Una tarea que con frecuencia realizamos quienes elaboramos y escribimos opiniones escritas en distintos ámbitos, es la de analizar distintos medios de comunicación, leer, escuchar, ver, visitar, en fin, conocer todo principalmente lo que en los medios causa impacto, así es como logramos entender muchos aconteceres sociales y políticos.
La T.V. desde luego es uno de los primeros espacios sobre los que vamos reflexionando, su contenido, sus proyecciones, horarios, discursos, imágenes y demás aspectos cuentan para el análisis, no hay nada inocente, nada casual en la intención de los medios de comunicación mucho menos en los masivos, los monopolios como Televisa y TV Azteca han invertido muy buena parte de su capital en producir y reproducir un estereotipo social que arroja grandes ganancias no sólo a la televisora sino al poder político y económico, los poderes fácticos del país.
Una pequeña muestra de la forma en que dictan esta receta a lo largo y ancho del país basta con revisar los programas, contenidos y producciones de las televisoras que con cobertura nacional, los llamados canales abiertos van promoviendo sobre la idea de cómo deben ser los hombres y cómo las mujeres. Por ejemplo un programa de noticias de espectáculos, horóscopos, cuestiones básicas de salud que aparentemente no tiene ningún contenido político se replica en las distintas televisoras locales, independientemente de que los canales de transmisión pertenezcan o no a los monopolios televisivos de los que hablamos, vemos cómo los canales locales siguen el dictado en cuanto a contenido, es decir finalmente lo que buscan es parecerse en versión local a tal o cual programa de cobertura nacional.
¿Más allá del negocio implícito de las televisoras, qué otra ganancia obtienen con estas estrategias monótonas las televisoras? Mantener intacto el imaginario social, el peso simbólico de los roles de mujeres y hombres y desde luego el orden patriarcal de sujeción-sumisión que esto representa.
Hasta aquí este breve análisis puede parecer sencillo, simple y hasta predecible, pero si profundizamos sólo un poco más veremos cómo bajo el suelo hay un mundo por entender.
Recientemente vi el programa transmitido por un canal de Televisa, el programa versa sobre los milagros que hace la virgen de Guadalupe, historias simples, problemáticas de rating social por decirlo de alguna manera. El caso en este episodio trataba de una mujer joven que es madre y no se hace cargo de su hijo menor, lo deja con su abuela, ésta la demanda y la mete a la cárcel hasta que la joven mujer acepta darle un porcentaje de su sueldo como pensión alimenticia.
El milagro ocurre cuando se ilumina la virgen símbolo de justicia y de verdad, justo en el momento que la abuela decide ir a denunciar a la madre que incumple con la manutención y cuidado del hijo.
El siguiente mensaje y desde el análisis que realicé de este programa fue el exhorto que hacen las y los protagonistas de la historia para que las abuelas denuncien a sus hijas, a las que no cumplen con el cuidado y manutención de sus hijos. “Actualmente hay leyes para denunciar a las mujeres que abandonan a sus hijos, hasta pueden meterlas a la cárcel si no los mantienen, denúncielas”.
El colmo del marianismo, por un lado la abuela que no deja de ser la mujer abnegada, que soporta el maltrato porque lo ve como una virtud. Del otro lado la madre, mujer joven que vive su sexualidad; mientras la abuela tiene una ausencia absoluta de vida sexual, según el guión escrito para este programa, un extremo y otro, la mujer santa y la pecadora.
Otro factor sumamente interesante por los que este tipo de TV mantiene el control absoluto y el monopolio es como antes explicamos el de preservar el orden social que ha establecido, y dicho orden dice que los varones pueden ausentarse, es más, uno de los códigos de la masculinidad es la ausencia como padres. Resulta a todas luces de ojos críticos y no moralinos que el tema del programa que evoca a la guadalupana deja intacto absolutamente el privilegio de los hombres de procrear y luego abandonar, no sólo la relación establecida, el cuidado del embarazo en el que también participó sino a la niña o niño que procreó con todas las implicaciones que esto tiene.
Sin embargo el mensaje colocado en el ámbito social, guadalupano, es que las mujeres que no cumplan con el sustento de sus hijas e hijos deben ir a la cárcel, un acto muy aparente de justicia, una justicia sexista, una justicia marianista, machista podemos decir. Pues deja impune a uno de los responsables, al varón.
Así se conserva el orden social, el orden simbólico que hace a mujeres buenas, abnegadas, obedientes contra mujeres malas, sexuadas, el otro lado necesario para que el machismo funcione, su par, el marianismo que se centra en lo femenino y lo maternal pero ambos lados están subordinados al machismo, justificados y enmarcados en esa lógica.
Así Televisa y TV Azteca van asegurando la perpetuación de ese orden que les otorga poder económico y político, la promoción de esos supuestos valores le aseguran el control de una sociedad profundamente religiosa, conservadora, pero con una carencia de sentido de justicia elemental para las mujeres muy semejante a los actos de sacrificio que tanto criticaron los colonizadores de las sociedades antiguas, los evangelizadores.
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