Generación D / José Robles Aguilar en LJA - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

El estudio Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2013, publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), retrata un panorama preocupante sobre la realidad y las perspectivas de oportunidad que enfrentan quienes buscan acceder por primera vez al mercado laboral. El texto (cuyo solo subtítulo, Una generación en peligro, sintetiza su contenido) ubica en 73 millones el número de personas, entre los 15 y los 24 años, que a nivel global están en paro. Esta cifra resulta modesta si se compara con las estimaciones que al respecto formulan otras entidades internacionales como el Banco Mundial (262 millones, tan sólo en las economías emergentes) y la OECD (26 millones sólo en los países desarrollados). A su vez The Economist sitúa la cifra en 311 millones, equivalente a la población de Estados Unidos. El uso de diferentes metodologías explicaría la disparidad de estos datos.

Independientemente de las cifras que se acepten, el desempleo juvenil constituye hoy un tema relevante en las agendas de la mayoría de los países. Si bien durante décadas éste ha sido un fenómeno casi estructural en algunas regiones en desarrollo, durante los últimos años ha alcanzado a las economías más industrializadas. En varias naciones europeas la crisis financiera de 2008 ha derivado en una destrucción masiva del empleo que afecta particularmente a los jóvenes. En Grecia la tasa respectiva alcanza el 64.2 por ciento, mientras que en España es de 57.2 por ciento; situándose la media europea en 25 por ciento.

El análisis de la OIT indica que si bien en algunas regiones en desarrollo (incluida Latinoamérica) los niveles de empleo juvenil no se han contraído en los últimos años “gran número de jóvenes siguen enfrentándose a un futuro de empleo ocasional e informal… a veces reciben salarios por debajo de la media”. Además, el estudio reconoce que las futuras generaciones deberán enfrentar un mercado laboral cada vez más competitivo, exigente y frágil. La estabilidad que durante generaciones caracterizó al mercado laboral de varios países, será un bien escaso en el futuro.

Paradójicamente, el fenómeno del desempleo juvenil está afectando a las generaciones mejor preparadas de muchas sociedades europeas (España, Portugal, Italia y Grecia, incluidos). De hecho, muchos de los jóvenes empleados en estas naciones superan en mucho las exigencias y capacidades que exigen el puesto que desempeñan. Ante el difícil panorama laboral que enfrentan se tiende a aceptar empleos precarios, lo que muchas veces implica bajos sueldos, falta de cobertura social y sobre todo una incierta perspectiva.

El fenómeno del desempleo juvenil tiene elevados costos humanos, económicos y sociales. A nivel personal crea frustración, resentimiento y muchas veces la pérdida de autoestima, ante la ausencia de un proyecto sobre el cual se pueda construir un futuro. En términos económicos, los países desaprovechan recursos útiles lo cual socava su crecimiento en tanto que no son capaces de aprovechar de manera productiva su potencial humano. A nivel social, motiva un rompimiento de la cohesión y del tejido social que deriva en éxodo y, en ocasiones, en un incremento de la criminalidad así como en el surgimiento de movimientos de protesta, como el de los indignados cuyas demandas están asociadas más a cuestiones prácticas que a aspectos de tipo ideológico.

El creciente descontento que el paro juvenil está provocando en varios países europeos, particularmente de la cuenca mediterránea, ha encendido las alarmas en Bruselas sede de los poderes comunitarios, ante la posibilidad de que ello se convierta en factor de desestabilización o que complique el ya existente derivado de los draconianos planes de austeridad. Así, diversas entidades como el Banco Europeo de Inversiones han diseñado programas para impulsar la creación de empleos que beneficien a este grupo social.

Varios estudiosos se cuestionan sobre las causas de este fenómeno, en particular respecto hasta qué punto el desempleo juvenil es un efecto pernicioso del capitalismo liberal, o de la automatización, o bien de la mala planificación tanto económica como educativa. Más allá de la respuesta que se dé, lo importante radica en que las perspectivas de empleo están asociadas a factores como la flexibilidad del mercado laboral interno, la calidad de la formación, el nivel de demanda local, pero sobre todo al crecimiento económico internacional. De hecho, generalmente se acepta la premisa de que el crecimiento es una condición necesaria para la creación de empleos.

Por su naturaleza y efectos, este reto deben enfrentarlo no sólo los gobiernos sino también el sector productivo y las instituciones de formación media superior. Al respecto, The Economist señala que la solución no pasa exclusivamente por la ampliación de la oferta educativa superior, advierte que en algunas regiones quien posee un título universitario tiene dos veces más posibilidades de caer en el desempleo.


Se debe evitar que se siga destruyendo el futuro de generaciones completas de jóvenes, deben buscarse soluciones viables al drama que enfrentan millones de ellos que ven sus sueños truncados por la falta de oportunidades. Si el futuro de un país es su juventud, los gobiernos y las sociedades deben trabajar conjuntamente para construir un porvenir digno a sus jóvenes.

                         Berna, Suiza, mayo de 2013.


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