Después de varias semanas de la denuncia que presentara el PAN, sobre la planeación conjunta de partido y gobiernos federal y de Veracruz, para favorecer con los programas sociales a los candidatos priístas, para ganar la elección del próximo 7 de julio, el presidente Enrique Peña convocó a los partidos políticos del Pacto por México, para convenir un adéndum al documento; de esta manera, el pasado 7 de mayo los presidentes nacionales del PAN, PRI y PRD, junto con el presidente, dieron su visto bueno a los acuerdos presentados por el secretario de gobernación, Miguel Osorio.
Osorio enmarcó los acuerdos en cuatro principios: sobreponer el interés del país y el de los mexicanos a cualquier interés partidario o individual; cumplir con la palabra empeñada; profundizar la transparencia; y, actuar bajo estricto apego a la Constitución, y a las leyes que de ella emanan.
Enseguida presentó los acuerdos comprometidos: sancionar a quienes hayan cometido o cometan delitos electorales; aplicar el blindaje electoral (con varios puntos); participación de la sociedad para la vigilancia del uso de recursos públicos y operación de programas sociales; la profesionalización e imparcialidad de los delegados federales; se crearán comisiones plurales estatales para la preservación de la competencia electoral (donde participará el gobernador del estado); se instalará una comisión nacional plural de preservación del entorno de equidad; los gobernadores y presidentes municipales se abstendrán de entregar apoyos durante los 45 días previos a las elecciones; y, los firmantes impulsarán la participación de observadores electorales (información tomada del sitio de la presidencia en la red).
Sin embargo, la consideración de estas palabras y firmas está teniendo un carácter delicado: por un lado, la seriedad y credibilidad que les demos a estas acciones; por el otro, la capacidad de los gobernantes para cumplir los acuerdos y compromisos. No podemos dejar de lado, no obstante la necedad que esto implique, las suspicacias por los antecedentes que observamos, ya que no son antecedentes de hace muchísimos años, sino de hace unos días.
El presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, lo apuntó con claridad: “Mientras esto sucede [la firma del Adéndum], en una parte importante de los estados de la República opera, y sigue operando, otra lógica; la de los intereses personales y políticos de gobernadores y funcionarios de dependencias federales”.
Las palabras de César Camacho, presidente nacional del PRI, parecen tener mensajes distintos o confusos (punto que aumenta la suspicacia de la buena voluntad del Pacto), cuando afirma que “el pacto no puede ser rehén de las elecciones, por importantes que éstas sean. Si no hacemos frente con oportunidad a los problemas acuciantes, poco importará quién triunfe en los comicios, pues las deficiencias seguirán afectando la vida de la gente”. ¿Cómo debemos entender estas líneas? ¿las elecciones, debido a los problemas del país, pasan, en la óptica priísta, a segundo término y no importa cómo se ganen?
Después agrega Camacho: “Por decisión popular, todos los partidos somos Gobierno en diversos ámbitos y, por lo tanto, compartimos responsabilidades, pues la evidencia demuestra que la tentación es la misma y existen denuncias de todos colores”. Otra pregunta, como todos los partidos tienen la misma tentación, ¿los priístas justifican así sus acciones ilegales?
Ante las denuncias de delitos electorales, responde: “El PRI ha pugnado, en todo momento, por el apego a la legalidad (…) Los partidos son sus militantes, y éstos, de ninguna manera, pueden ser denostados en conjunto por la actuación de quien, equivocándose, lesiona a su organización política. Sin distinción, quien la haga, que la pague”.
Las preguntas ahora son ¿un procurador general priísta sancionará a un gobierno priísta (como el de Veracruz)?, cuando un gobierno priísta ha sancionado a otro priísta, ¿por qué lo ha hecho?
El mensaje de Gustavo Madero, presidente nacional del PAN, señaló un punto delicado, que puede también ser ilustrativo: “En nuestro partido, y en el entendimiento de nuestra acción política, colaborar, competir y denunciar no son acciones excluyentes, sino complementarias”. Coincidió con Zambrano cuando señaló al gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, quien promueve eventos cuestionables de servidores públicos, vestidos con el tradicional rojo priístas, y apuntó: “Patrocinar la impunidad, minimizar las denuncias que se presentan, son el veneno más mortal para nuestra democracia y para la confianza, que son el pegamento que aglutina a los actores y a los acuerdos del Pacto por México”. La participación en el pacto, efectivamente, no amarra las manos de los opositores.
Después de mucho alabar a los dirigentes de los partidos políticos por su madurez de continuar con confianza en el diálogo del pacto, después de decir que a nivel internacional ya reconocen el valor del pacto, a lo más que llegó en su mensaje el presidente Peña, fue decir “hemos decidido ampliar y enriquecer el Pacto por México, para blindar los programas sociales de los tres órdenes de gobierno de cualquier desviación, manejo sesgado o uso electoral”.
No apareció en su mensaje, por ejemplo, la instrucción a la PGR para que procese eficientemente las denuncias; en otras palabras, los acuerdos propuestos por Osorio van, más bien, por el lado de lo administrativo y burocrático. ¿Se confirmará la mecánica de que, después de los golpes electorales priístas, vendrán las denuncias de los opositores, y, nuevamente, los llamados del gobierno federal a no poner al pacto como rehén de las elecciones?
Cierto, el tratamiento de estos bochornosos asuntos puede rayar en la necedad, por tanto repetirse y no ver que se sancionen o corrijan; el efecto natural es el fastidio de los ciudadanos y la indiferencia política.
Es necesario mantener la esperanza en que todos los partidos se apeguen a la ley, y, de esta manera, hagamos a un lado la ingenuidad de creer discursos sin comprobar. Recordemos los promocionales del IFE: los ciudadanos somos los jefes de los gobernantes, y debemos observar las acciones que realizan, para hacer que cumplan lo que ofrecieron.