(Entrevista en su homenaje de 70 años, Museo de Aguascalientes, 1999)
Por Julieta Orduña y Clara Martínez
Hace más de una década, Clara Martínez y su servidora le hicimos una entrevista a don Víctor Sandoval con referencia al homenaje que se le otorgó por sus 70 años, de manera amable y en una charla coloquial nos platicó acerca de varios tópicos del teatro, abordando la dramaturgia, espacios, directores y su incursión al teatro como actor, director y maestro.
A manera de homenaje damos a conocer las palabras de uno de los promotores culturales más importantes que ha tenido el país.
¿Cuál es su visión del teatro local?
He estado retirado, he andado de vagabundo en todo el mundo, estoy alejado del movimiento teatral. Lo que puedo comentar es acerca de la tradición del teatro familiar, de ahí que se conserva la afición al teatro. Cualquier obra de teatro buena o mala se llena (sic), es que hay una afición de raíz desde hace muchos años. Ahora de eso a la creatividad teatral dista mucho. Estamos estancados comparándonos con la capital, Ciudad de México, que está bien servida culturalmente, no sólo la Ciudad de México sino Monterrey, tiene un buen teatro, además de Tijuana, Veracruz y Guadalajara. Les he comentado a los directores de teatro que se den una vuelta a esas ciudades para que vean otras cosas.
¿Qué hay de los artistas?
Toman el camino fácil. No hay búsqueda, no hay aportación creativa. Es como la pintura, si no hubiera existido esa búsqueda no existiría un Enrique Guzmán, que de aquí salió, es uno de los grandes pintores contemporáneos en México, ya traen la búsqueda, sin conformidad. El arte no es conformista.
¿Cómo debe ser un directivo?
Que sea exigente. A veces se encuentra uno algo por ahí escondido y hay que sacarlo y trabajarlo con un poco de dinero.
¿Y de la dramaturgia, se destacaría alguien en esta rama?
En México no hay una gran tradición de dramaturgos, no es como los poetas o novelistas o narradores. En México sobresale como Ave Fénix, Rodolfo Usigli con El gesticulador, una obra que fue todo un escándalo político porque estaba muy fresca la Revolución Mexicana y además lo que decía era cierto, que es lo mismo que está pasando ahora. Hubo uno aquí, Gallardo Dávalos, autor de Santa Juana de Asbaje, obra en verso. Ahí yo participé, le quemaba los pies a Sor Juana. Esa obra se publicó, recuerdo que se presentó con el grupo de la antigua Academia de Bellas Artes. Por su parte, Leal y Romero escribió Las alas rotas, romanticón. Gallardo Dávalos hacía un teatro en verso. Santa Juana Inés de la Cruz era la criolla, en la historia se propagaba lo mexicano, hablaba de la nacionalidad mexicana.
¿Qué pasó con un telón del Teatro Morelos?
Yo lo quemé, estaba tan feo que lo mandamos quemar, era una pintura tipo romana. Era un telón que se había perdido y se encontró en 1964. El telón era una leyenda, se encontró en Lagos de Moreno, todo roto y lo trajimos a Aguascalientes para restaurarlo y no se pudo y se destruyó porque estaba bastante deteriorado que daba vergüenza. Había otro telón anteriormente cuando era cine, una pintura de máquina de vapor, una locomotora.
¿Hay algún archivo particular que documente lo que se generó de teatro a principios de siglo XX?
De los archivos que se pueden rescatar los deben tener la familia de don Antonio Leal y Elías Rivera. Nunca hubo un testimonio fotográfico antes de 1968. El Teatro Juárez ha de tener algo.
Su maestro Antonio Leal y Romero y su admirador don Elías Rivera
El director don Antonio Leal y Romero, al inicio su teatro era salesiano, donde actúan sólo hombres. Hay una cuestión importante, en Aguascalientes, se daba un teatro casero que hacían los alumnos de esta disciplina, existían las carpas, una de ellas era la de Elías Rivera, del grupo Hamlet, que presentaba todos los domingos una obra de teatro y se llenaba, yo llegué a ir y también a participar, este grupo estaba conformado por la familia de él. Con Antonio Leal y Romero era más formal, le gustaba la comedia, hacía buenos montajes, se ensayaba tres meses la obra de teatro. Yo participé en muchas obras con Leal y Romero, desde chamaco, fui galán y actor de carácter. En el teatro conocí a mi mujer, ella era maestra normalista, había una asignatura de teatro en la Escuela Normal y cada fin de año había que montar una puesta en escena, ya fuera comedia o drama, teatro muy blanco a lo más que se llegaba era un abrazo. Las muchachas normalistas tenían que presentar su examen de teatro y don Antonio nos llamaba a nosotros los jóvenes, su grupo del Conservatorio Franz Liszt para ensayar con las muchachas normalistas y hacer las obras mixtas, un poco antes se dieron estas obras mixtas con las muchachas del Colegio de la Paz.
¿Y había suficientes espacios escénicos?
El problema era dónde presentar los trabajos teatrales, el Teatro Morelos estaba deshecho en los 40, a veces lo prestaban, había salones tipo auditorios como el Pedro de Alba (enfrente del Parián), La Temperancia y Teatro Ilusión, que estaba por la calle de La Mora, era un tablado, allí presentaba los pasos de comedia y no había escenografía. No cobrábamos, a veces sí, sólo para sacar los gastos de vestuario.
Acerca de su incursión al teatro como director, dramaturgo y maestro
Fui alumno de don Antonio Leal y Romero, después maestro de teatro, daba algunas asignaturas (historia de teatro, por ejemplo), y como resultado final les mostraba una muestra de una obra de teatro. Adapté y dirigí La Celestina y casi me corren por el tema, censurado en aquel tiempo. Como maestro llevé lo clásico y lo moderno. Como dramaturgo fui muy perezoso, no me ha interesado escribir ni teatro, novelas y cuentos. Escribí algo de ensayo y desde luego la poesía que es algo que se me da. Soy más bien promotor cultural que creador.
Su comentario del maestro Jorge Galván
Fue un magnífico director de teatro en Casa de la Cultura, creo que fue el que hizo el mejor teatro aquí en Aguascalientes. Siempre lo apoyé para que presentara obras clásicas (de Sófocles, García Lorca, hasta abordar teatro del absurdo). Es un magnífico director, después se dedicó a la actuación, también magnífico. Hizo una gran labor teatral en Aguascalientes. Lástima que no dejó huella en sus alumnos, no evolucionó, el teatro es dinámico, si no se evoluciona ahí se queda. Buenos directores son pocos, recuerdo uno de teatro infantil y el maestro Galván, con una labor muy completa y dinámica, se movía en todos los ámbitos del teatro. El arte abre caminos y se hace camino al andar. Fue una época de gran trascendencia que no se ha vuelto a dar. El maestro Galván termina en los 80, luego lo nombraron subdirector de la Casa de la Cultura y se dedicó a la administración pública. Él vino con una plaza de maestro, estaba en San Luis Potosí y aquí se quedó.
Y al fundar el Cineclub, ¿cómo funcionó?
Al fundar el Cineclub fue una etapa de crisis en 1968, un año político, donde se proliferó el comunismo. En el Teatro Morelos se presentaron obras contemporáneas, teatro con desnudos, que fue el acabose por “las buenas conciencias” que se oponían; sin embargo, logramos salir adelante, hasta hablé con Monseñor y le comenté: “Lo que estamos haciendo es arte, que no esté de acuerdo con ello es su postura, considérelo como un mal necesario”. En el Cineclub entraban los muchachos, padres de familia, todo mundo. Los primeros cineastas que trajimos fue Humberto Hermosillo para que diera una conferencia y filmó una película en Aguascalientes, La pasión de Berenice, muchos de los actores extras fueron muchachos de teatro de la Casa de la Cultura. Creo que el Cineclub actualmente ha decaído porque las salas pequeñas son buenas y además está la televisión y antes no había nada de eso. La Revolución Cubana la transmitíamos en el Cineclub y fue cuando se hablaba mucho de la creación del Mural del Palacio de Gobierno en todos los periódicos a ocho columnas, ahí está plasmada la historia de México y de Aguascalientes, aquí se dividían ideologías de católicos y jacobinos de la era terciaria y en medio nosotros.
Una semblanza de las opiniones vertidas por un personaje que dejó huella en la promoción cultural del país, el teatro, fue parte de su vida, un arte que también dejó un buen sabor en la trayectoria de don Víctor Sandoval. Descanse en paz.
Foto: Gerardo González