro medio en su calidad educativa con la mediocridad de los educandos que egresan de la universidad discapacitados en el saber y en el hacer. La UAA deja mucho que desear y no sólo porque su rector, ignorante, autoritario y prepotente, haya firmado un contrato de exclusividad con Coca Cola para que los universitarios no tengan más opción que “disfrutar la chispa de la vida” sino porque los propios universitarios, entre ellos mis hijos, han sido incapaces de protestar contra esa medida silvestre, anacrónica y arbitraria que exhibe la podredumbre de un Instituto de Educación Superior que debiera ser ejemplo de razón, congruencia y conocimiento. Este hecho que para algunos pareciera insignificante, habla por sí solo de que la UAA ha desatendido su tarea de enseñar a pensar y no ha preparado con decisión y respeto a la ciencia a sus alumnos. ¿Qué nivel de conciencia útil para la vida social puede tener un universitario al que le imponen el consumo de productos chatarra en su propio centro de estudios? La única certeza que tengo en relación a mis hijos que estudian en la UAA es que en sus 40 años de existencia, la UAA está más cerca de la Coca Cola que del saber.


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