Debo confesarlo, el 33 tiene una magia extraña, una vibra diferente. Y no, no soy supersticioso, ni me he tirado a la numerología o algo por estilo, sino que hablo de esa etapa de madurez y juventud que suele rodear a las personas que llegan a dicha edad. El 33 es curioso, muchos personajes han pasado por esa edad, otros, hasta ahí han llegado y siempre se habla de los 33 como algo distinto.
Justo llego a los 33 y con pluma y papel en mano me puse a escribir quién soy y qué debo esperar. Le he dado tantas vueltas y aún no sé qué esperar. Sé lo que debo hacer y eso es trabajar. Comprendo que hay cosas que debo planear. Muchos sueños por lograr y un futuro a partir de este año que forjar. Pero con cada nuevo comienzo, porque así interpreto un año más, hay mucho que puede pasar y mucho que esperar.
Con todo esto en la cabeza, voy camino a dormir, ya casi es medianoche y me siento algo cansado, pasé por el espejo que está a unos metros de la habitación. Antes de entrar al cuarto, por alguna razón me paré frente al espejo, me miré y pregunté ¿quién soy?
Apreté un poco los ojos buscando al interior. Sonreí y pude ver en esa imagen reflejado a un niño; ese niño que se convirtió en el hombre que ahora veo reflejado, el hombre que soy. Hice una rápida introspección acerca de mi vida, viajé de regreso a mis inicios; son 33 años, con todo el tiempo pasado. Con esos momentos donde todo cambió, con esos segundos trascendentes y con todos esos recuerdos, las memorias de lo que pasó. Son 33 años que se han ido con apenas un suspiro frente al espejo.
De niño recuerdo haber sido inquieto, muy juguetón, en ocasiones rebelde, pero siempre cariñoso con mis padres y hermanos. Era selectivo y buen amigo, además de que siempre fui muy aplicado en la escuela. Crecí y me volví dedicado, soñador y muy terco. Me llamó la atención el mundo de la Política por la finalidad de hacerle bien a mi gente, eso lo llevo en mi conciencia siempre.
Hubo, como ocurre con cualquier persona, una etapa de confusión, de preguntas -muchas- y de respuestas quizá pocas y muy confusas. Hubo como en todos, instantes de dolor, de angustia y zozobra, ¡ah! pero también de triunfo, de certidumbre y de alegría. Pasaron momentos en los que tuve que reflexionar y tomar decisiones importantes; mismas que de una u otra manera me tienen aquí.
Aprendí en todo momento que hay circunstancias que no puedo cambiar, pero hay otras que sí puedo crear. Día a día encuentro el equilibrio entre la razón y el corazón. No fuerzo la situación, propongo que las cosas deben fluir y que con trabajo constante y paciencia las situaciones favorables se dan por consecuencia. Creo estar arribando a esa etapa que le llaman madurez; creo estar consciente de saber y querer ir hacia donde voy.
A mis 33 puedo decir que he vivido lo que me tocó vivir. Acarreo sueños hechos realidad, además de acciones y decisiones que se convertirán en historia. Mi historia.
Me acerco un poco más al espejo, aprieto más lo ojos, busco más adentro. Lo toco con las manos y me pregunto ¿quién soy?
Soy deseos y sentimientos, ganas de hacerlo y acción para lograrlo, soy mis sueños y mis anhelos; soy lo que he logrado y lo que falta por hacer…
De a poco se escapa un ligero murmullo de mis labios, lo estoy repitiendo en voz baja y luego lo digo para escucharlo: soy deseos y sentimientos, ganas de hacerlo y acción para lograrlo, soy mis sueños y mis anhelos; soy lo que he logrado y lo que falta por hacer…
Hoy sé que la vida no ha pasado por mí. Yo he transcurrido 33 años en esta vida dejando mi huella, a mi manera, a mi estilo.
Grandes personajes vivieron 33 años, grandes seres humanos llegaron apenas a los 33.
Hoy estoy frente a este destino que me da la oportunidad de forjarlo. Agradezco a quienes me han acompañado en todo este andar. Gracias a los buenos y malos momentos, los consejos sin sentido y las voces de confianza.
Gracias a los besos y los abrazos entregados, a las lágrimas derramadas y a los momentos de felicidad compartidos… A lo largo de estos 33 muchas cosas han pasado. Hoy volvemos a comenzar, me digo frente al espejo y viene mucho por delante.
Antes de dormir me paré frente al espejo, y en punto de la medianoche, me felicité frente a mi reflejo… Ya son 33 años…
Y de pronto sólo recordé esa canción que sonaba en el tocadiscos de casa cuando mi madre escuchaba a Julio Iglesias…
“…33 años, nada más son media vida. 33 años, que se van con tanta prisa. 33 años, de querer a quien lo pida. 33 años, como usted quién lo diría. A veces miro hacia atrás con la nostalgia que da, el recordar esa edad, cuando se juega a ganar…”
A quienes han sido parte de mi vida, gracias por compartir instantes y ayudarme a escribir párrafos que le dan forma y complementan mi historia con ustedes.