Las llenitas quieren estar delgadas; las delgadas quieren estar flacas; y las flacas quieren estar esqueléticas. Todo es cuestión de imagen, de mucha estética y casi nada de salud.
Kilos de más y gramos de menos, en el difícil tránsito de la gula y la abstinencia de comida chatarra. Medida, peso y estatura desentonan en cada anatomía.
Sinuosidades que desaparecen. Sinuosidades que se borran, no precisamente por la rectificación de un trazo en la carretera corporal, sino porque han sucumbido ante los excesos, las fiestas de todo el año, la cantidad de comida almacenada y el cero ejercicio.
Mirarse al espejo y recordar con tristeza dónde estuvieron esas curvas, es un asunto de nostalgia pero no de voluntad y menos de una férrea decisión por cambiar los hábitos alimenticios para rendirle pleitesía a la frugalidad de la que hablaba en su perfección moral Benjamín Franklin.
Los expertos calculan, con la debida redondez, que en el mundo hay mil 700 millones de personas con problemas de sobrepeso, de las cuales, 300 millones son obesas, frente a los 850 millones de seres humanos hambrientos.
En México el 70 por ciento de los adultos y el 35 por ciento de los adolescentes y niños padecen obesidad o sobrepeso; estas cifras ubican a nuestro país en el primer lugar mundial de obesidad infantil.
El consumo de la socorrida vitamina t (taco, tamal y tortilla), la comida chatarra y los productos para bajar de peso se unen para cerrar el círculo del negocio feliz: libros, revistas, videocasetes, programas, recetas y productos cero se compran al por mayor, aunque casi nada ayudan y la ilusión de ser la sucesora de Naomi Campbell se esfuma rápidamente.
Sólo el 15 por ciento de los hogares mexicanos consume comida light y gasta alrededor de 95 dólares, 50.7 por ciento más que el promedio de los latinoamericanos, que es de 63 dólares en el 30 por ciento de sus hogares, reveló la investigadora de mercados Katar World Panel, hace trece meses.
Geneen Roth va más allá de métodos, productos y milagros terrenales, al preguntar en su libro Cuando la comida sustituye al amor, “¿A qué se debe el fracaso repetido de la mayoría de las dietas? ¿Dónde reside el verdadero problema del exceso de peso y de la ingestión compulsiva en alimentos?”.
“Sólo si podemos concedernos un espacio para la intimidad y para el amor aprenderemos a disfrutar la comida y dejaremos de usarla como sustituto”, recomienda esta experta, calificada exitosamente por sus trabajos en el campo de los trastornos de la alimentación y creadora de numerosos seminarios de autoayuda.
Afortunadamente, no todo son cifras negativas, consejos reiterados, recomendaciones permanentes y satanizaciones salidas del averno: algunas marcas de prestigio se han dado a la tarea de consentir a las gordibuenas, al ofrecerles prendas íntimas coquetas, vistosas, muy fashion, para verse atractivas en los momentos de apasionada entrega con la amorosa pareja.
Los nuevos tiempos, cargados de prisas, estrés, responsabilidades propias y ajenas, obligan al replanteamiento de un nuevo estilo de ser y parecer.
Cambiar hábitos y costumbres para obtener una mejor calidad, una mayor esperanza y una estancia de vida placentera en este mundo de los muy vivos, es indispensable.
Y como el movimiento se demuestra andando, he dejado de comer capirotada y torrejas bañadas con miel de maguey (clásicas de Cuaresma)… hasta el año próximo, claro.
Porque alguien tiene que decirlo: El domingo, primero de ese abrileño mes, el PRI y el PAN tendrán candidatos a presidente municipal de Aguascalientes.
Toño Martín del Campo será el abanderado del PAN, porque es altamente competitivo, más presentable y tiene en sus haberes menos negativo que su contrincante.
En el PRI, los mensajes encontrados, enviados desde cúpula política, traen muy confundidos a los priístas asiduos al Melate: en corto profetizan el triunfo del Niño de la Mochila Roja, Paco Chávez Rangel, en la convención de delegados, donde la línea es que no hay línea, dicen los demócratas.
Desafortunadamente para la ciudadanía, los procesos internos de los partidos nunca centraron el debate, al omitir la sabia pregunta: “¿Quién sería un buen gobernante capitalino para resolver las necesidades apremiantes de la comunidad?”: Óscar López Velarde o Paco (PRI), Toño o Felipe González González (PAN), aunque para responder la interrogante en cada formación política se debe ganar, porque hasta donde me enseñó el Mago Setién de Aguascalientes, Matías Lozano Díaz de León, primero se llega a la primera almohadilla para estar en posibilidad de aterrizar en la segunda base.