¿Cómo remar a contracorriente en el mundo de las inercias y los espejismos? ¿De qué manera oponernos a las fuerzas dominantes que se conjugan para el control de nuestras vidas? ¿Se pueden hallar fórmulas de resistencia y vinculación significativas, replicables y con impacto social? De eso se trata vivir en contextos resistentes a las bifurcaciones inesperadas, con regímenes vacunados contra la turbulencia.
Cada generación ha definido su respuesta a las mismas preguntas, que se plantean con fraseos distintos, pero reflejando preocupaciones consistentes. Y generalmente hay dos caminos: luchar por dirigir la totalidad del modelo civilizatorio, disputando el poder político y la organización de la producción económica, o bien armarse para defender archipiélagos de salvación donde puedan desarrollarse las aspiraciones humanas más urgentes a pequeña escala.
Así pues, algunos construyen artefactos contraculturales y sistemas alternos; otros inauguran micromundos y respiraderos sociales -instancias de convivencia para restaurar el tejido asociativo-. Se sabe que hay comunidades que se aventuran a las autonomías, así como gangs que desafían el statu quo con dispositivos extravagantes. Otros se organizan legal o ilegalmente, por la vía armada, pacífica o mixta, electoralmente o con estrategias golpistas. La forma se define por la situación, que gusta tramar los detalles.
El mundo da vueltas y la experiencia no es en vano: hay que aceptar que no existen variables de solución perfecta. Los diversos caminos son válidos de origen y sólo se excluyen en un análisis maniqueo, donde todo está peleado perpetuamente consigo mismo. Hoy quiero glosar un proyecto que apuesta por abrir zonas verdes indomables, como haciendo una pausa para hacer rechinar la aceitada maraña de engranes que mueven el metrónomo de la vida urbana contemporánea.
LOCUS es el nombre de un colectivo que ha logrado la integración de alumnos y egresados de múltiples carreras impartidas en la Universidad Autónoma Metropolitana: Antropología, Biología, Biología Experimental, Ciencias Políticas, Economía, Filosofía, Geografía, Ingeniería en Energía, Lingüística, Matemáticas, Psicología y Sociología. Su objetivo es aplicar diversos conocimientos en la búsqueda de una mejor sociedad, a través de proyectos divididos en tres grandes áreas: Ciencias Biológicas y de la Salud, Ciencias Básicas e Ingenierías, así como Ciencias Sociales y Humanidades.
LOCUS tiene como uno de sus objetivos generar conciencia sobre la importancia de la obtención de alimentos de calidad y ricos en nutrientes. Ha creado un importante huerto urbano, con el fin de capacitar teórica y técnicamente a los interesados, además de realizar talleres y fomentar la producción de alimentos orgánicos y saludables dentro de las manchas citadinas: usan jardines, techos, balcones, parques y lugares públicos que pueden ser aprovechados y recuperados a través del contacto con la tierra.
En acuerdo a ellos, en México existen dos graves problemas en la alimentación: la obesidad y el hambre. Sintomáticamente, ese dúo revela el descuido de políticas alimentarias que beneficien a su población. La obesidad y el hambre son consecuencias de la ineficaz distribución de los alimentos, de la mala calidad de los mismos y de la hipersimplificada forma de vida citadina, así como de políticas económicas que se enfocan a un mayor consumo de alimentos procesados e industrializados que son nocivos para la salud.
Sólo por eso se justifica el proyecto. Sin embargo, lo que le robustece como propuesta es que sus esfuerzos se enmarcan en los ensayos para alcanzar autonomía política, económica y energética, además de entretejer redes activas en favor de la Soberanía Alimentaria. Partiendo de un tema transversal -¿qué comemos, si comemos?- buscan conmover distintas esferas de la dura realidad mexicana, para alimentar al mundo nuevo, ése que crece silencioso bajo la vieja carcasa de éste.
Entramos por ello a nuevas complejidades. El colectivo es joven y tendrá que sortear los retos se le presenten los defensores -fanáticos o involuntarios- del orden conocido, que suele minimizar, desprestigiar, cooptar y aplastar -en ese orden- a las nuevas energías, que por el solo hecho de venir de abajo, parecen amenazantes.
En la reciente presentación del proyecto en CINVESTAV, deslizaron la siguiente frase: “LOCUS nos integra desde el espacio cromosómico donde alguna vez fuimos mera información codificada, hasta los territorios que justo ahora debemos conservar, recuperar y conquistar para construir alternativas”. El zigzag discursivo y práctico es inusitadamente atractivo, tal vez porque vivimos entre textualidades que aplanan la realidad y esquematizan la diversidad en cocteles de riesgo embotellado.
El Colectivo LOCUS ha creado su sitio digital recientemente. Sugiero que lo exploren y conozcan a sus participantes. Plural, multidisciplinario, comprometido y de alto impacto: ojalá tengamos en los próximos años más locus pintando círculos de tiza contra el poder de las transnacionales en México y en América Latina. Vaya que los necesitamos.
Contacto: @CsarEleon