Desde la semana pasada platicábamos por aquí que no podía existir mejor final en todos los aspectos, desde lo comercial, desde las televisoras que se repartieron el plantel, la derrama económica en los estadios que daba este partido, la Liga MX necesitaba una final con ese rating para obtener de nuevo credibilidad. No era mejor escenario para una final, uno de los clásicos más antiguos y más apasionados de la misma ciudad. Un América con ocho años sin títulos y un Cruz Azul con 15 años hambriento y desesperado. El adiós de Diego Reyes y Benítez, dos figuras americanistas y el resurgir de Corona y Chaco. El primer título de Torrado o de Miguel Herrera. Una de las finales más antojables de los últimos tiempos.
El de ida
Los dos fueron unos partidos llenos de agua, de lluvia. Y sin especulaciones. Pero el primer encuentro en el Azul fue un partido extraño. Cruz Azul en la cabeza del Chaco se encontró el gol de cierta manera temprano y tuvo una o dos para irse con más ventaja, pero el resultado pareció ponerlos en una situación cómoda, por otro lado América no jugó como lo hace, parecían comunicar ese sentimiento de en casa lo cerramos. Ninguno de los dos equipos hizo más por el futbol, y era lugar común escuchar que ni ese América ni ese Cruz Azul en la final de vuelta merecían ser campeones.
La vuelta
Había que dar el todo por el todo, ese partido no tenía mañana ni vuelta. Cruz Azul decidió alinear a Giménez que no estaba al 100 por ciento y dejar en la banca a Pavone que no estaba para jugar. La oportunidad de Chuletita y de Teófilo eran un experimento interesante. Pero el partido de final no podía ir por otro rumbo, parecía que el destino estaba escrito y que la sequía cementera se iba a saciar. El colombiano puso el 2-0 en el global y para muchos todo estaba sentenciado. América tendría que hacer dos goles, con un Cruz Azul que se esperaba se embalara, además la expulsión de Molina cambió el dibujo de Herrera, sacó desafiando al Azteca y a la fiesta que había planeado de despedida Diego Reyes para jugar solo con dos centrales y en Layún, el relevo, más dinamismo hacia el medio campo. No había mejor panorama que el de ir ganando por dos goles y con un rival con un hombre menos.
Cruz Azul tuvo una con Chaco que dio un partidazo, en cuanto a garra y ponerse la camiseta, sin duda ayer se ganó el papel de figura del Cruz Azul, el destino había cambiado de playera y estrelló ese balón en el poste. Para que luego de una jugada fortuita se diera el 2-1 en el marcador y la envión anímica importante. La gente ya estaba en los túneles del estadio cuando escuchó gritar al coloso y regresó a sus lugares, se reportaron incidentes para nadie se quería perder la hazaña que iba a ocurrir. Ya en el tiempo de reposición, Moisés Muñoz se encaminó a la portería atacante, caminó hacía La Monumental, con el despliegue de las cámaras encima de él y la aprobación de Herrera a su derecha. El tiro de esquina desilusiona a todo el Azteca, luego se recupera la pelota y el portero americanista de destino heroico se lanzó como siempre lo había hecho defendiendo su arco, pero ahora poniendo su cabeza delante en una palomita de campeonato.
Tiempo extra y penales
Cruz Azul tuvo en los 90 minutos la oportunidad de sentenciar y América la suya en el tiempo extra pero los porteros estaban en plan grande, Corona le robó la gloria a Christian Benítez, todo se prolongó a los 11 pasos, 11 pasos que tenían 11 estrellas americanistas y una gloria robada para Cruz Azul. Nunca una historia como la cementera estuvo tan llena de tragedias. Primero Muñoz en su papel protagónico hizo lo que tenía que hacer: atajó con los pies a Orozco que en su espalda traía el peso de Hermosillo, luego la caída que mandaba un balón a volar habían escrito todo y como guión de película. Bajo la lluvia, el hombre más cuestionado en los últimos tiempos del americanismo, el Trend Topic de lo absurdo Miguel Layún coronaría las cabezas de los periódicos en #todoesculpadeLayún, América se corona campeón y justo campeón porque el destino nunca es injusto. Nunca es injusto con historias como la de Herrera, la de Layún o la de Benítez, la de Reyes o la del mismo Muñoz.
El ausente
El buen futbol, todo fue de garra, de pasión, de emoción, que también juegan en una final. Por América Sambueza quedó borrado y por Cruz Azul Pavone no dejó su alma en la cancha y eso se paga.
El héroe
Sin duda alguna es Moisés Muñoz, un tipo ejemplar, que hace un año en un hospital declaraba que estaba vivo porque algo le faltaba en la vida, que perdió al titularidad y al recuperarla dio actuaciones espectaculares que catapultaron al América a la final, hizo atajadas impensables, ganándose un puesto en el podía de los porteros nacionales. Su gol y su penal atajado lo convierten en el mejor hombre del equipo.
Mención especial
Ahora es muy difícil decidir, pero el coraje y valentía de Layún es destacable. La paciencia y fuerza que le imprime Miguel Herrera al futbol y por último los dos partidos y el amor a la camiseta de Chaco Giménez son destacables.
De guión
En mi corta memoria recuerdo pocas finales con esa emoción, el Atlas-Toluca el Toluca-Santos o la de Chivas-Pumas. Pero sin duda ésta fue para mí la mejor de la época moderna, llena de dramatismo, en el mejor escenario donde historias mágicas se dan, culminando historias de coraje y de héroes, con el mejor rival antes visto y el final que todos esperaban, un campeón que dejó todo en la cancha.