“La fantasía es una forma subrepticia, subterránea, discreta y menos dolorosa de confrontarte con el mundo real”
Los reflejos y la escarcha es el más reciente libro de cuentos del escritor mexicano Ignacio Padilla (México, 1968) que se encuentra divido en dos secciones, “Los Reflejos solos” y “Sólo escarcha”, que abordan desde diferentes ángulos el tema de la hermandad entre hombres. Padilla es uno de los escritores mexicanos más reconocidos de la actualidad, maestro en Letras Inglesas por la Universidad de Edimburgo, es miembro de la llamada Generación del Crack y autor de Amphytrion (novela, Premio Espasa-Calpe), La Gruta del Toscano (novela, Premio Mazatlán de Literatura), El año de los gatos amurallados (cuento, Premio Kalpa de Ciencia Ficción), Las antípodas y el siglo, Micropedia I (cuento, Premio Gilberto Owen), entre otros, que conforman una extensa obra narrativa y ensayística, además también ha incursionado en la literatura infantil.
“Los reflejos y la escarcha -cuenta el autor en entrevista- es parte de una propuesta de muy largo término, que entre otras cosas pretende recuperar una tradición, que a mi entender se ha ido perdiendo, la de volumen de cuentos unitarios, pues siento como lector de cuentos y cuentista, una nostalgia brutal por la época de cuando podíamos hablar del libro El llano en llamas o Historia Universal de la Infamia o del Nocturno hindú de Tabucchi, porque me parece que nos hemos acostumbrado tanto los autores como los lectores y la crítica, a que el libro de cuentos sea un cajón de sastre, entonces yo propuse un proyecto de cuatro libros que llevo escribiendo durante décadas, que tengan cierto planteamiento monográfico, que sin ser novela, tengan una comunicación que permitan que el volumen sea unitario. Los reflejos y la escarcha es la tercera entrega del proyecto Micropedia y en este caso particular, a diferencia de los primeros volúmenes que son Las Antípodas y el siglo, que por cierto fue publicada hace ya 10 años y que se reeditará como parte de este proyecto, o como El Androide y las quimeras, este libro sí tiene como obsesión central o pretexto central, qué son los hermanos, la hermandad, pero yo ya tenía en mi haber cuatro o cinco cuentos que trataban sobre el tema de la fraternidad o sobre la ausencia de filiación sanguínea, por eso los retrotraje, la mitad de los cuentos son nuevos y fueron escritos dentro de los últimos cinco años. Pero como todos los escritores, tengo muy contadas obsesiones y una de ellas es justamente la fraternidad.”
Javier Moro Hernández (JMH): Es curioso que abordes el tema de la hermandad, que como vemos en tus cuentos pueden ser causa de conflictos espeluznantes
Ignacio Padilla (IP): Yo mismo me impresiono de lo duros que son estos cuentos, pues el libro está dedicado a mis propios hermanos con los que tengo una relación excelente, pero me ha entrado el prurito de qué van a pensar, porque todos los cuentos ponen en tela de juicio la idea de la fraternidad y sus filiales, que en literatura son básicamente las filiales del gemelo o del doble, en ocasiones en la poesía la idea del incesto, por ejemplo, y de la idea de la fraternidad se deriva la idea de las sociedades secretas, que sí se encuentra en la tradición literaria pero de manera explícita, la idea del hermano de sangre está menos tratada y bueno yo escribo para entenderme, en primer lugar, y me sorprende mi escepticismo frente a la idea de la fraternidad de los hombres, pues este libro está lleno de desencuentros entre hermanos, crímenes entre hermanos, dudas entre hermanos, fragmentaciones y traiciones en grupos de amistad.
JMH: ¿Podemos decir que la fraternidad es un mito construido a lo largo de la historia?
IP: Yo creo que es una circunstancia necesaria pues necesitamos encontrar un otro siempre, construir un cómplice que puede ser la pareja pero que sea también para una relación fraterna, el amor puede terminar y suele terminar mientras que la amistad suele durar más, es una ironía pero así ocurre, necesitamos de otro cómplice y necesitamos descubrirnos en un otro, aunque hay ocasiones que ese otro nos revela cosas terribles de nosotros mismos y si no somos capaces de tolerar eso que nos muestran de nosotros mismos, entonces rompemos el espejo.
JMH: La idea de fraternidad es la semilla que encontramos en las sociedades secretas, tema que también abordas, y en ese sentido tu cuento de “Como un vago tatuaje” me parece muy interesante porque a pesar de que los dos son miembros de una fraternidad terrorista, grupo secreto, el que traiciona es el hermano.
IP: Exactamente, y sin embargo hay una especie de pacto de venganza del hermano, en la última línea de su vida, cuando ya nada vale la pena, cuando ya nada es necesario y su propio hermano es un vegetal, pero él prometió resarcir una traición y si es el hermano tiene que cumplirla.
JMH: También estas hermandades generan la idea de cumplir estas promesas justamente, son pactos que pueden trascender el tiempo
IP: O el sacrificio de un hermano en pro del otro; “El carcinoma de Siam” es finalmente destruir a tu hermano para sobrevivir tú, que eso finalmente se confronta con el cuento de “Trampantojo” en el que hay un pacto entre dos hermanos y se sacrifica uno en favor del otro para poder destruir a un sacerdote que había abusado de los dos cuando eran chicos.
JMH: ¿Cómo fue el proceso de decidir trabajar el tema de la hermandad?
IP: Descubrí en esa recapitulación de mi obra cuentística desde el primer momento de mi escritura, de mi descubrimiento de que soy, básicamente, un corredor de 100 metros, descubrí, entresaqué, que ahí había una obsesión y me dije que aquí había un tema, yo descubro que esta pregunta constante de la fraternidad estaba ahí, entresaco esos cuentos y luego me sigo hacia los nuevos cuentos, que siguen tratando ese tema que en ese momento me estaba agobiando, porque me estaba agobiando desde hace mucho tiempo.
JMH: Es curioso que abordes este tema de la fraternidad como uno de los elementos centrales de tu libro, pues es justo uno de los mitos que ha construido a la masculinidad a lo largo de la historia.
IP: Hay un elemento tribal que está presente en las sociedades secretas, que está presente en los scouts, como en las pandillas, como en la masonería, en cualquier tipo de grupo hay una tendencia que es, en efecto, sumamente masculina a reunirse en la cantina, en la logia, para que sea ese mundo, porque los varones no tenemos el secreto, el secreto lo tienen ellas, es curioso cómo El Androide y las quimeras que es libro previo, es mi pregunta y mis respuestas a mi obsesión por saber quién es la mujer, y este libro, en efecto, es un libro muy masculino, sobre una actividad y una idea muy masculina del hombre que se niega el amor al otro y que prefiere llamarla amistad, pero que puede llegar a ser más fuerte que el amor hacia una persona del otro sexo.
JMH: A pesar de que se busque el “secretismo” las actividades del hombre son hacia afuera, hacia el público, de cara a la sociedad.
IP: Pero tiene que aparentar que se tiene un secreto, yo he descubierto después de leer todas estas maravillosas novelas de las sociedades secretas, desde El Péndulo de Foucault de Umberto Eco, que es una gran parodia de las sociedades secretas, toda la obra de Dostoievsky, toda la obra de Chesterton, El hombre que fue Jueves, he descubierto después de hacer una revisión de las sociedades secretas en la historia, en la literatura, que el único secreto es que no hay secreto, pero el hombre para tener algún tipo de poder, sobre todo frente al sexo femenino que tiene el secreto de la vida, la mujer tiene el secreto, es el santo grial, nosotros no lo tenemos y entonces nos preguntamos cómo le hacemos para tener algún poder y la respuesta es la simulación de que tenemos un poder y que lo compartimos con una fraternidad y vivimos jugando, porque en ese sentido los varones también jugamos al inútil y desesperado juego de tener un secreto compartido con otros de nuestro sexo, porque ellas en realidad sí tienen un secreto.
JMH: En tus cuentos siguen muy presentes las realidades alternas, distintas, hay un par de cuentos en los que aparece la ciencia ficción.
IP: No soy un escritor muy consciente de los rumbos que tomo, siempre he dicho que hay escritores de mapa y escritores de brújula, los de mapa saben perfectamente hacia dónde van antes de escribir la primer palabra, tienen en su pizarrón dibujado todo, y estamos los escritores de brújula que empezamos a escribir sin saber hacia dónde van, que nos vamos guiando por las estrellas o por la brújula, entonces yo descubro, como tú, como lector descubres, que en efecto hay un afán de provocar un efecto de separación, de extrañeza, desplazar mis relatos hacia mundos reconocibles pero desconocidos finalmente. Hay aquí un cuento que ocurre en Los Ángeles en los años 50, ¿por qué? No sé, yo no había estado en Los Ángeles cuando lo escribí y por supuesto no existía en los años 50, ésa también es una realidad alternativa. Yo creo que la literatura, o la literatura que a mí me gusta, principalmente desde el siglo XIX ha estado vinculada con lo que hay del otro lado del espejo, porque yo estoy convencido que del otro lado del espejo Alicia se encuentra a sí misma, entonces creo que la literatura necesita distanciar, extrañar un poco al lector, un poco para atrapar al lector, un poco para que el lector no tenga miedo de reconocerse, para que crea que está jugando a leer a alguien que no es él, que no es ella, entonces yo creo que ésa es la razón de que enrarezco la realidad. Yo creo que como lector eres más capaz de enriquecer tu realidad si no te das cuenta de qué es la realidad, la fantasía es una forma subrepticia, subterránea, discreta y menos dolorosa de confrontarte con el mundo real.
JMH: ¿Cómo trabajas los cuentos?
IP: Suelo trabajar tanto mis cuentos como mis novelas que en realidad, y siempre lo he dicho, son accidentes del cuentista que soy, me nacen porque se me desmadra el cuento, y lo mismo para mis ensayos y mi obra para niños, parto de la idea de que voy a escribir un cuento, con una fotografía mental que yo mismo no sé qué va a proceder, que va a nacer, escribo preguntándome quiénes son estos señores, qué va a suceder, qué pasó con el pollo sin cabeza o por qué de pronto veo a un hombre viejo sentado en una silla de ruedas que es cuidado por su hija y su hermano, escribo para saber y voy dejando que nazcan, y por lo general llegan a una cierta conclusión por mi propia fatiga o por mi propio tiempo terminan siendo cuentos, pero en ocasiones me dicen yo soy un ensayo o yo soy una obra de teatro, no funciono como cuento, o a veces también, menos veces afortunadamente, me dicen yo soy novela o así que déjate ir.