Enredos financieros / Emprender o morir - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

Estimado lector, el día de hoy haremos una reflexión sobre el arte de emprender y hacer negocios y la repercusión que tiene en un país esta práctica, que parece que está cayendo en el olvido por parte de varios pueblos entre ellos parece que México.

Los grandes países y los millonarios que ahora vemos en las portadas de las revistas tanto de negocios son el efecto de emprender. Salvo los casos de los que heredan grandes fortunas y después no saben qué hacer con ellas, como por ejemplo Televisa, que tiene la fortuna el Azcárraga Jean en tener uno de los mejores equipos directivos en México, ya que él no tiene la visión ni las agallas de su padre o su abuelo (sin más, hay que ver el triste espectáculo que dio el domingo de la final de futbol mexicano cuando su equipo el América ganó el campeonato), esas fortunas se hicieron gracias a personas que tuvieron el coraje de hacer algo más que los demás y emprender.

Un buen amigo me dijo una vez “no es fácil vivir sin la quincena, es loable lo que hacen los que tienen negocio” y esto es cierto. Desafortunadamente, ahora parece que es más fácil hacer dinero siendo político, que siendo empresario. Alguien alzará la voz y dirá “y eso qué, mientras hagan dinero, eso beneficia al país”, pero la realidad es que no es así. Un político cuando hace dinero, lo saca del mercado, muy probablemente lo invierte en la bolsa cuando bien nos vaya, la realidad es que terminan llevándoselo del país a un refugio fiscal donde nadie pueda hacer nada con el dinero y no aparezcan los rastros del mismo. En cambio un empresario se la juega por el país, dando empleo (aunque sea mínimo ya sea el autoempleo o a familiares) el dinero se queda en el país y no sólo eso sino que regresa al mismo con la posible ganancia o valor agregado del mismo. El político consume productos en el extranjero, el empresario busca consumir lo local y si no lo consigue aquí ya lo consumirá en el extranjero.

Un país que no tiene clase empresarial, de cualquier nivel está condenado a morir como país y ser un satélite de otros países. Es por esto que el llamado es a que las personas busquen ser empresarios, y no… no con una política gubernamental federal que se ha visto que con los famosos apoyos de fideicomisos sólo ayuda a sus “cuates” o a prestanombres de políticos que están en los puestos de decisión de esos fondos. Es por esto que los famosos fondos de innovación del Conacyt, o el extinto Fondo Pyme nunca tuvieron resultados. Se asignó el dinero a personas que NO querían ser empresarias, más bien, querían beneficiarse única y exclusivamente del dinero y fracasaron o hicieron fracasar el intento de hacer empresa.

Entonces, quizá, los depositarios ahora del saber empresarial y del hacer empresarios serán algunas organizaciones no gubernamentales (que no sean las Cámaras, porque pocas de ellas verdaderamente trabajan para esto) o de Universidades que alienten a las personas a hacer negocio y sobre todo que las orienten.

Antes, se necesitaba únicamente valor, ser arriesgado, un poco de capital, trabajo arduo y conocer el mercado o los clientes que se quería atender y con eso bastaba para lograr tener éxito.

Ahora no puede sólo tenerse éxito con esas características, se necesita profesionalizar a los empresarios, darles herramientas que les permitan adaptarse a los cambios económicos mundiales y deben saber que desde el primer día que levanten la cortina (en sentido figurado) del negocio, la competencia no sólo es local sino mundial. Hasta el de la tienda de abarrotes compite con transnacionales mundiales.

Éste es el reto, ya no esperar a que el gobierno haga empresarios o los ayude a tener mejores herramientas, sino buscar desde la sociedad civil o educativa los mecanismos por medio de los cuáles se les puede dar las herramientas y conocimientos necesarios para que no fallezcan pronto sus esfuerzos. Sólo uno de cada 10 negocios sobrevive después de 10 años, los demás por diversas cuestiones fallecen.


Espero que esta reflexión abone a que los que pueden ser agentes de cambio, ayuden a que se emprenda, porque si no es así, México morirá como país económico independiente y se convertirá en un protectorado económico de las grandes transnacionales.

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