Aunque hasta el momento esta columna se ha valido de películas diferentes para escribir sus líneas, esto desde hace más de dos años que mi casa editorial La Jornada Aguascalientes me ha dado la oportunidad de aparecer en sus páginas, esta vez tengo que retomar una que ya fue documentada en el mes de abril del año pasado: A toda máquina (1951) de ese director que es ícono de la filmografía mexicana, Ismael Rodríguez, y protagonizada por el ídolo de Guamúchil en el papel de un policía sumamente tragón que vive aventuras con su compañero de rondín interpretado por Luis Aguilar. Ciertamente ésta es una de las más grandes comedias que ha dado el cine mexicano, creadora por cierto, de mitos tan emblemáticos como ese multifuncional padre de familia que chambea a toda horas y en infinidad de trabajos, de tal forma que es tan rápida su vida que lo único que alcanza a decir al llegar a su casa es un al unísono: ya-llegué-vieja, ya-me-voy vieja.
¿Por qué retomar esta cinta, deliciosa musicalmente hablando (Te he de querer, Parece que va a llover, Despierta, y un largo etcétera de clásicos de la música popular mexicana)? Pues una de las secuencias más divertidas comienza con los dos patrulleros tratando de deshacer un embotellamiento generado por una viejita que se resiste a mover su vehículo, cuando al fin logran hacerla a un lado, Pedro Infante le informa que la va a multar, he aquí el diálogo: “¿Pero se pasó el alto verdad? Me lo pasé y qué y qué y qué. Mire señora aunque usted lleve mucha prisa usted debe respetar los altos… ¿Para qué ponen el alto cuando voy pasando? ¿Por qué me va a levantar la infracción?… Mire señora ya le expliqué en qué consiste su falta, pero no quiere entender… le voy a levantar la infracción… con mucho gusto, nomás me dice por qué por qué, por qué…”.
Esta secuencia, que como ciertamente dice algún autor desconocido en Wikipedia, casi se roba la cinta con la genial actuación de Amelia Wilhelmy, me recuerda la actitud poco ética del Partido Acción Nacional: su no a las fotomultas es un no a la razón, a la seguridad de los ciudadanos y en general a un sistema que busca combatir a los accidentes de tránsito como una de las principales causas de muerte en México. Un dato rápido, según el Inegi en el 2010 la principal causa de muerte de niños y niñas de cinco a 14 años fueron los accidentes de tránsito; lo mismo en varones de 15 a 24; de hombres y mujeres de 15 a 34 es la segunda causa de muerte y así podríamos seguir dando cifras y cifras, pero la realidad es única, México está entre los 10 países con mayor número de accidentes, en su mayoría causados por el exceso de velocidad.
Administraciones priístas crearon el alcoholímetro en Aguascalientes como mecanismo de control que busca precisamente disminuir el número de accidentes; y claro que hubo reacciones en contra, a nadie le gusta que lo limiten. Lo mismo ahora que el municipio capital implementa esta clase de sanciones, una parte de la población reaccionó en contra, es decir, les molesta que les apliquen la ley, y esta cerrazón sin razón es aprovechada burdamente por el partido de oposición. Tan absurda es la crítica que los diputados del PAN, lejos de presentar una iniciativa para aumentar el límite de velocidad (que en todo caso sería lo procedente) emprenden acciones de golpeteo político y mediático, pero no propuesta alguna que avale la supuesta molestia.
Y conste que debemos medio entender los tiempos políticos, el uso de un sinfín de temas y tópicos con fines electorales, reprobable, pero real. Sin embargo hay algunos cuantos puntos que deben ser abordados con mucha seriedad, fuera de protagonismos y de manera concreta: la salud y la vida de las personas, son algunos de ellos. Y ahí no sólo vale decir no, no vale caer en las ambigüedades, se tienen que esgrimir propuestas concretas.
Y en este sentido, y relacionado con las fotomultas, la propuesta del PAN no sólo es electorera, es además totalmente falta de la más mínima ética política, pues incluso dentro del mundo de la política mexicana que se da permiso para muchas cuestiones, en el tema de la vida no puede decirse no a dicho sistema sin una contrapropuesta, porque si bien en es cierto no son la panacea, sí constituyen una primera respuesta al problema que se busca combatir.
Por ello, además de que el PRI maneja las mejores propuestas y candidatos (a lo que volveremos en otras colaboraciones) la peor opción para votar este próximo 7 de julio es el Partido Acción Nacional y su ciertamente inefable coalición con el PRD.