Se acabó lo que parecía una maldición. Cruz Azul tiene por fin un título después de 15 años de sequía en sus vitrinas. Ayer, de manera dramática, tensa y por la vía angustiante de los penales, la Máquina ganó por 4-2 la final de la Copa MX al Atlante, al que ahora sólo le queda debatirse en lo que resta de la liga para evitar el descenso.
Ahí estaban los celestes, haciendo lo que ya resultaba difícil de imaginar: colgándose una medalla y levantando un trofeo que los acredita como los nuevos campeones de la Copa MX. Se acabaron los chistes y las burlas al que le acuñaron el mote del eterno subcampeón, tras las siete finales perdidas, y por no levantar ningún título desde el 7 de diciembre de 1997.
Primero empató 0-0 en los 90 minutos reglamentarios, donde hubo escasas opciones y donde los porteros Jorge Villalpando y José de Jesús Corona fueron claves.
El verdadero partido se vivió al final, porque Cruz Azul alargó la agonía durante gran parte del partido, como si se empeñara en no ganar nada; como si quisiera prolongar aquello que se decía era una maldición.
Durante casi todo el juego la Máquina había apretado al Atlante. Lo hacía con un conjunto mejor armado, pero sin la puntería necesaria para meter la pelota al arco.
Durante la primera parte hubo mucho nerviosismo y poca profundidad de ambos equipos. Por momentos no parecía en nada una final, acaso semejaba un interescuadras. Las jugadas de mayor peligro las produjeron Gerardo Flores para los celestes –un remate de cabeza que dio a las manos de Villalpando– y Paúl Uscanga para los azulgranas, que con un zapatazo llamó la atención a Corona, aunque el tiro se desvió.
El segundo tiempo no cambió, pero Atlante metió un buen susto al cuadro cementero cuando Quiroz cobró un córner que Venegas remató, pero Chuletita salvó en la línea de fuego e impidió que la maldición del eterno subcamepeón se alargara.
La serie fue un duelo de pulsos. La Máquina nunca perdió la calma ni la mirada en la red. Primero Teófilo Gutiérrez estuvo certero, aunque a poco de que se la detuviera Villalpando. Pero la primera oportunidad de Atlante tal vez definió el curso, porque Kikín Fonseca tiró fatal, casi al cuerpo de Jesús Corona, que se quedó con la pelota para desgracia de los locales. Después anotaron para los celestes Chuletita Orozco, Alejandro Castro y Pablo Barrera.
Por Atlante cumplieron en serie Jorge García y Luis Quiroz, porque la presión quizá fue demasiada para el defensa azulgrana Luis Venegas, quien no pudo disparar ni al arco y mandó la pelota por fuera. En ese instante estalló la euforia del cuadro celeste.