Un cuarto propio / La obediencia masculina - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

A Magdalena Alejandrina

 

La actual campaña publicitaria de la cerveza Tecate “es fácil ser hombre” ha propiciado una cadena de denuncias que solicitan el cese de la publicidad por demás sexista. La idea que desarrolla la empresa Cuauhtémoc-Moctezuma sobre la forma en que las mujeres somos consideradas objetos y bienes transferibles de unos a otros hace una fuerte crítica a quienes basándose en estereotipos y roles de género buscan colocar un producto a costa de promover la desigualdad entre hombres y mujeres. La campaña de firmas que se ha difundido cierra contundente diciendo: Las mujeres no somos la botana de un bufet somos la mitad de México y del mundo.

Este tema como algunos otros permanece en silencio después de los motivos antes citados, digo en silencio porque tanto los medios de comunicación, comunicadores, organizaciones sociales e intelectuales callan y evitan una reflexión crítica que incluso los encuadra a ellos mismos sobre lo simple que resulta ser hombre, y claro, centra el ser hombre en ser joven, heterosexual, perteneciente a una clase donde lo que menos importa es el dinero. Más allá de la imagen de hombre que promueven estos comerciales es interesante la vuelta y el retroceso que expresan esos deseos de seguir mirando a las mujeres como una extensión de los hombres, como algo inevitable, y por las que hay que decidir, convencer o engañar, ideas basadas en prejuicios de género.

En pleno siglo XXI vemos diversos comerciales además de cerveza, champú y compañías refresqueras que reafirman el ser macho, la masculinidad tradicional vuelve a la rancia fórmula de querer naturalizar la superioridad masculina y hacer mofa la feminidad como símbolo de inferioridad emocional e intelectual. Ésa es la doble moral entre el discurso y los hechos, que apunta que somos las mujeres las conservadoras y ellos los liberales, es mentira.

Estos comerciales, especialmente reafirman el sentido ultraconservador que los caracteriza como grupo. La trampa de los hombres modernos, jóvenes y sus grupos de amigos son sólo controles que aparecen sutilmente y que han permanecido entre los hombres del Medievo y los contemporáneos.

El sociólogo Michael Kimmel describe en su famoso artículo La masculinidad y la reticencia al cambio,  las cuatro reglas de la masculinidad: Nada de mariconadas, nada que se acerque a lo femenino, no al cuidado, a la ternura, al respeto, al llanto, al cariño, una clara postura homofóbica de ahí la violencia a los que se toquen, se acaricien y muestren el homoerotismo, porque lo masculino es el repudio de lo femenino.  La segunda regla, se importante. Elemento relacionado a la clase, por eso ser proveedor es fundamental y una de las principales crisis de los hombres es la pérdida de este papel, eso es lo que les hace sentirse como dice el autor, incompletos y devaluados, un  hombre que no es importante en cualquier ámbito, no existe, es así que frecuentemente nos encontramos con sus anécdotas y discursos donde siempre son o conocen al mejor en tal o cual labor, el mejor mecánico, el mejor tornero, músico, escritor, político, busca pleitos, etc, pero siempre el mejor, el importante.

La tercera: sé duro como un roble. Inamovible, nada expresivo, controla las emociones, es “objetivo” incapaz de elaborar una palabra que muestre sus sentimientos, y resulta curioso saber que actualmente uno de los padecimientos más frecuentes en los hombres son los relacionados con los infartos, el absoluto control de las emociones sigue pasándoles la factura de la salud. Y la cuarta regla: Chíngatelos; es decir, nunca pierdas el lazo de la cabeza con las vísceras, reacciona con violencia, así responden los hombres, sobre esta regla no son necesarias más explicaciones.


Como podemos ver la serie de comerciales de la campaña cervecera que asegura, es fácil ser hombre, deja intactas las cuatro reglas señaladas por Michael Kimmel. Éstos juegan un papel tramposo al presentar un estereotipo que reafirma la masculinidad más antigua y conservadora al mismo tiempo impone de manera individual la forma en que es “natural” comportarse y aquél que no cumpla con este rol es un integrante dudoso del colectivo masculino.

La masculinidad poco muy poco se ha movido de lugar, de lógica, de mandato y pocos hombres han dado pasos que cuestionen lo tradicional que los enmarca, el silencio de la gran mayoría responde a alinearse a ese sentido conservador del que hablamos.

Mientras las mujeres de forma individual o en organizaciones colectivas realizan campañas que exigen el alto a la promoción sexista y la cosificación, los hombres guardan silencio y se afirman en la masculinidad; a las feministas nos señalan, nos acosan, nos insultan, nos persiguen por nuestra ideología, nosotras somos las peligrosas para el sistema patriarcal, sin embargo el feminismo ha logrado muchos cambios traducidos en derechos y beneficios para las mujeres y por ejemplo en términos laborales también para los hombres.

El feminismo como ideología y la perspectiva de género como categoría de análisis han dado respuesta a la desigualdad basada en el sexo, ha logrado tocar lo intocable del sistema, señalar, describir y desarticular lo que nos hicieron creer que era invisible, muchas mujeres feministas y no feministas han venido cambiando en las últimas décadas, principalmente en México, mientras el colectivo masculino sigue silencioso, abnegado y obediente al dictado patriarcal que los simplifica y les dice: es fácil ser hombre. Mientras ellos aplauden.

 

Mi correo: [email protected]


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