Mi abuelo, Rafael Correa Cavazos, veterano de la Revolución mexicana y escritor de novelas costumbristas, fue un hombre muy tradicionalista. Hijo de su tiempo, arengó contra Porfirio Díaz en favor de Madero aquí mismo en Aguascalientes. Fundó no menos tres revistas y participó en varias publicaciones de tipo político y de tipo comercial. La educación que recibió de su padre, – quien era Juez de Aguascalientes y que, según historias familiares, le tocó juzgar y condenar a Juan Chávez, el famoso ladrón de Aguascalientes al que no pocos lo equipararon con Robin Hood (Condena que Chávez nunca purgó pues sus compinches lo ayudaron a escapar de la Justicia) – fue bajo términos conservadores, férreos y muy disciplinados. Así era en sus tiempos la buena educación. Pero por la misma formación que recibió mi Abuelo, se creó una imagen del mundo y de la vida bajo la guía del “deber ser”, pensamiento que lo llevó a ser una persona intransigente e impositiva. Lejos de ir cambiando con las épocas tan distintas que le tocó en suerte vivir, el hombre se mantuvo poco tolerante a los cambios que vivió, no sólo la sociedad mexicana sino el mundo entero durante el siglo pasado. El abuelo quería que todas las personas que conocía, – incluyéndonos a nosotros, su familia -, vivieran de acuerdo a las enseñanzas que a él le habían tocado y de la forma que en sus tiempos era “correcto” vivir. Su intransigencia le valió, no pocos conflictos en su edad de adulto mayor.
La semana pasada circulaba en el Internet un anuncio bastante agresivo e insultante que pretendía que las Corridas de Toros o Fiestas Taurinas se prohibieran en México. Yo no soy fanático de este espectáculo y para mayor indicio, sólo he ido a dos corridas en mi vida. Para aumentar el tono de este anuncio, quien lo avalaba era un mexicano que radica en el extranjero desde hace un lustro. Lo que me llevó a pensar inmediatamente en mi Abuelo y su consabida intransigencia e intolerancia. Yo soy un ferviente defensor de la libertad, y suscribo el derecho de todos de pensar y actuar según sus creencias y pensamientos. Pero lo que encuentro inaceptable es que algunas personas traten de imponer sus consideraciones sobre la vida a otras. Me explico: A quien no le parezcan adecuadas las Corridas de Toros, basta con que no asistan a ellas y eviten cualquier asociación con éstas. Pero no es justo el hecho de que las traten de prohibir por el simple motivo de que no comulgan con la idea y los principios de este espectáculo o deporte. Querer imponer una prohibición a los demás basados en sus preferencias o creencias cae en el terreno del totalitarismo, de la intolerancia.
Lo mismo pasa con los ambientalistas, y me refiero a los de “Greenpeace” en particular, que se manifestaron hace un par de días en el Senado de la República con una pancarta que rezaba: “Maíz Transgénico, Traición a la Patria”. Si no les parece bueno a ellos consumir el maíz transgénico, que no lo hagan, pero que no traten de imponernos a los demás sus preferencias. Los motivos que tienen podrán o no ser válidos para boicotear el consumo del maíz transgénico, pero no es legítimo que traten de prohibir la producción y el consumo de este maíz a todos los demás. La libertad es la facultad de elegir, y nadie, ni el más sabio ni el más influyente, puede hacer la elección por nosotros.
Ya aquí en el estado de Aguascalientes, hablando de imposiciones, se trató de hacer pasar un proyecto de Ley anti-aborto, que afortunadamente no se elevó al grado constitucional. Y en cuanto a esto, igual que a los demás tópicos de la vida, las personas que por sus creencias o educación no estén de acuerdo en la práctica del aborto, que simplemente no lo hagan. Pero que no traten de imponer a los demás una prohibición que se deriva de su concepción religiosa o metafísica de la vida. La labor del Estado, su principal función, es la de dotar a los individuos de Seguridad y de Libertad. La libertad se garantiza, para todos, dándonos la oportunidad de hacer o de no hacer. Éste es el verdadero Estado Político, el que ofrece a sus ciudadanos las mayores posibilidades para el desarrollo de sus vidas.
Imaginen que se juntan 5 millones de firmas para prohibir que se impriman y distribuyan libros a través de medios electrónicos, únicamente porque los supuestos firmantes no consideran que los libros sean buenos para las personas. O peor, que traten de prohibir, de vedar, cierto tipo de literatura.
Estas personas que creen que hacen lo correcto al intentar prohibir a los demás las Corridas de Toros, que piensan que es malo el consumo de Maíz Transgénico, tratan de evitar que se practiquen abortos, o aquéllos que pretenden que los demás no coman carne porque ellos son vegetarianos, o quienes desean que creamos en el dios que ellos creen, todos, todos ellos están atentando contra nuestra libertad. No podemos permitir que prohíban cosas a diestra y siniestra estas personas intolerantes y nefastas que aparentemente necesitan que todos vivamos como ellos. La libertad es el poder elegir, y la obligación del Estado es la de garantizar que las opciones de elección estén a nuestra disposición.
Ayudarían más dedicándose a vivir su vida y no tratando de regir la vida de los demás.
Ayudarías más a este país pegándote un tiro y dejando de promover esas visiones reaccionarias que sólo son en beneficio de minorías elitistas y conservadoras, a quienes no les conviene que la gente despierte y vea sus sucios negocios.