Superestrella de las letras. Analista político. Crítico irreverente. Apóstol de la cultura popular. Siervo de justicia. Maestro de la ironía. Relojero de la precisión. Amigo de la risa ajena. “Misógino feminista”. Desmitificador del poder. Todo eso y mucho más fue Carlos El destripador de las estupideces gubernamentales. Monsiváis el Señor Memoria del México lacerado por la pobreza.
Amó la vida citadina. Quiso a sus 12 gatos como si fueran sus miles de libros. Bautizó a las mascotas en la pila monsivayésca del irreverente buen humor. Recuerdo a Miau Tse Tung, Fray Gatolomé de las Bardas, Miss Oginia, Eva Siva, Voto de Castidad (el único voto útil, solía decir), entre otros. Al cuestionarle los originales nombres respondió: “Sé que preguntaron esto para hacerme pasar por un excéntrico pero la Historia me absolverá”.
Sabía reírse de sí mismo con la seriedad dibujada en el travieso rostro. Al otorgarle el Premio Juan Rulfo 2006 celebró: “El significado mayor es el enfrentamiento a la autocrítica, pero mañosamente he pospuesto el momento”.
Cuando le pidieron que recordara el primer texto publicado, reconoció: “Era brevísimo, lo publicó un periódico preparatoriano aún más breve… Uno de los motivos de mi optimismo es que desapareció esa ‘crónica’ para siempre…”.
Al cumplir 70 años, el periodista Carlos Marín destacó en su “Asalto a la razón” de Milenio, la parte sustantiva de “Monsiváis El sabio”: “De sus libros, el mayor es Días de guardar (1970); de sus tips, se le agradece el de que cada día tiene su propio afán (Eclesiastés); de sus proverbios, el ‘no adquirir compromisos con posterioridad’; de sus agobios, ‘evitar que nuestras diferencias ideológicas nos unan’; y de sus consignas la más reciente (y generosa): ‘Que la conspiración de nuestras inteligencias no vulneren nuestra amistad…’” (5/5/2008).
Monsi (para los cuates) hizo del aforismo la sentencia implacable. El brevísimo juicio. La reflexión mortal. La síntesis cotidiana. El aserto luminoso. La filosofía enriquecedora. El manantial del dulce sarcasmo. La chimenea del mejor humor. El maravilloso jugueteo de conceptos opuestos.
Tan disfrutaba el género que dejó los suficientes para pensar y reír en feliz instante, por ejemplo:
Amistad que no se refleja en la nómina es pura demagogia.
Cuando nadie me ve, cuando nadie me escucha, me digo: a lo mejor sí soy escritor.
Sin la Chingada, las conversaciones se oyen falsamente nacionalistas.
El rumor, es la consolidación de los dioses.
Quién quita y los traumas son la única familia absolutamente leal que nos queda.
Lo grave de la eternidad es que no termina nunca.
La vida vale mientras no se le aprecie demasiado.
Soy optimista porque creo en mi mala suerte.
Lástima que cada gobierno tarde seis años en enterarse de lo que pasó en su sexenio.
El considerado “último cronista de la ciudad chilanga” hubiera celebrado 75 años de vida el pasado sábado 4 de este mes, pero el Metro se lo llevó en 2010, el 19 de junio, a la última (e ingrata) estación terrenal, donde los muertos, eruditos como él, gozan de cabal salud.
Porque alguien tiene que escribirlo: El Partido Verde Ecologista de México presentó iniciativa de ley en el Congreso del Estado de Aguascalientes para crear, dice el artículo 16, un fondo que “tiene por objeto implementar medidas y acciones para establecer beneficios que coadyuven a mejorar las condiciones de vida del periodista y su familia”, con el dinero de los contribuyentes municipales y estatal, las empresas de comunicación, aportaciones voluntarias y los rendimientos que se generen, a fin de apoyarlos en la compra de vivienda, vehículos, insumos de trabajo, capacitación, seguros de vida y de gastos médicos mayores.
En la parte concerniente a las entregas del gobierno estatal de Aguascalientes, el documento precisa que no podrán ser menores al dos por ciento del gasto destinado a la difusión, lo que me parece un verdadero despropósito de la tacañería, al valuar modestamente el esfuerzo de los periodistas.
Con el ánimo de enriquecer el documento opino que se eleve a rango constitucional la propuesta del PVEM para declararla de interés público y Patrimonio Muy Material de la Humanidad Informadora; que se aplique el mismo porcentaje pero del Producto Interno Bruto estatal; y que se agregue a escribanos de textos de opinión (Vale al Paraíso, en primer término, por supuesto) columnistas free lance y publicaciones católicas (las que aparecen cuando Dios quiere), entre otros casos.
Y bueno, a propósito de aforismos, regalo algunos de mi parroquial inventiva, dedicados a los puritanos que satanizan el noble esfuerzo de trasparentar la entrega del espinoso y jugoso vegetal, también conocido en el ancho mundo del Agropecuario como chayote (dádiva/apoyo): El chayo unido jamás será vencido; a chayo dado no se le ven las espinas; sólo renuncia al chayo por uno más grande; chayos son amores y no buenas acciones. A San Judas Chadeo encomiendo mi bolsillo.