Estos primeros meses del gobierno de Enrique Peña Nieto, me han hecho recordar en múltiples ocasiones lo que hace algunos años dijo Sabino Bastidas en una conferencia que dictó en la Universidad Autónoma de Aguascalientes en el marco de la semana de la carrera de derecho, cuando refiriéndose a la idea de alcanzar la democracia, los mexicanos todos corríamos al barco que llamaba a quienes quisieran ir hacia esa quimera y cuando ya todos estábamos debidamente instalados en la nave, alguien preguntó “ y ahora para dónde vamos”, sin que nadie pudiera dar respuesta a esta inteligente pregunta.
Así sucede ahora con el gobierno federal, que si bien inició con situaciones extraordinarias tratando de pavimentar el camino que le pudiera permitir caminar con seguridad y con aplomo, hacia espacios más amplios desde los que pudiera empezar a construir su proyecto de nación, comienza a parecer que se empantana en algunos momentos, y que empieza a no encontrar las salidas, que oxigenen la vía que les permita llegar confiados a enfrentar los primeros procesos electorales, a los que sin lugar a dudas pensó poder arribar teniendo a su favor la voluntad ciudadana, misma que pudiera dirigir hacia su partido.
Todo hace ver que al momento de tomar algunas decisiones, no se han tomado en cuenta los riesgos y los efectos que las mismas provocan, y lo que viene sucediendo con el magisterio en Guerrero, Oaxaca y Michoacán, son tan sólo muestras de que está faltando hacer ejercicios reales de prospectiva que no partan de escenarios siempre ideales, si no que permitan tener una serie de variables que orienten y amplíen el espectro de posibilidades de lo que puede suceder, ya que de lo contrario, esa idea absurda de querer chocar con la puerta hasta abrirla, demostrará que lo que pasa es que la puerta no abre hacia afuera, sino hacia adentro.
Indiscutiblemente que existen intereses en mostrar supuesta ineficacia de parte de la autoridad federal, y que están midiendo hasta dónde se agota la paciencia que delimita entre un gobierno falto de decisión o un gobierno intolerante, pero lo riesgoso de todo esto, es que si no se toman las determinaciones necesarias, cada vez le será más difícil al gobierno de Peña Nieto generar interlocución con aquellos actores políticos y sociales, que en cualquier momento sientan lesionados sus intereses, ya sean éstos legítimos o ilegítimos.
Las presiones seguirán en aumento en todos los espacios de la vida nacional, y si no sólo volteemos a ver lo que hoy los calderonistas le están haciendo al aún presidente nacional de su partido; para éstos es momento de encarecer las negociaciones al interior del Pacto por México, y lo cual no estaría lejano a que se reediten las concertacesiones en algunos procesos electorales, a cambio de seguir secundando las iniciativas presidenciales, para los panistas es muy claro que no van a permitir que se les mida con el mismo rasero con el que se mide al PRD, o a lo que queda de él.
La opinión pública está muy atenta a que el gobierno federal empiece a dar resultados, y en las cuestiones más cercanas a la gente éstos no se aprecian; continúan los “gasolinazos”, el clima de inseguridad no ha cesado, y el número de muertos por la guerra contra la delincuencia organizada sigue creciendo de manera incontenible, y el plazo que señaló Peña Nieto de un año para obtener resultados al respecto, parece demasiado lejano; al no tener algo que mostrar sobre avances significativos, obligará a que se vuelvan a tomar medidas espectaculares, pero muchas de las que podrían darle espacio al gobierno federal tienen que ver con personajes ligados al PRI como pudieran ser ex gobernadores o líderes sindicales.
Durante su muy reciente gira por Asia, Enrique Peña Nieto se manifestó acerca del conflicto entre Corea del Norte contra Corea del Sur y los Estados Unidos de América, y en los días posteriores a esta declaración escuché a mucha gente decir “que en lugar de estar opinando de esos temas, debería estar en México resolviendo lo de Guerrero, Oaxaca y Michoacán”, lo cual es un signo inequívoco de que no ha habido un buen comienzo, a pesar de que los apologistas del sistema quieran seguir diciendo lo contrario, con lo cual no sólo no ayudan al poderoso en turno, sino al contrario lo debilitan y exhiben como es su costumbre.
En éste como en otros muchos casos los acomedidos hacen mucho daño, pero ahora yo aprecio a ciertos miembros de los poderes fácticos con una actitud muy velada con respecto al jefe del ejecutivo federal, con la idea insana de estarle recordando la aportación que hicieron para que él esté donde está, como tratando de decirle que no se le debe olvidar que son sus aliados, y que ellos lo pueden volver vulnerable.
Alguien del círculo cercano de Enrique Peña Nieto, tendría que hacerle ver lo pernicioso que puede ser el mantener relaciones tan deleznables, que en algún momento lo pueden hacer trastabillar o de plano caer, y asimismo, recordarle al Presidente de la República que el mejor aliado que puede tener para gobernar es el pueblo.
Desde hace mucho tiempo el pueblo mexicano ha estado esperando ansiosamente encontrar a un jefe del ejecutivo federal que “se la juegue con él”, la apuesta es muy fácil, los supuestos actuales aliados del gobierno federal, lo son por mientras dura la administración, el pueblo es un aliado por siempre.