Con diferencia de un mes y 11 días la sociedad se quedó sin dos mentes contemporáneas, analíticas y brillantes. Ambos de la generación del 17, percepciones muy similares en torno a la humanidad, a lo que es y lo que debiera ser la interacción sociopolítica. Stéphane Hessel y José Luis Sampedro dos hombres de nuestros tiempos que fijaron su postura con el único fin de buscar el equilibrio social.
Sampedro en el prólogo al texto de Hessel titulado Indignaos reta al lector de todas latitudes a reflexionar sobre el término democracia y su significado más puro (si se le pudiera llamar de alguna manera) “¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?”.
Cuestiona y propone, señala y reflexiona, analiza y concluye que en estos tiempos modernos los dueños del dinero se han apoderado de todo, hasta de la misma política, tienen todo el poder. En el viejo continente, en América del primer mundo y hasta en esa peculiar sociedad que inicia en la parte sur del Río Bravo, los que manejan los dineros han sido los responsables de las crisis económicas, de los supuestos rescates financieros y hasta de la delincuencia organizada; el sector más afectado, la ahora extinta clase media (trillado pero real) y no se ve por dónde pueda generarse un cambio.
Hessel apuntó “el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general”.
Las economías están contagiadas, la clase política dominada por el dinero, y la sociedad controlada mediáticamente, Hessel y Sampedro no podían estar equivocados, nuestro estado de ánimo debería ser de indignación. Sin embargo no lo es, o por lo menos en ciertos sectores de la sociedad mexicana no hay tal indignación.
Si no tiene acceso a los espacios donde se imparte educación superior, busque una oportunidad, haga un ejercicio de observación dentro de dichas instituciones y saque sus propias conclusiones. De entrada verá qué lejos ha quedado aquel momento donde la opinión pública volteó a ver a 131 estudiantes de una universidad particular y su postura en torno a la manipulación mediática durante el pasado proceso electoral. Le comparto, apenas el martes frente a grupo, con jóvenes de segundo cuatrimestre de la licenciatura en Comunicación, futuros profesionales del manejo de la información, con asombro e “indignación” me percaté que por primera vez escuchaban el nombre de Vicente Leñero, que no recordaban sus clases de teoría de la comunicación, que quieren hacer cortometrajes sin tener fundamento en la materia, que se les ha olvidado lo que hasta el momento han visto en la carrera, que quieren trabajar en el canal de las estrellas, que estás listos para la feria, que son fieles a las redes sociales con el único fin de encontrar esparcimiento, que tienen un exagerado gusto por las bebidas embriagantes y por los juegos de los dispositivos móviles. No es pesimismo, es realidad, indignación y preocupación. Otros tantos jóvenes universitarios seguramente están comprometidos con su entorno y convencidos que tienen la oportunidad histórica e irrepetible de cambiar el rumbo de la vida de millones de personas.
Sampedro en su prólogo a Hessel apunta “El mundo gira como cada día. Vivimos en una democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental”.
Esto en las aulas, pero afuera, donde hoy por hoy comienza la contienda por puestos de elección popular, la pelea por el hueso, por los cargos y puestos que por tres años sólo a ciertos individuos les van a ofrecer bienestar, los golpes bajos, la simulación y la sociedad… ¿la sociedad? Pues que vote y ya, o qué ¿existe algún compromiso?
Hessel grita “¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”.
Francia, España, México, la denuncia es la misma, las cúpulas de poder sucumben ante los mismos “placeres” y olvidan al individuo.
Acá, en la tierra de la Guadalupana esos logros democráticos no han llegado, la ética, justicia y libertad sólo en términos y definiciones, la opinión mediática, el abuso del poder, el estado de confort, el cada vez más largo camino hacia la reivindicación de la sociedad como un grupo democrático, participativo, propositivo pero sobre todo responsable.
Hessel y Sampedro, no podían estar equivocados en su visión global del comportamiento de la sociedad moderna. Ahora busquemos el camino para salir de ésta.
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(2) http://ercim-news.ercim.eu/en92
(3) http://energy.gov/oe/technology-development/smart-grid