Taktika / Sentimiento anti-mexicano - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Colegio Aguascalentense  de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.

Phoenix, Arizona, Unión Americana. 24 de mayo de 2013. El juez de distrito, Murray Snow, determina que el inefable jefe de policía del condado de Maricopa, el polémico alguacil Joe Arpaio, convirtió a los hispanos en el objetivo de sus “patrullas migratorias”, por lo que deberá responder en un corte federal.

El veredicto de la corte evita que Arpaio –famoso por su campamento de presos en el desierto de Arizona y la ropa interior rosa que les obliga a vestir- implemente políticas que trasgredan la Cuarta Enmienda, que proteja contra el registro no razonable, y la Décimo Cuarta, que garantiza que todos están protegidos por la ley.

La escena arriba descrita se liga con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar al amable lector los orígenes, etapas y respaldo intelectual del anti-mexicanismo en los Estados Unidos.

La confrontación histórica entre la Inglaterra protestante y la España católica se trasladó de los campos de batalla europeos al Nuevo Mundo. Al independizarse los Estados Unidos de Gran Bretaña, se dedicaron a formar su propio señorío en América. Para lograrlo era menester eliminar a sus rivales: la América del Norte británica, las tribus indias y la República Mexicana.

El primer paso fue alcanzar la secesión de Texas de México, ayudados por los ruffians –escoria anglo-americana reclutada en los burdeles de Nueva Orleans-, los texanos dirigidos por Sam Houston y los “héroes” de El Álamo, Davy Crockett, James Bowie y William B. Travis, lograron su objetivo de una Texas independiente, la cual posteriormente se uniría a la Unión Americana.

En 1846, los Estados Unidos declararon la guerra a México y vencieron en esta contienda cuando sus tropas izaron el aborrecido pabellón de las barras y las estrellas sobre Palacio Nacional, en septiembre de 1847. El Tratado de Guadalupe-Hidalgo que puso fin a la lucha estipuló que México concedía la mitad de su territorio a los yanquis. Además, 70 mil mexicanos se quedaron a vivir en las zonas cedidas a los anglo-americanos.

Los mexicanos residentes en la Unión Americana fueron sometidos al robo, violación y asesinato por parte de los yanquis. Sin embargo, hubo quien defendió a “La Raza”: el sonorense Joaquín Murrieta en California y el tamaulipeco Juan Cortina en Texas.


La siguiente gran migración ocurrió durante la Revolución Mexicana (1910-1920) más de 250 mil compatriotas se asentaron en Norteamérica. Sin embargo, la situación cambió con la Gran Depresión (1929-1939), pues los estadounidenses blancos temieron que los mexicanos no se asimilaran a la sociedad norteamericana y comenzaron a destacar las diferencias en cultura, religión e, incluso, higiene. En este decenio, más de 500 mil mexicanos residentes en la Unión Americana fueron deportados a la fuerza.

Con motivo de la Segunda Guerra Mundial, se implementó el Programa Bracero –un esquema de trabajadores temporales, cuya finalidad era proporcionar mano de obra barata-. La afluencia relativamente masiva de mexicanos en los Estados Unidos y la visibilidad de los “pachucos” –zoot suit, en inglés- hizo germinar el sentimiento anti-mexicano. En la parte suroeste de la Unión Americana, en especial Texas, aparecieron letreros en donde se leía: “Prohibida la entrada a perros, negros y mexicanos”.

En la parte final del siglo XX, durante la Década Pérdida (1982-1989) y la implementación de políticas neoliberales que contribuyeron a destruir el campo mexicano (en especial el TLCAN), la migración hacia la vecina República del Norte se aceleró.

Ante la “invasión mexicana”, el connotado académico de la Universidad de Harvard, Samuel P. Huntington, publicó su libro ¿Quiénes Somos? Los Retos de la Identidad Nacional Estadounidense.

En su mamotreto, el politólogo estadounidense menciona que la migración mexicana es el reto más importante para la Unión Americana, pues podría “bifurcar” a su país. Esto debido a que los mexico-americanos tienden a “hablar español en casa, casi no se gradúan de la Preparatoria, y sus índices de adopción de la ciudadanía estadounidense son de los más bajos”.

Huntington concluye lapidario: “Ningún otro grupo inmigrante en la historia estadounidense ha tenido o tiene un reclamo histórico al territorio estadounidense. Los mexicanos y mexico-americanos pueden y hacen este reclamo”.

La lucha por extinguir la xenofobia en la Unión Americana –en particular el anti-mexicanismo- continuará mientras existan individuos como Joe Arpaio y Samuel P. Huntington.

Aide-Mémoire.-  La sombra perversa del Islam radical se dejó ver la semana pasada en Londres, Inglaterra.


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