De acuerdo con UNICEF, en México, tres de cada cuatro niñas, niños o adolescentes presentan al menos una carencia para poder ejercer sus derechos, es necesario reforzar una adecuada combinación de políticas públicas, que garanticen la exigibilidad en la prestación de servicios educativos, de salud o de seguridad social. Lo anterior hace necesarias políticas focalizadas que atiendan las necesidades de la población con mayor desventaja, las cuales estén orientadas a contrarrestar las brechas específicas identificadas entre los distintos grupos económicos y sociales.
La postura anterior sobre la pobreza, no se define exclusivamente por la falta de acceso a bienes básicos en el mercado, sino también por un conjunto de derechos incumplidos que imposibilitan el libre desarrollo de cada ser humano. Por lo tanto, reconoce la superposición entre el concepto de necesidades básicas insatisfechas y los derechos humanos, elementos necesarios para asegurar la inclusión social.
Además, el reconocimiento de la pobreza desde el enfoque de derechos da cuenta de que esta condición deriva no de una falla personal o de una situación natural o inevitable, sino de un proceso social, político y económico acumulativo, de carencias y desigualdades estructurales que impiden el ejercicio real y efectivo de las libertades de acción y de elección.
La pobreza durante la niñez y la adolescencia reduce la movilidad social, por sus particulares consecuencias en términos de la transmisión intergeneracional de la pobreza. Varios estudios demuestran que la pobreza en esta etapa de la vida se reproduce en la etapa adulta, lo que implica que muchas niñas, niños y adolescentes pobres se convertirán, casi inevitablemente, en adultos pobres.
En los estados donde la desigualdad económica (medida a través del coeficiente de Gini por entidad) es menor, la pobreza en la población de cero a 17 años es también más reducida (50.9 por ciento), mientras que cuando hay mayores niveles de desigualdad la incidencia de la pobreza en las niñas, niños y adolescentes es mayor (57.4 por ciento). Esta relación da cuenta en los hechos del vínculo entre pobreza infantil y adolescente y desigualdad social.
Incluso, los patrones antes observados sobre las diferencias regionales y estatales en los niveles de pobreza y carencia también tienen un correlato en las estadísticas educativas: mientras que los estudiantes del Distrito Federal, Nuevo León, Chihuahua y Aguascalientes obtienen los mejores resultados a nivel nacional, los estudiantes de Oaxaca, Guerrero y Chiapas son los que tienen consistentemente peores niveles de resultados en la prueba PISA.
Aproximadamente el 80 por ciento de la población en México, vive en hogares en los que habita al menos una persona menor de 18 años. Asimismo, uno de cada cinco niños del país reside en hogares con jefatura femenina (uno de cada cinco). Y atendiendo las conclusiones de UNICEF México, se puede afirmar que el comportamiento de la pobreza entre la población infantil y adolescente ofrece particularidades según las características de ocupación de los integrantes del hogar.
-
En los hogares en los que ninguna persona está ocupada la pobreza entre la población de cero a 17 años se agudiza, al ascender a más de 73 por ciento.
-
En los hogares en los que una sola persona está ocupada, el nivel de pobreza disminuye a 59.4 por ciento.
-
Cuando hay dos ocupados en el hogar, llega a su nivel más bajo: 46.4 por ciento.
-
En el caso de haber más de dos personas ocupadas, el nivel de pobreza en la niñez y adolescencia aumenta nuevamente a 49.4 por ciento.
De lo anterior se desprende que, en los hogares donde hay más de dos integrantes ocupados, existen presiones para que miembros que normalmente no deberían trabajar como los menores o los adultos mayores, salgan al mercado laboral, lo que podría reflejar las estrategias de supervivencia a las que tienen que acudir estos hogares.
Además, esto podría indicar que en aquellos hogares donde papá y mamá viven juntos y trabajan, la probabilidad que tienen sus hijos de ser pobres es menor que cuando sólo uno de ellos participa en el mercado laboral.
El estudio de UNICEF también aporta conocimiento sobre los hogares jóvenes, donde la jefatura tiene menos de 30 años, la incidencia de la pobreza en la población infantil es mayor que en los hogares con jefatura de cualquier otro grupo de edad, lo cual puede dar muestra de un comportamiento asociado al ciclo de vida y laboral que “castiga” a los trabajadores noveles y con ellos a sus familias.
Ciudad de Aguascalientes: Sectores con mayor cantidad de hogares con jefa o jefe menor a 30 años (porcentaje)
Hogares en viviendas particulares habitadas donde el jefe tiene de 12 a 29 años de edad. Incluye casa independiente; departamento en edificio; vivienda en vecindad; vivienda en cuarto de azotea; local no construido para habitación; vivienda móvil; refugios o clase no especificada.
Jesús María en el renglón de 10, 16 o hasta 59 por ciento de presencia de hogares particulares habitados con jefe(a) de hogar menor a 30 años.
Villas de Nuestra Señora de la Asunción con alta concentración de Hogares con Jefatura femenina o masculina de menores de 30 años.
El Oriente de la ciudad de Aguascalientes, se encuentra con una mayor concentración de población y particularmente de menores de edad. Se ha venido incrementando el número de Hogares Particulares Habitados con jefatura femenina o masculina de menores de 30 años.