El tiempo de las recetas globales ha caducado, comienza el nuevo tiempo de las negociaciones positivas, justas y satisfactorias de nivel multilateral. El continente latinoamericano junto con los países del Tercer Mundo, eufemísticamente llamados “en vías de desarrollo”, a partir de la posguerra fueron inundados desde una fraseología producida por la tecno-burocracia del Banco Mundial (WB –siglas en inglés-, fundado el 1 de julio de 1944, en la conferencia de Bretton Woods, New Hampshire, con 44 países representados; hoy 184 son países miembro), seguida muy pronto por el pacto Euro-Americano triunfante con el flamante Fondo Monetario Internacional, (siglas: FMI, que data de 1945, tras la célebre conferencia de Bretton Woods). Ambas instituciones con el ideal de revertir la pobreza dominante en prácticamente los cinco continentes del mundo y poner a tiempo el reloj del financiamiento para generar la prosperidad económica de todos los países, después de la conflagración mundial.
El FMI, el pasado miércoles 27 de la semana santa, afirmó con toda contundencia que: “El fracaso de la reforma en el sector eléctrico en México pone de manifiesto los numerosos obstáculos para una reforma exitosa”. Así lo sostuvo el organismo en el informe Reforma a los subsidios en energía: lecciones e implicaciones, publicado ese miércoles (LJ, jueves 28/03/2013, Roberto González Amador, p. 23).
El informe continúa diciendo: “El FMI plantea que los gobiernos deben reducir los subsidios que destina al consumo de energía, desde el carbón a la gasolina y la electricidad. La finalidad de los subsidios es proteger a los consumidores manteniendo bajos los precios. Pero son ineficientes y se les podría remplazar con maneras mejores de proteger a los consumidores necesitados, argumenta. Esto, según el FMI, es posible si los gobiernos siguen una senda de reforma adecuada. El monto de subsidio al consumo de electricidad en México, expone dicho organismo, es de alrededor de medio punto del producto interno bruto al año, unos 75 mil millones de pesos a valor actual”.
La evidencia de que el interés financiero trasnacional está ya presente a las puertas de Pemex, ante lo que se anuncia como la ya inevitable reforma energética de México, y que toca base puntualmente para profundizar su participación privada en la industria petrolera mexicana, ocurre simultáneamente en estos días santos pasados, conforme a lo publicado: “La primera emisora del sector energético que cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores (MBV), Infraestructura Energética Nova (Ienova), filial del gigante estadounidense Sempra, logró en su inauguración el viernes anterior (22 de marzo) una ganancia en su cotización de casi 17 por ciento en una sola sesión, con lo que este lunes abre con un precio de 39.75 pesos por título, después de comenzar operaciones con una cotización de 34 pesos por acción”. (Lunes 25/03/2013, LJ. Economía, p. 25. Israel Rodríguez).
Y la nota continúa precisando: “El actual presidente de la BMV, Luis Téllez, es integrante del consejo de administración de Sempra en Estados Unidos, y en México es dirigida por Carlos Ruiz Sacristán. Ambos fueron secretarios de Comunicaciones y Transportes, el primero en el sexenio de Felipe Calderón y el segundo con Ernesto Zedillo”. El antecedente de Sempra en México es prototípico: “Sempra es una de las primeras firmas privadas en incursionar en la industria de la infraestructura de energía en el país desde mediados de 1990, tras una reforma que abrió a privados el negocio de almacenamiento, transporte y distribución de gas natural” (Fuente: Op. cit. Ibídem).
Lo anterior arroja datos suficientes como para convencernos de que el interés extranjero, trasnacional y también patrimonial del país están listos para la puja en su opción de incursionar activamente dentro de la industria energética mexicana. Contexto dentro del cual, el prosopopéyico anuncio del FMI avanza una crítica severa y una receta de patente. El punto está no en obedecer, pues así lo piensan, Latinoamérica es un continente hecho y acostumbrado a la obediencia.
“Es evidente que su abordaje a los subsidios se enfoca al flanco cuestionado. Esto (revertir la política de subsidios) es posible si los gobiernos siguen una senda de reforma adecuada” (Ut supra, LJ, jueves 28/03/2013, p. 23). Y profundiza: “Los subsidios son costosos para los gobiernos y para los contribuyentes y pueden dificultar los esfuerzos de los gobiernos para reducir los déficits fiscales y brindar ayuda directa a los pobres”.
A esta voz se suma la Comisión Económica para América Latina, Cepal, con su reporte sobre el “Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe, Reformas tributarias y renovación del pacto fiscal”. Entre cuyos países con menor carga tributaria destacan: México y Venezuela, especialmente en el periodo de 2009-2011. Y respecto de la dependencia fiscal petrolera para sus respectivas economías, se encuentran: Trinidad y Tobago (45.8 por ciento), Venezuela (40 por ciento), Ecuador (35.4 por ciento) y México (con un 32.5 por ciento). Con respecto a exenciones del IVA, la recaudación latinoamericana denota: “exoneraciones y tratamientos diferenciales, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua y Venezuela se encuentran entre los casos con mayor cantidad de operaciones exentas del IVA” (LJ. jueves 28/03/2013, p. 23. Víctor Cardoso).
Ante lo dicho, fatal y craso error del gobierno tripartito federal de México sería, si avanzaran sus planeadas Reformas Energética y Fiscal 2013-2018, siguiendo a pie juntillas estas intencionadas “recetas” fondomonetaristas, bancomundialistas y cepalistas, enderezadas al hemisferio y a México, puntillosamente. Que deja en el silencio las dos graves crisis que México sobrevivió, con todo y sus recetas, en 1984 y 1994, arrastrando sus pavorosos anexos devaluatorios, a ultranza.
Es absolutamente inaceptable que pretendan atragantarnos sus famosas amargas medicinas, antes de que nos dé “el catarrito”, o que nos infectemos de las deudas fiscales como las que están ocurriendo ahorita mismo en Europa y en Estados Unidos. La patencia de verdad queda manifiesta en la lucha actual por la supervivencia financiera de la Comunidad Europea, misma que recomendó al detonar la crisis del septiembre negro 2008: desligarse del polo magnético contaminado de Estados Unidos so pena de hundirse, y puso por delante a México. También afloran políticas estructurales erradas, bajo la especulación monetarista y el endeudamiento externo e interno, con los descomunales esfuerzos de los Estados Unidos por mantenerse en la línea de flotación.
Ante lo cual, México ahora tiene que plantarse con aplomo y desechar como primer alternativa consumir recetas interesadas que abonan al interés crudo del impasible Capital de los países centrales, en franca inestabilidad. Su culpabilidad manifiesta por la pobreza causada intencionalmente, bajo planeaciones estratégicas meticulosamente urdidas; y con el recurso a pactos modeladores del traslado masivo de la plusvalía del Capital desde los países “emergentes” a los países centrales, hace perentoria la pregunta clara y contundente: ¿Estamos negociando?
