Efemérides
Un día como hoy, pero de 1965, falleció David O. Selznick, el productor del magnífico culebrón Lo que el viento se llevó; en esa misma fecha pero de 1969, murió Judy Garland, de quien, para iniciar una conversación, debería bastar que fue Dorothy en El Mago de Oz e interpretó de manera maravillosa Over the rainbow; también el 22 de junio, pero de 1987, dejó de bailar para siempre Fred Astaire… Si cualquiera de esas muertes no bastaran para soltar el hilo de un diálogo con posibilidades de ser ameno y aleccionador pues mucho hay que decir sobre cualquiera de los tres, una búsqueda rapidísima en la inefable Wikipedia regala otra serie de datos, ahora sobre nacimientos: en 1964, Dan Brown, el autor del best seller El código Da Vinci; en 1953, Cyndi Lauper, tanto qué decir sobre música pop; en 1952, Graham Greene, la influencia más notoria de Gabriel García Márquez; en 1945, el enormísimo Pere Gimferrer; ah, y en 1738 el poeta Jacques Delille, para hacerlo interesante, cuando comparta ese dato, la del bardo, anteponga: una joya de la poesía, poco conocido más indispensable.
Si esas “efemérides” no bastaran, ya que está en Wikipedia, podría compartir con todos sus amigos en las redes sociales que en El Salvador hoy se celebra el Día del Maestro, y que en Colombia se festeja a los abogados; si lo suyo es el santoral católico, la tríada correspondiente al 22 de junio, da para horas y horas de conversación: San Acacio, San Paulino de Nola y Santo Tomás Moro.
Listo, ahí están los temas para una conversación en redes sociales, ya tenemos el material suficiente para una decena de tuits, la brújula para buscar en Google y hallarnos con notas sobre los poetas, actores, cineastas o intelectuales que creamos pueden interesar al otro y, por supuesto, atraernos el premio de su asentimiento, la manita de me gusta y, ¿por qué no?, hasta un retuit.
Cartelitos de superación personal
Cuando busque a Santo Tomás Moro, seguro dará con la siguiente frase: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor”, ¿qué mejor que citar esa frase para desearle un buen día a la comunidad virtual a la que pertenece?, sin mucho esfuerzo ha dado con la frase motivacional para explicar, incluso haciendo a un lado su creencia religiosa, que por algo suceden las cosas. Póngalo en el muro de un amigo que sepa en problemas… Mejor aún, coloque esa frase en alguien a quien no conozca y dote así a su día (y al de su amigo virtual) de una oportunidad inmejorable para hundirse en el misterio.
Claro, todas estas instrucciones son inútiles si usted es ya un avezado usuario de las redes sociales. Sabe que no tiene que ir a buscar las efemérides, que siempre hay alguien que despertó más temprano, o un servicio en la red, que se ocupó de hacerlo por usted, así que sólo hay que compartir, compartir y compartir.
La red está llena de oportunidades de comunicar esas inútiles joyas del conocimiento, si las efemérides no son lo suyo, las noticias lo pueden ser, aparte de lo que se celebra hoy, cómo murió alguien, el ridículo de la semana, el gatito tierno del día o la especie en extinción de moda; para eso están hechos los contenidos de la red, ¿no?, para ser distribuidos entre la mayor cantidad de personas, generar una conversación y, en una de ésas, hasta conocimiento. Pero sobre todo, así lo indica la cantidad de frases memorables de superación personal con fotos del paraíso, para hacer sentir mejor al otro, para que los amigos vean qué buena onda somos, cuántos nos preocupamos por el bienestar del mundo.
Eco y Hera
La belleza de la ninfa Eco consistía en que las palabras que pronunciaba, por simples que fueran, siempre se escuchaban de la manera más placentera, cosa que envidiaba Hera; como la mitología está construida a base de reflejar nuestras más bajas pasiones, cuando Hera descubre que Zeus anda cortejando a Eco, castiga a la ninfa arrebatándole la voz y condenando todas sus conversaciones a sólo repetir la última palabra de lo que dijera el otro. El defecto impuesto a Eco la ridiculizó ante Narciso, de quien se enamoró pero no fue correspondida, por el contrario, Narciso se burló de su “defecto”. Eco muere, escondida en una cueva, lejos de todo contacto humano.
Terrible castigo eligió Hera para Eco: transformarla en una repetidora. Incapaz de generar una conversación coherente, una réplica ingeniosa, algo de interés que compartir con el otro.
Narciso mood
Algunas versiones del mito, señalan que Eco pidió que Narciso fuera castigado por burlarse de su amor, la condena fue que el joven pastor sólo fuera capaz de enamorarse de su reflejo… lo demás es historia, ningún buen final puede tener quien sólo tiene como propósito mirarse.
En las redes, ¿no es un poco lo que estamos haciendo al compartir, sólo por compartir, las efemérides, los cartelitos de superación personal?, ¿al convertirnos en repetidores de una imagen chistosa, de la frase ingeniosa?
Sí, la red es el sitio que nadie fue capaz de imaginar (está bien: acaso Borges) en donde se contiene el conocimiento infinito, basta estirar la mano, dar un clic y hallar la respuesta a cualquier pregunta; pero esa facilidad con que se accede al conocimiento trae consigo el castigo de olvidar comprobar las fuentes, está tan a la mano y por algo debe estar ahí, así que debe ser cierto; cada vez tenemos menos tiempo (y ganas) de verificar nada; ¿eso dijo Santo Tomás Moro?, debe ser, está en la Wikiquote… ¿importa?, realmente no, lo que interesa es el efecto, es decir (sí, soy monotemático), la aprobación del otro, lograr la mayor cantidad de veces el reflejo inmejorable de un “Me gusta”, es con esa sanción del otro con la que nos quedamos, ya no dijo que estamos bien, que le caemos bien, que le parecemos buena persona, que si somos capaces de compartir esa perla de conocimiento es porque debemos tener buen corazón.
Coda (más allá del arcoiris)
Transformados en fanáticos de las efemérides, compartiendo por compartir, ningún mejor fondo musical que lo que cantara Judy Garland:
The colors of the rainbow so pretty in the sky
Are also on the faces of people passing by
I see friends shaking hands saying how do you do
They’re really saying I… I love you.
Oh sí, todos nos aman cuando somos tan compartidos. Tiempos en que todos queremos ser el hombre de hojalata, encaminados sobre los ladrillos amarillos, sendero que al final nos premiará con un enorme corazón. Tiempos en que se extraña la búsqueda del espantapájaros, quería y necesitaba algo más interesante que una válvula.