Los molinos de la mente / Estados Unidos… y mexicanos - LJA Aguascalientes
15/11/2024

El día de ayer, el presidente estadounidense, Barack Obama se dirigió a los jóvenes de nuestro país, a nuestros dirigentes políticos y a una cúpula selecta de empresarios. El discurso a los jóvenes mexicanos durante su breve instancia estuvo marcado por un tono motivacional, un expreso intento de crear empatía con su auditorio. Innegable es el carisma del líder americano, que utiliza la fórmula de “el buen príncipe” de Maquiavelo para integrar de manera activa a México y a algunos países latinoamericanos aliados a las necesidades económicas de su país. Obama mencionó cinco puntos en los que su administración está interesada en relación a nuestro país. La expansión del comercio, el incremento de la producción, el desarrollo de la economía verde, el intercambio en educación superior y forjar nuevas alianzas para la innovación e investigación en sectores tecnológicos. La idea tras el discurso pareciera ser el plan de convertir a México un nuevo centro de “Maquila” que se extenderá al mundo tecnológico, en vistas de poder establecer un contrapeso ante la naciente economía China y el grande poder que está desarrollando en Asia y en el mundo. La idea no es mala para nosotros, pues de alguna manera nos beneficiaría la inversión y el empleo. Los estadounidenses obtendrían la ventaja de nuestra mano de obra barata y poder mermar la creciente influencia del gigante asiático. Pero por sobre de todo, subyace la visión, el intento, de no sólo reactivar la economía americana sino de abrir una ventana para un futuro económico sostenible para su nación.

La gira de Obama es, de alguna manera, un movimiento integrador. Obedece a las necesidades e intereses de nuestro principal socio comercial y una agenda de continuidad económica. No es ningún secreto que los Estados Unidos de Norteamérica atraviesan por una delicada situación económica que ha venido lastrando aquel país por al menos 20 años, sin encontrar una salida franca. El endeudamiento de la mayor potencia económica del mundo pone en riesgo su papel hegemónico mundial, esto aunado al debilitamiento de su mercado doméstico, -muestra de sus problemas económicos internos-, a su agresiva política intervencionista que obedece más a motivos económicos que la filantropía.

La complejidad de nuestro vecino país no deja de evocar en mí a la gloriosa Roma expansionista que intentó someter al mundo por la espada, sin poder entender que abarcaba más de lo que podía controlar. Pero la debacle romana, lo mismo que está sucediendo ahora a los americanos, fue que su sociedad permitió que los “Bárbaros” se infiltraran en ella, al grado de que perdieron el control. Los romanos, hijos de la opulencia, permitieron que los “Bárbaros” ingresaran a su sociedad para realizar las tareas que a ellos no les parecían gratas. Primero en la agricultura y los trabajos domésticos laboriosos, y después en el ejército romano. Llegado el momento, eran los extranjeros, los “Bárbaros”, quienes llegaron a detentar el poder real en la sociedad romana llevándola a su colapso. Nuestro vecino del Norte lleva los mismos pasos que históricamente terminaron con el Imperio Romano. Su política migratoria, relajada, ha hecho que tengan problemas de seguridad interna que ya les han causado, por lo menos, dos grandes atentados en su territorio. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, es más fácil encontrar a hispanos que a estadounidenses. En todos los hoteles, en los restaurantes, en las tiendas, el idioma que uno más escucha es el español. Incluso en el icónico estadio de beisbol de los Yankees de Nueva York, los encargados de las tiendas y de los lugares de venta de comida son mayoritariamente hispanos. Las tiendas de recuerdos en Times Square están en propiedad de libaneses y saudíes. En el barrio chino hay restaurantes y farmacias en las que no se habla inglés. Además de la convivencia de muchas otras nacionalidades en la ciudad. Los servicios en general, están atendidos por migrantes. Y lo mismo sucede en las grandes ciudades de ese país como en Los Ángeles o  Chicago.

Regresando al tema de Obama, yo encuentro muy favorable la necesidad de su país de buscar en México y en Centroamérica y en Sudamérica, nichos de producción y de maquila para las empresas estadounidenses. El acercamiento económico nos reportará, además, de los beneficios directos del trabajo y la inversión, mayores posibilidades de desarrollo si los podemos utilizar. Así como Japón en su tiempo pudo desarrollarse gracia de la maquila y la industria de la transformación, México tendrá la ocasión de intentar hacer lo propio. Es cierto que Estados Unidos es un país “Conquistador”, pero habrá que entender que una mayor participación de negocios de ellos en nuestro territorio proveerá de mayores beneficios de los que ahora tenemos. Y traerá consigo, además, beneficios indirectos en el área de seguridad, de preparación, de capacitación y de educación. Los opositores al cambio gritarán que habrá que defender la soberanía mexicana. Lo harán porque ellos perderán sus prebendas, cortándoles sus cotos de poder y corrupción. Con un México más desarrollado, se reducirá la necesidad de la migración a Estados Unidos al haber fuentes de trabajo locales. Ojalá el intento que porta Obama se concrete en México y las voces disidentes del “Status Quo” que tanto nos han impedido crecer y mejorar nuestra calidad de vida, no sean suficientes para frenar la oportunidad que nos vendría muy bien.

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